Concepto confederal del
comunismo libertario (1995)
Documento del VIII Congreso de la
Confederación Nacional del Trabajo, en Granada (España), 1995.
Introducción
Partimos de considerar el
presente trabajo como algo no dogmático, ni monolítico, y mucho menos
definitivo.
En principio el V Congreso se
identificó con las líneas generales del dictamen sobre Comunismo Libertario
(ver Actas Congreso de Zaragoza) elaborado en 1936. Debe tomarse el presente
trabajo como indicaciones para un debate en los sindicatos que permita un
enriquecimiento del futuro plan de sociedad comunista libertaria.
2. 1. Declaración preliminar
Desaparecido el sistema actual,
impuesto desaparecerán también la irracional acumulación capitalista y los
privilegios derivados de la misma. La sociedad procederá a una distribución
igualitaria de los bienes producidos por todos, según el principio: de cada uno
según sus fuerzas, a cada cual según sus necesidades. Los elevados índices de
productividad obtenidos gracias a la moderna tecnología permiten prever un
nivel de vida para cubrir el anterior objetivo. Si la sociedad actual puede
subsistir y progresar, a pesar del enorme parasitismo, como hemos evidenciado
en otros puntos del orden del día, ello nos permite afirmar que, sin merma de
la productividad (aunque sería preciso una reconversión y estudio detallado en
cada caso) podría crearse la riqueza necesaria para garantizar una vida
confortable para todos. Por supuesto que desaparecerían las escandalosas
superfluidades que constituyen el lujo de los explotadores, pero por el
contrario cobraría un impulso y florecimiento extraordinario todos los aspectos
económicos, sociales y culturales de la vida social, ahora si merecedora en
verdad de este calificativo.
Desaparecería asimismo la
irracionalidad del consumismo productivista y con esto la patética sociedad del
despilfarro. Como ha dicho un autor libertario, el consumo dirigiría en todos
los casos a la producción, no viceversa como es hoy el caso.
2.2. Líneas generales de la construcción comunista libertaria
Por supuesto que no pretendemos
configurar desde hoy el porvenir, sino prefigurarlo, como hemos afirmado con
anterioridad. Lo contrario sería una pretensión autoritaria además de un
absurdo. La responsabilidad de decidirlo corresponderá por entero a las
generaciones presentes en el memorable tránsito.
Sin embargo consideramos de gran
importancia la previsión de determinadas líneas generales o ideas-fuerza sobre
las que andamiar la nueva sociedad. Téngase presente que la ausencia de estas
ideas-fuerza bien cimentadas en todas las grandes revoluciones históricas hizo
posible que el carácter primigeniamente libertario de las mismas fuese
finalmente capitalizado de forma autoritaria. De manera que ef diseño de las
grandes líneas generales puede ser útil para los futuros constructores, quienes
las ampliarán de acuerdo con sus criterios y los valores y circunstancias del
momento.
Los criterios prácticos sobre la
construcción del comunismo libertario son muy diversos y han cambiado en el
tiempo. El dictamen del Congreso de Zaragoza subraya el papel decisivo de la
comuna como marco o asiento de todas las actividades humanas básicas, incluidas
las económicas.
Es incuestionable a nuestro
juicio, que la comuna es el marco donde se cumplen todas las funciones vitales
de la sociedad, si bien creemos que deben situarse en una relación armónica las
realidades de orden económico y productivo y aquellas otras de relación humana
general dada la esencialidad misma de ambas. Es por esta razón que aludimos a
la federación económica y a la federación política como situadas en un nivel de
complementariedad, aunque la primera se verifique en el ámbito de la segunda.
2.3. El campo económico-productivo: la industria
Los elementos constitutivos de
este campo serían: las unidades productivas de base (fábricas, talleres, minas,
etc.), los consejos locales de economía que asumirían la función de coordinar
la economía en el nivel local, las federaciones de industria a nivel regional,
nacional e internacional si fuese necesario.
No hay duda que, efectuado el
cambio revolucionario y abolida la propiedad privada y el Estado, el principio
de autoridad y, por consiguiente, las clases que dividen a los hombres en
explotados y explotadores como se dice en la ponencia del Congreso de Zaragoza
los trabajadores se incautarán de las unidades productivas de base, y
procederán a hacer balance de maquinarias y materias primas y de cuantos datos
estadísticos interesen a los consejos locales de economía.
A partir de este momento, los
centros de producción crearán sus consejos técnico-administrativos, nombrados
en asamblea general y procederán a reestructurarse de acuerdo con las
necesidades de cada grupo y posteriormente con las necesidades locales de cada
industria. De estas necesidades los trabajadores deducirían las decisiones a
tomar desde el punto de vista estructural, decidiendo en cada caso el tipo y
dimensión de la unidad productiva procediéndose con criterios racionales que
superen las estructuras inoperantes por reducidas, como ya se hiciera en
Barcelona durante el proceso revolucionario y también en otros sectores de la
España revolucionaria. De igual modo procedería corregir la gigantanasia creada
por la concentración industrial de nuestros días, descentralizándose los
grandes conglomerados para adaptarlos a las conveniencias reales y a las
posibilidades del entorno, con ayuda de los adelantos tecnológicos.
A niveles regionales y nacional,
la federación de industria cumpliría las funciones de coordinación
correspondiente a sus niveles, resolviendo los desajustes dentro del ramo y el
aprovisionamiento de materias primas. La planificación industrial por ramas se
llevaría a cabo en los congresos a los diferentes niveles y se tendrían en
cuenta tanto los datos estadísticos de la industria como los suministrados por
los consejos de economía regionales o nacional en relación con el estado
general económico y las exigencias de éste.
Algunas industrias, como
enseñanza, transporte, construcción, gastronomía y otras, escaparían
probablemente a la planeación económica en aquellos aspectos relativos a los
ámbitos locales o comunales, por afectar ya no sólo a los trabajadores, sino
esencialmente a los ciudadanos como tales. Lo más probable es que cada comuna o
municipio tendrá ideas propias sobre la organización de determinados servicios
como el transporte, la enseñanza y otros. En cuanto a la construcción, en este
caso, urbanismo, es de prever que las comunas tendrían buen cuidado en elegir
el tipo de construcciones o viviendas adecuados al respectivo ámbito
geográfico, al carácter del paisaje o al temperamento artístico y creativo de
cada comuna. En todos estos casos decidiría la propia comuna, recurriendo a los
medios técnicos del propio organismo local de la construcción, Esto ofrecería
la posibilidad de una menor centralización de este ramo y de otros, que sólo
tendrían que resolver en ámbitos geográficos superiores el problema de las
materias primas. Repetimos que todas estas líneas generales tienen sólo un
valor indicativo.
2.4. La agricultura
Cuanto se ha dicho para las
federaciones de industria cabe afirmarlo para las federaciones de campesinos,
que se articularían a partir de las unidades colectivizadas de base en
federaciones comarcales y regionales. Aquí convendría proceder a una
diversificación del campo agrícola como en el caso de la industria, según las
especialidades de la agricultura, que podrían articularse por separado en
grandes grupos productivos. Cabe pensar en una federación nacional de cereales,
otra de legumbres, de tubérculos, del vino y la sidra, de los productos lácteos
y sus derivados, de las materias grasas y de la carne. Otro tanto se puede
decir de las actividades pesqueras. Acaso fuera conveniente unir por fin estas
federaciones nacionales campesinas especializadas en federaciones generales de
la agricultura en los ámbitos regionales, constituyendo una confederación
general (o nacional) agrícola con articulación final. Estas federaciones
regionales, así como la confederación general estarán representadas en los
consejos locales, regionales y nacionales (o general) de economía, donde
revertirían las necesidades de asistencia técnica, herramientas y maquinarias
diversas, abonos y productos químicos etc. Se tendrán también en cuenta las
circunstancias dadas en la revolución española 1936-39. Por supuesto que en
todas las modalidades de cultivo se suprimiría cualquier forma de explotación
del trabajo ajeno.
2.5. Las comunas
Como hemos dicho en otro lugar la
comuna es el ámbito en el que se desarrollarán todas las actividades humanas esenciales,
tanto las económicas productivas, ya descritas, como las de relación humana
general. Por ello es el eje en que se insertará la vida de la nueva sociedad.
Lo mismo que la nueva
estructuración económico-productiva tendrá como base a los trabajadores/as y a
las unidades productivas de base la nueva estructuración de las relaciones
humanas generales tendrá como base primordial la persona y el núcleo social
primario asentado en el barrio o distrito y por extensión la comuna local (o
municipio libre). La comuna será la unidad básica de la convivencia ciudadana y
la entidad geosocial sobre la cual se estructurará la gran federación política
que debe sustituir al Estado. Las comunas serán autónomas y se federarán
comarcal, regional o nacionalmente (o en el espacio ibérico) para que se
cumplan los fines de solidaridad y complementariedad política y económica
previstos en la sociedad comunista libertaria. La unión libre y voluntaria que
empieza en la persona soberana, emancipada de toda alienación, culmina en la
Confederación Ibérica de Comunas Autónomas Libertarias (C.I.C.A.L,). En los
congresos de la Confederación se tomarán, dentro de la más amplia libertad, las
más importantes decisiones relativas a la vida e intereses del conjunto de
comunas que compongan la Confederación. Por supuesto que las decisiones
correspondientes a cuestiones locales o regionales se tomarán en estos ámbitos
puesto que partimos del concepto básico de autonomía. Bien entendido que
autonomía en el federalismo supone mutua solidaridad y apoyo mutuo dentro de
los intereses comunes.
Ante una extensión posible de la
revolución fuera de los límites de la Península Ibérica, cabe imaginar la
estructuración de una Confederación Internacional de Comunas Autónomas
Libertarias, formación que implicaría naturalmente la desaparición de las
grandes concentraciones de poder que representan hoy todos los Estados.
2.6. La comuna autónoma
Esta entendería en la gestión de
los problemas que afectan a la vida y convivencia de la colectividad.
Cuestiones tales como la sanidad, el urbanismo, la vivienda, la enseñanza la
cultura, el ocio, los transportes locales, la demografía y las estadísticas, la
distribución y el consumo estarían a cargo de los organismos especializados
creados por la comuna y que se desenvolverían bajo la supervisión de la misma.
En los diversos barrios y distritos, los ciudadanos/as tomarán decisiones y
ellas constituirán la voluntad decisoria sobre todos los problemas de la vida
ciudadana.
Los problemas de carácter
comarcal o regional se resolverán del mismo modo en cada ámbito, articulando
las decisiones de abajo a arriba. Las correspondientes a niveles más elevados
(nacional o ibérico) seguirán la misma modalidad, refiriéndose, como ya hemos
apuntado a todas las cuestiones, de diversa importancia y transcendencia
relativa al conjunto de la sociedad. Finalmente, del mismo modo federalista la
voz de la C.I.C.A.L. se dejaría oír en el concierto de la confederación
internacional, si ésta existiese.
Toda actividad de carácter social
en el área de la comuna tendrá punto de convergencia en la misma.
2.7. De los organismos técnicos
Como ya se ha sugerido, las
comunas crearían en su seno tantos organismos especializados como necesidades
reales existan. A este nivel local la comuna, tras llevar a cabo un inventario
general de todos los bienes ahora comunes se hace cargo de la administración de
los mismos y de aquellas funciones productivas relacionadas con la vida local,
en el sentido indicado cuando nos referimos a los aspectos económico-productivos.
Estos estarán como tales presentes por medio de un organismo especializado en
el seno de la comuna. Este organismo no será otro que el del Consejo Local de
Economía.
A niveles regionales, los
Consejos Regionales de Economía estarán representados en las respectivas
Federaciones Regionales de Comunas y por fin en el ámbito nacional o ibérico,
el Consejo Nacional o Ibérico de Economía estará representado en la
Confederación Ibérica de Comunas Autónomas Libertarias. De este modo se
fundirán armoniosamente las actividades económico productivas con las de
relación humana.
Caben aquí algunas
consideraciones importantes en cuanto a la complementariedad sindical. La
Comuna representará por su propia naturaleza la integralidad de las personas en
todos sus aspectos. Sería misión de la comuna ordenar estadísticamente el
consumo y la distribución por medio de sus lazos demográficos. Por tanto, y en
última instancia el consumo deberá orientar la producción, puesto que sólo
deberán producirse aquellos productos que sean necesarios para la subsistencia
y el bienestar de la comunidad.
Esto quiere decir que los
servicios estadísticos de la comuna significarán un factor de racionalidad
económica. Del mismo modo, las aspiraciones cambiantes de la sociedad viva,
reflejadas en los acuerdos de las comunas a todos los niveles, serán otros
tantos factores orientados a la racionalidad económica, a servir los fines
integrales de la persona, y a facilitar los cambios necesarios en el concierto
general de la vida social.
Pensamos que el complejo mundo de
las relaciones económico-productivas y el de las relaciones humanas generales
podrían ser influidas y controladas de principio a fin por la persona a través
del canal de la comunicación ciudadana de las Comunas Libres articuladas de abajo
a arriba y a todos los niveles.
2.8. La producción y el consumo
Aunque sean de esperar verdaderos
prodigios por parte de la tecnología actual, la sociedad comunista libertaria
no podrá todavía aplicar, de entrada, la fórmula kropotkiniana de la «toma del montón»
y probablemente serán necesarios controles sociales en cuanto a la distribución
y el consumo y éste deberá estar condicionado por las posibilidades reales de
la producción.
Otra cuestión a resolver será la
del medio o signo de cambio destinado a obtener los productos necesarios para
cubrir las necesidades de todos; el medio propuesto por el Congreso de Zaragoza
fue la «carta del productor», extendida por los comités o consejos de fábrica o
de cultivo a los productores, facilitando a su vez los consejos comunales,
cartas de consumo a los integrantes de la población pasiva. Desarrollando esta
misma iniciativa, surgió la idea de un signo de cambio que no podría
capitalizarse, dado que no tendría el menor sentido en un sistema en que no
existiría la propiedad privada ni explotación posible del trabajo ajeno. Serán
las comunas quienes repartan los bonos de adquisición. Este signo de cambio
tendría como fin esencial regular la distribución de los productos.
2.9. Otros problemas de la sociedad comunista libertaria
Trazadas las líneas generales de
cómo entendemos hoy la futura sociedad comunista libertaria, consideramos
ocioso entrar hoy, a tan distante perspectiva, en pormenorizaciones sobre otros
aspectos de la vida social, como puede ser la pedagogía, las relaciones
sexuales, el problema religioso, y una multitud de prácticas que florecerán
espontáneamente en las comunidades libertarias y que apenas podemos imaginar
hoy.
Queda la cuestión de desmitificar
la revolución y hay que entenderla como una tremenda fractura que pondrá a
prueba la voluntad y la inteligencia de los revolucionarios que pongan los
cimientos de la nueva sociedad. Esta no sería de la noche a la mañana algo
idílico. Habrá dificultades de todo tipo pero no insalvables, dado que la
creatividad y el impulso revolucionario serán las grandes herramientas que
arrumbarán el viejo mundo y sienten las bases de otro completamente nuevo.
Entre las dificultades estará la necesidad de defender por las armas la
revolución como ya preveyieron los compañeros de 1936. Los militantes de 1936
venteaban los acontecimientos revolucionarios, nosotros hoy debemos ir creando
sin pausa las condiciones objetivas para el cambio expresadas claramente en el
dictamen de Zaragoza de 1936.
PALABRAS FINALES
Queremos evitar aquí la impresión
de un relato anticipativo pero de cualquier modo es necesario que tomemos
conciencia en este congreso de los problemas que sin duda se presentarán en el
umbral mismo del tránsito revolucionario. En 1936, al advenimiento del golpe
fascista, la C.N.T. se enfrentó a los acontecimientos de Julio con los acuerdos
recientes del Congreso de Zaragoza y se vio desbordada desde las primeras
jornadas. El motivo fundamental fue que no teníamos previsto el problema de la
correlación de fuerzas en presencia. Ello se debió a que la C.N.T. salió de
Zaragoza entendiéndose a sí misma como única fuerza revolucionaria. Este hecho
volverá a darse en cualquier otra situación de tránsito. No deseamos ofrecer
hoy soluciones hechas, que no existen y que por tal razón serían ilusorias. El
tránsito de la nueva sociedad por otra parte, y como ya hemos dicho, aparece
lejano y el mero acercamiento al mismo exigirá de nuestra organización, de
nuestros militantes y de todo el movimiento libertario, un trabajo gigantesco y
continuado. No obstante sobre todo porque la finalidad es absolutamente
necesaria para mantener vivos y operantes los principios y las tácticas, este
tema deberá irse perfilando en los futuros congresos de la organización.
Fuente: CNT-AIT