Juezas fascistas
Aníbal Malvar
La magistrada-juez Purificación Elisa Romero Paredes ha
admitido una querella de Falange Española contra un escritor que acusó al
partido de José Antonio Primo de Rivera de crímenes contra la humanidad.
Al lado de Falange Española, ETA es una despreciable banda
de amigos con solo unas pocas más bombas que ideas
La justicia no es una mierda. Quienes son una mierda son los
justicieros. Si algunos justicieros, algunos jueces, fueran más tontos, uno
llegaría a la conclusión de que no son tontos. De que solo son malvados. La
maldad es la expresión más abyecta de la estupidez. Un imbécil jamás entenderá
la primavera, y lo primero que hará es arrancar la flor. El malvado y el
estúpido, que suelen coincidir, arrancan la flor con la esperanza de detener la
primavera.
Todos estos lirismos que hoy redacto, y mañana ratifico,
vienen inspirados en la tentación de llamar fascista estúpida a la
magistrada-juez Purificación Elisa Romero Paredes. Esta jueza ha admitido una
querella de Falange Española contra un escritor que acusó al partido de José
Antonio Primo de Rivera de crímenes contra la humanidad. Falange Española es
una organización criminal cuyo fundador era un incitador al asesinato. Al lado
de Falange Española, ETA es una despreciable banda de amigos con solo unas
pocas más bombas que ideas. FE, como ETA, sí alentó y practicó crímenes contra
la humanidad. Y ahora, si me dais un rato, me explico. Y violentamente.
Yo, a Purificación Elisa Romero Paredes, le diría varias
cosas: que para detener a diversos jueces como ella, si es necesario, esto ha
de lograse en algún caso por la violencia. Porque, ¿quién ha dicho, al hablar
de todo menos de la violencia, que la suprema jerarquía de los valores morales
reside en la amabilidad con los jueces ineptos o falaces como usted? ¿Quién ha
dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar como
hombres, estamos obligados a ser amables con los jueces ineptos o falaces como
usted? Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de comunicación con
los jueces ineptos o falaces como usted. Pero no hay más dialéctica que los
puños y las pistolas cuando los jueces ineptos o falaces, como usted, ofenden a
la justicia y a la patria.
Demándame jueza, porque solo he hecho una transcripción
literal del discurso de tu protegido José Antonio Primo de Rivera, el 29 de
octubre de 1933, en el acto fundacional de esa Falange Española, que no es
organización criminal, según ciertas fascistas opiniones, que quizá compartes.
Para los que no se han enterado, el discurso de José Antonio. Literal:
“Y queremos, por último, que si esto ha de lograrse en algún
caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia. Porque, ¿quién ha
dicho que la suprema jerarquía de los valores morales reside en la amabilidad?
¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar
como hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialéctica
como primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que
la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a
la Patria”.
Yo creo que, ya que tenemos una ley de partidos que actúa
contra Otegi, contra ETA y contra ese montón de hijos de puta que no son
nuestros hijos de puta, esa misma ley de partidos, también, se debería aplicar
sobre los otros hijos de puta. Sean jueces, juezas o falangistas. Falange es un
partido nacido por la violencia y para la violencia. Y esta jueza no sería
admitida para un jurado popular de un baile infantil ni siquiera por un juez
con menos de dos sinapsis cortocircuitadas de frente. No es que no esté
capacitada para juzgar esta jueza. Es que ni siquiera está capacitada para
opinar. Porque legitima a un partido que nunca ha renunciado a sostener que “no
hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas”.
Ecosistema en el que la palabra opinión puede resultar contraproducente para el
que opina distinto. Salvo que sea jueza. O que solo se le pueda fusilar con
balas de plata y lejos de las cunetas.
A mí, generalmente, no me entran ganas de matar a nadie ni
siquiera cuando me levanto con resaca o con el esternocleidomastoideo
apuñalado, cosa que me sucede a menudo con algunas novias muy exigentes. Y
quizá por eso la judicatura no me ha concedido aun el honoris causa que tanto
me merezco. Odio tanto la violencia que la mataría a hostias. Aunque comprendo
que es más sano para mis nudillos condenarla verbalmente. La dialéctica de los
puños y las pistolas me parece escasamente dialéctica, que le voy a contar yo a
usted, señora jueza. Ahora me dirá usted que crímenes contra la humanidad solo
son aquellos en los que se mata a mucha gente, y sobre todo si tales muertos no
son negros, medio amarillos o directamente moros. Si son negros, medio amarillos
o directamente moros no es crimen contra la humanidad, es solo un conflicto.
Pues no, fascista. Crimen contra la humanidad es decir que “no hay más
dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas”.
Enaltecimiento del terrorismo. Que Falange renuncie a los principios
fundacionales de José Antonio, que pidan perdón, que se humillen ante las
víctimas (que son la media España que no sobrevivió al franquismo) y que paguen
unas fantas en el bar. La muerte no es cuantitativa. Ni tampoco la amenaza de
muerte. Lléveme usted a juicio por llamarla fascista. Crimen contra la
humanidad es matar a cualquier hombre. Proponer que se mate a cualquier hombre.
Defender a un partido sustentado en la idea de matar a cualquier hombre. Crimen
contra la humanidad es su cerebro, señora jueza. Quiero que usted me demande y
perder el juicio. Y disculpe que la trate de usted. Acostumbro a tratar de tú a
mis insultados. Pero en su caso, señoría, me siento incapaz de tratarla de
igual a igual. A pesar de mi acendrada inepcia, sé que nunca podré alcanzar su
estatura ética, intelectual o como se llame lo que le pasa a usted. Y tanto
acopio de mendacidad a mí me merece un respeto.
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