La riqueza de la familia Franco
En diciembre de 2017 murió en
Madrid María del Carmen Ramona Felipa María de la Cruz Franco Polo, duquesa de
Franco y Grande de España. No resaltaríamos este acontecimiento si no fuese
porque la susodicha señora es la única hija de Francisco Franco, quien fue
dictador en este país desde la victoria del bando sublevado en la Guerra Civil
de 1939, hasta su muerte en 1975. Esta victoria hizo a Franco jefe de Estado y,
a través de una terrible dictadura, él y su familia se beneficiaron
económicamente. Desde entonces, tanto la familia Martínez-Bordiú y Franco, como
las familias de los generales y de la élite empresarial que salió beneficiada
de la victoria de los sublevados, no solo han mantenido su estatus, sus
privilegios y sus títulos nobiliarios (los que los posean), sino que han ido
acumulando una gran fortuna siendo favorecidos tanto por el régimen anterior
como por el actual. Y la familia de Franco, aun perdiendo el poder político en
favor de la monarquía constitucional, ha conservado su estatus, ha podido
mantener toda su riqueza y lo que es más, multiplicarla.
El patrimonio y la riqueza de la familia
Martínez-Bordiú
y Franco a día de hoy
La familia Martínez-Bordiú y Franco atesora un
patrimonio de cientos de millones de euros. Los datos descritos son públicos y
están al alcance de cualquiera. La señora Carmen Franco Polo se dedicaba
principalmente a la especulación inmobiliaria a través de diversas sociedades
como Filocasa SL (que facturó más de 20 millones de euros en 2014) o
Montecopel, donde alquilaba bienes por cuenta propia. Ambas empresas tenían la
sede en su casa de la calle Hermanos Bécquer en Madrid. Sargo Consulting SL,
dedicada al asesoramiento financiero, es con la que se gestiona su patrimonio
inmobiliario, el cual tiene un valor de más de 500 millones de euros. Algunas
de las propiedades más relevantes con las que contaba Carmen Franco Polo son:
el pazo de Meirás en Galicia, el cual está gestionado actualmente por la
Fundación Francisco Franco (de la que Carmen Franco era presidenta de honor)
para ensalzar la figura del dictador, el palacete de Cornide en Coruña, la
finca de Valdefuentes en Arroyomolinos (antigua finca del conde de Romanones),
el edificio de la calle Hermanos Bécquer, 8 en el barrio de Salamanca de
Madrid, un chalet en la urbanización Los Monteros en Marbella o la finca Canto
del Pico de Torrelodones, que fue vendida por 300 millones de euros en los años
80.
Al igual que su madre, sus hijos se han
dedicado mayormente al negocio de la especulación inmobiliaria y al de la
farándula televisiva. Carmen Martínez-Bordiú vive del famoseo de la televisión.
Entre sus empresas cuenta con Ocnarf SL, una sociedad de imagen corporativa y
publicidad, así como Cazalla 18 de Junio SL, enfocada a la explotación de
derechos de imagen. María gestiona La Moraleja SL, orientada a la explotación
agrícola y CM16 SL, orientada al sector hotelero. Francis Franco, además de
otras sociedades relacionadas con sus hermanos, es presidente de Proazca,
dedicada a la gestión, administración, arrendamiento, compra y venta de toda
clase de aparcamientos, con un activo de 2 millones de euros. María del Mar
(administradora), junto con María Aránzazu (apoderada), llevan Marletmakai SL,
dedicada a la "promoción, construcción y arrendamiento de todo tipo de
inmuebles".
José Cristóbal posee una productora de
publicidad y estudios de mercado, así como sociedades inmobiliarias. Y Jaime
diversas asesorías e inmobiliarias como Cronical Business SL o Francoveda SL.
Además está vinculado con narcotráfico y tramas de corrupción y pelotazos
relacionadas con el caso Malaya.
Además de todo el dinero que atesoran a través
de la farándula, la especulación, tendrán que repartirse el ingente pastel de
dinero y propiedades que les deja su madre.
Los cimientos en los que se estructura su riqueza: fosas y cunetas
Francisco Franco descansa hoy en el mausoleo
del Valle de los Caídos, el cual fue construido por miles de presos
esclavizados y enterrados en el mismo. Un aberrante símbolo de dominación de
aquellos que vencieron, y de sumisión y humillación de aquellos trabajadores
que defendían ideas de justicia económica y social, así como de perpetuación de
la ideología nacionalista, conservadora y religiosa que sigue estando vigente
hoy en día en España.
Con la derrota de aquellos trabajadores que
buscaban el fin de la explotación y una justa organización económica y social
se cimentaron todas las posesiones de la familia Franco y otros sublevados. Y
no es para menos, quien salió beneficiado de la victoria de la Guerra Civil fue
la Iglesia, los militares y la élite empresarial, quienes, a día de hoy, siguen
atesorando el poder político y económico en este país.
Los pactos de la Transición española no dejan
de ser una forma de dar continuismo al régimen franquista, y una forma de
adaptar la organización política y económica a las democracias europeas, con
una serie de concesiones sociales y de ciertas libertades civiles dentro de un
marco jurídico menos restrictivo que el anterior, apuntalado en la Constitución
española. En la misma, están garantizados varios de los pilares ideológicos del
régimen franquista, los cuales se modifican y adaptan para que puedan seguir
perpetuándose, y que son los que realmente importa que se cumplan. Los más
importantes siguen siendo:
La institución monárquica: que restaura la monarquía, garantiza al
rey el ejercicio de jefe de Estado y el mando supremo de las fuerzas armadas.
La jefatura del Estado pasa de Franco a la monarquía. El Congreso y el Senado
pasan a ser elegido por democracia representativa a través de partidos
políticos donde la gente vota y legitima que estos partidos políticos dirijan
el poder político, y el Estado continué teniendo el monopolio de la violencia.
La propiedad privada: que es el motor de las desigualdades sociales
y de la dominación de la clase empresarial sobre los trabajadores. Se mantiene
y se potencia.
El Estado aconfesional: el Estado deja de profesar la religión
católica, pero se adopta una fórmula que señala que, aunque el Estado no
procesa ninguna religión, se garantizan los privilegios económicos de la
Iglesia católica recogidos en los "Acuerdos entre el Estado español y la
Santa Sede de 1979".
La unidad de España: se conserva este pilar ideológico del régimen
franquista, aunque se transforma y adapta, dividiendo el país en autonomías,
descentralizando el poder político y fortaleciendo el Estado burocrático.
Por supuesto, todos los artículos
de la Constitución que tienen un fondo social, como el artículo 47, que habla
de la vivienda digna, el 35, que da derecho a elección de trabajo, o el 39,
sobre la protección social, no interesan a las élites económica, por lo que el
Estado las deja de lado o invierte un mínimo por salvar su imagen.
Por otra parte, la Constitución como tal solo
se ha reformado dos veces, siempre por exigencias internacionales. La primera
vez en 1992, para adaptarse al Tratado de Maastricht (que es el acta
fundacional de la UE), y en 2011, para priorizar el pago de la deuda pública
generada por los bancos tras la bancarrota de 2008.
La apertura del régimen fue exigida tanto
desde el interior del poder político y económico del Estado como
internacionalmente por EE UU y los países europeos, donde la élite empresarial
demanda una transformación del régimen que le permita la apertura económica, lo
que se traduce en la apertura de nuevos mercados, más posibilidades
financieras, y más beneficios. Un ejemplo del trabajo aperturista de ciertos
grupos vinculados al régimen fueron los intelectuales organizados en torno al
"Grupo Tácito". Muchos de ellos procedían de familias de las altas
esferas del franquismo. Desarrollaron formas alternativas de reformar el
régimen dentro de un marco liberal, democristiano y conservador. A pesar de las
diferencias en su seno, una vez acabada la transición, obtuvieron cargos
políticos en diversas instituciones a través de los partidos UCD o AP y,
posteriormente, la colocación en grandes empresas, como las energéticas, etc.,
lo que puede traducirse en tener la vida resuelta. Diferente fue la suerte que
corrieron centenares de trabajadores que fueron reprimidos y asesinados durante
la agonía del régimen franquista por crear sindicatos, promover luchas
laborales o por muestras de solidaridad.
Al otro lado de los poderes económicos y
políticos estamos la gente de abajo, los trabajadores, aquellos que no tenemos
títulos nobiliarios, ni riqueza, ni grandes latifundios, ni vivimos de la
farándula televisiva, sino que necesitamos trabajar para que los políticos y la
élite empresarial puedan seguir viviendo en su pedestal de gloria. Paro,
miseria, precariedad laboral, convenios humillantes, condiciones de trabajo
degradantes, centenares de trabajadores muertos en accidentes laborales o que
sufren accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, marginación, desestructuración
familiar, inmigración forzosa, etc., son algunas de las tantas miserias que
tenemos que sufrir los trabajadores día a día a causa del capitalismo y la
desigualdad social, en un país donde existen más de 13 millones de personas en
riesgo de exclusión social según el informe El estado de la pobreza en España
de 2017.
A día de hoy, la sociedad avanza a pasos
agigantados, y la élite empresarial nos obliga a adaptarnos a un sinfín de
bruscos cambios en el modelo económico y social para que podamos seguir siendo
productivos, tanto en el puesto de trabajo como consumiendo en nuestras
relaciones sociales. Esa adaptación para esta élite no existe, dado que su
modelo ideológico y su forma de vida no cambian, siguen estando estancados y
condicionados a su influencia, poder adquisitivo y a los valores ideológicos
imperantes que lograron sus abuelos en base a las armas.
La muerte de esta señora, que lo único que ha
hecho en su vida es ser la hija de un dictador, y la ingente fortuna que se van
a repartir sus herederos es el mejor reflejo de la realidad social de este país
en el que vivimos. Aquella que se ha construido una élite sobre los cadáveres
de miles y miles de trabajadores, en la que unos viven a costa de los demás sin
dar un palo al agua, llevándose por delante lo que haga falta para proteger sus
privilegios y multiplicando sus beneficios frente a aquellos que a diario
tienen que mantenerlos con un mísero salario para seguir adelante.
Grupo Tierra