CONTRA EL DIRIGENTE
Importantes personajes han desfilado por los medios de
comunicación últimamente, unos en papamóvil otros en féretros y, algunos,
erigidos por los media progresistas como nuevos gurús entre un montón de
micrófonos. Si alguien alberga alguna duda de quién estamos hablando, nos
referimos a Hugo Chávez, el papa Francisco I (Paco a partir de ahora) y Ada
Colau, figura insigne de la lucha contra los deshaucios como portavoz de la
Plataforma de Afectados por la Hipoteca.
Muchos se llevarán las manos a la cabeza por comparar a
semejantes figuras. ¿Cómo podemos comparar al Papa, representante de una de las
instituciones más reaccionarias y conservadoras a lo largo de la historia, con
un revolucionario y una activista? Uno se nos ha presentado como un líder
revolucionario de los pueblos oprimidos de América Latina y, la otra, como una
activista social que invierte su tiempo en luchar contra una de las injusticias
más palpables de esta crisis, los deshaucios. Incluso habrá algunos (menos,
pero seguro que los habrá) que dirán que es un error poner al mismo nivel a una
activista ciudadana, defensora de la democracia y sus valores, secuestrada por
los malvados mercados, con un líder populista que ha hechos guiños amenazantes
a la democracia representativa; siendo el caso a la inversa la de los
seguidores de la revolución bolivariana, que dirán que es absurdo equiparar las
conquistas revolucionarias arrancadas al capitalismo y al imperialismo yankee
encabezadas por Chávez con las peticiones ciudadanistas, parciales, que acaban
legitimando la democracia burguesa y sus miserias de Ada y su plataforma.
Pues bien, para nosotros es exactamente lo mismo. Pequeños
matices pero, a grandes rasgos, la misma mierda: líderes en los cuales las
personas delegan, negándose como personas libres y autocapacitadas y
reconociéndose como necesitadas de ser dirigidas, cual rebaño, por el buen
camino, personas al fin y al cabo que caen en la muerte en vida que supone
renunciar a su libertad. ¿Qué revolución, qué lucha social puede ser mejor
controlada y manipulada que aquella en la que los líderes revolucionarios son
ensalzados por los medios de comunicación? Positiva o negativamente.
Así, la nueva
oligarquía parasitaria del Estado venezolano y su petroleo (boliburguesía) que ha
desplazado a la burguesía occidental, convertida en nuevo lobby ha alimentado a
través de sus medios informativos el culto a la personalidad de Hugo Chávez.
Mientras que por otro lado, los medios de comunicación
europeos y estadounidenses conservadores y liberales, atacan a la figura de
Chávez. O con Chávez o contra él, esa falsa dicotomía desplaza y enajena la
acción del pueblo como algo secundario (su imagen es sólo utilizada como
muestra del hoolinganismo de los seguidores de Chávez).
Un proceso revolucionario iniciado desde el Estado no es
nada, sino mero espectáculo. Un capitalismo de Estado más amable, pero la misma
tiranía y una nueva clase dirigente dispuesta a perpetuar las desigualdades. La
creación de estos líderes, dirigentes y demás representantes es posible gracias
a la transimisión de la propia representatividad a otra persona: cedemos
nuestra capacidad de representarnos a nosotros mismos a otra persona, cediendo
parte (mayor o menor) de nuestro poder de decisión y actuación.
Nos libramos, de este modo, de nuestra responsabilidad lo
que nos permite acoplarnos en una cómoda postura infantil. Nuestra libre
decisión se ve sustituida por la adoración a un ente externo (que puede ser el
líder de turno o incluso el Estado), convirtiéndose sus actos en aquello que
nosotros pensamos y defendemos, en el modelo de nuestros actos. Sea el
representante de Dios en la Tierra, el representante de los parias en el
gobierno o la representante de los/as desahuciados/as gracias a sus habilidades
como política: sea por lo que sea, se reconoce como una autoridad que, por
determinada superioridad con respecto a nosotros, tiene derecho a hablar por
nosotros.
Aludir a que nos sentimos identificados por lo que dice es
eliminar las diferencias que nuestro discurso pudiera tener con el suyo por la
fascinación que nos provoca el rol de autoridad que desempeña. La construcción
de un líder, lejos de ser racional, está marcada por la adhesión emocional
movida por cuestiones carismáticas; esto nos condena a estar en manos de politicuchos
entrenados en retórica.
Por si esto fuera poco,dado que es imposible identificar
cada faceta de nuestra vida con un ente externo, nos vemos obligados bajo un
lider a renunciar a esas facetas que no se ven integradas en su figura. Así,
Hugo Chávez consigue plantear el anticapitalismo como el único fin último de la
revolución verdadera, el nuevo Papa deshecha todas las facetas de la vida que
no sean la religiosa y Ada Colau presenta como transformadora la lucha contra
los desahucios, renunciando a ver la causa del problema y centrando la atención
exclusivamente en la consecuencia como si se pudiera solucionar una sin la
otra. El ideal de la revolución social integral, del individuo consciente que
analiza todas las relaciones de dominación que encontramos en las distintas
facetas de la vida para liberarse de ellas, se ve reemplazado por
idealizaciones de personas que encarnan sólo una lucha parcial para poder
aglutinar a más gente.
Por suerte, somo aún muchos los/ as que no nos dejaremos
dominar, los/as mas que no estaremos dispuestos a renunciar a nuestra vida,
los/as que siempre atacaremos a cualquier lidercillo o dirigente que nos
intenta guiar como un rebaño. Somos aquellos a los/as que tacharán de locos/ as
por querer ser plenamente responsables de nosotros/as mismos/as y de nuestros actos
aunque eso implique muchas veces sacrificios y disgustos, somos los/as hemos luchado,
luchamos y lucharemos por la anarquía.
Fuente: Periodico anarquista Impulso
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