IN MEMORIAM, PRO
PRAESENTIA TUA.
Otro gran valor del
anarcosindicalismo nos abandona:
JUAN GÓMEZ CASAS
(Septiembre, 2001)
Nos dejó en Madrid, el 28 de
agosto pasado, después de haber iniciado su viaje por los suelos de la Tierra
en el Burdeos francés de 1921, en el seno de una familia obrera y luchadora,
con la que vino, en su regreso a España, a la instauración de la II República y
donde comenzó sus primeras armas en la lucha social, acompañando a su padre,
miembro activo de la CNT, y militando en las Juventudes Libertarias, desde las
que, ya a sus 17 años, su impaciencia de luchador le llevó a enrolarse
voluntario, durante la Guerra Civil, en la Brigada Mixta 39 y a continuar,
después de la derrota, en la lucha clandestina, que se enfrentaba a los horrores
de la dictadura franquista, en tareas de coordinación organizativa y producción
y difusión de prensa anarquista. En esa brega y siendo Secretario General de
las Juventudes Libertarias y del Comité Peninsular de la FAI, cargos para los
que había sido nombrado en julio de 1947, en los plenos nacionales de la FAI
(Federación Anarquista Ibérica) y de la FIJL (Federación Ibérica de Juventudes
Libertarias), cuando regresaba, en enero de 1948, de una visita al exilio, es
apresado y, en julio de ese año, condenado a 30 años de cárcel, de los que
cumpliría encerrado más de la mitad. Estos largos años de encarcelamiento, en
San Miguel de los Reyes, y en los penales de Ocaña y Burgos, fueron
aprovechados por él de la manera más productiva que podría hacerse, en el cultivo
de su excepcional inteligencia, durante largas horas de reflexión y
aprendizaje, allegando materiales, haciendo ordenaciones críticas de textos y
de hechos y disponiendo ideas, planteamientos y discursos, con lo que mejor
pudiera servir, y de hecho sirvió, a la clarificación, consolidación y
desarrollo del movimiento libertario.
Excarcelado en 1962, pasa, en el
mundo del trabajo, por diversos oficios a los que la necesidad le obliga, por
el suyo propio de pintor y por el de contable de un hotel madrileño, pero su
tarea fundamental, la que en sí llevaba por capacidad intelectual y por
vocación y conciencia libertaria, fue la de escribir. En este quehacer, un
autodidacta profundo como él no podía por menos de chocar con el
intelectualismo academicista del consabido lote de “cascanueces vacías” que,
aupados en los consabidos pujos de cátedras imaginarias, le maltrataban
críticamente o le “perdonaban la vida” como historiador, si bien otras muchas
honestas gentes de la historiografía tuvieron y tienen en una alta estima la
labor histórica y sociológica de nuestro Juan.
Como hombre de letras, Gómez
Casas se mueve tanto en el campo de la creación, caso de Cuentos Carcelarios,
como en el campo de la investigación histórica, de la divulgación y de la
traducción, con una considerable cantidad de artículos escritos y más de cien
libros traducidos, tarea en la que, con frecuencia, utiliza el seudónimo de
Jacques de Gaulle, o en la escritura de prólogos e introducciones a libros de
temática anarquista con el seudónimo de Benjamín.
La relación de sus obras podría,
salvo error u omisión, rezar así: El ya citado Cuentos Carcelarios (Madrid,
1968), Los desheredados del Tío Sam (Madrid, 1968), Historia del
Anarcosindicalismo español (Madrid, 1968), El Apocalipsis (Madrid, 1969),
España 1970 (Toulouse, 1970), El Frente de Aragón (1973), Sociología e Historia
(Madrid, 1973), La Primera Internacional en España (Madrid, 1974), La Política
española y la Guerra Civil (Madrid, 1974), Situación límite (Madrid, 1975),
Autogestión en España (Madrid, 1976), España ácrata. Inventario al día
(Caracas, 1976, con Carlos Rama como coautor), Los Anarquistas en el Gobierno
(Barcelona, 1977), Historia de la FAI (Madrid, 1977), Anarquismo y Federalismo
(Madrid, 1983), Los Cruces de caminos (Madrid, 1984), Relanzamiento de la CNT
1975-1979, con un epílogo hasta la primavera de 1984 (Madrid-Paris, 1984), Las
horas decisivas de la guerra civil. Nacionalimperialismo y movimiento obrero en
Europa, hasta después de la Segunda Guerra Mundial (Móstoles, 1985), Sociología
del anarquismo hispánico (Madrid, 1988).
Su tarea de articulista y difusor
de ideas es igualmente de una riqueza extraordinaria, como puede constatarse en
sus colaboraciones en Cambio 16, en Triunfo, en EL PAÏS, en Sindicalismo, en
Historia Libertaria, en Castilla Libre, en CNT, en Espoir, en Frente
Libertario, en Solidaridad Obrera, en Tierra y Libertad de México, en Umbral,
en La Voz confederal de Rubí. Fue redactor-colaborador de la revista Adarga,
cuya temprana, casi inmediata, desaparición truncó una fértil y gran esperanza
de muchos confederales convencidos de que constituía un gran proyecto. Colaboró
también en La Historia de Abad, en fascículos.
En la década de los setenta, se
convierte en el representante más caracterizado y portavoz más adecuado de la
CNT, en el crucial momento de su espectacular despegue. Fue el primer
Secretario general de la CNT, todavía en los difíciles momentos de una
semi-clandestinidad y permisividad limitada (julio-agosto de 1976), y se
mantuvo en el cargo, hasta que, por insistencia suya, muy respetuoso él de los
plazos confederales, fue sustituido en abril de 1978. Su Secretariado fue
profundamente eficaz y feraz en todos los órdenes, presidiendo un gran momento
de la Organización en expansión e incidencia social. Fue el Secretariado de los
grandes mítines de San Sebastián de los Reyes, de la Plaza de Toros de Valencia
y del Montjuich barcelonés, y, asimismo, de aquellas riquísimas Jornadas
Libertarias que llenaron de vida, ideas y alegría el Cine Princesa, Las Ramblas
barcelonesas y el Parque Güell, en los esperanzadores momentos del julio de
1977.
Su gran clarividencia para el
análisis de situaciones concretas, su profunda capacidad de visión para
enjuiciar la distancia o relación de los sucesos político-sociales cotidianos
con las exigencias derivadas de los principios libertarios y sus tácticas y
estrategia, para deducir de ello la posición correcta de la Organización, fue
realmente providencial para la CNT, sobre la cual, ante su negativa a la integración
en el sistema, da ahora comienzo el gran acoso gubernamental, mediático, no
digamos ya eclesiástico y del conjunto de partidos y formaciones que nutrieron
la transición y se nutren de la misma: los Pactos de la Moncloa, el crimen de
Estado del “Caso Scala”, el asesinato de Agustín Rueda a manos funcionarios de
prisiones, las elecciones sindicales como estrategia de traslación del
parlamentarismo a la empresa y la consiguiente anulación del protagonismo
obrero, las políticas de pactos sociales, el Estatuto del Trabajador, las
maquinaciones de Martín Villa en la preparación del socavamiento ideológico de
la CNT y de la escisión encaminada a la obtención de una CNT “puramente
“sindicalista”, a su medida....
Fue, precisamente en estos
momentos, cuando nuestro Juan desplegó una energía indomable, concretada en su
comparecencia y enfrentamiento en todos los lugares de la confrontación:
artículos de refutación y clarificación, debates públicos, tribunas
universitarias, escolares, vecinales, obreras. Prácticamente, toda la geografía
del Estado español fue literalmente pateada por Gómez Casas. Desde la Línea
andaluza al norteño Bilbao, desde el rincón mediterráneo de Alicante o Murcia a
los aires galaicos, fueron muchos, muchísimos los pueblos que escucharon su palabra,
las gentes obreras con las que convivió y debatió, y su voz se dejó también
escuchar, plena de sentido y rica de orientación, en los ámbitos de la
Mutualité parisina o en las tribunas de nuestro exilio confederal de Toulouse o
Burdeos. Dondequiera que hubiera CNT y sus problemas, allí estaba Juan.
Una de las facetas de mayor
resalte en Juan Gómez Casas fue la profunda internalización de la esencia
revolucionaria del anarquismo en general y del anarcosindicalismo en concreto,
su fina sensibilidad para percibir cualquier forma de reformismo y para
visualizar el crucial peligro que tales apariciones representaban para el ser y
el existir del mundo libertario en general y de la Confederación en concreto.
Lo fue ya en la detección de la postura correcta durante la escisión de 1945 en
el exilio confederal y su repercusión en España, con su adscripción a las
Juventudes Libertarias de Centro, de carácter antipolítico y
anti-colaboracionista, y con su actitud crítica ante aquellos que, incluso
después de la falsa “unidad” confederal fabricada en el Congreso de Lyon
(1961), apenas si dos años más tarde y en nombre de la “eficacia”, conspiraban
y maquinaban, cerca del ministro franquista José Solís y con Juan López, el
ex-ministro cenetista de la guerra, a la cabeza, el pacto de los “cinco
puntos”, aquellos cincopuntistas, marginados de la Organización, que poblaron
el sindicato vertical franquista por apenas una docena de inútiles despachos y
que recibieron, de propina, una,
igualmente inútil, cooperativa de tranvías en Valencia, sin ningún resultado
positivo para la clase obrera, sino al contrario, y con gran escándalo de los
trabajadores que veían, de este modo, cómo se ensuciaba el nombre de CNT.
Pero oigamos a Juan Gómez Casas,
“Juanito”, como, cariñosamente, le llamaban los compañeros de Madrid,
enfrentándose críticamente a tamaña maniobra: “Llegaron entonces a mis manos
dos números de la revista Comunidad Ibérica, editada por Fidel Miró en Méjico,
en los que se hacía una exposición favorable al pacto ya aludido. Creo que ésta
se debía a compañeros exiliados, que, desde la lejanía, no comprendían la
problemática y daban su visto bueno a algo que, según se les daba a entender
desde Madrid, podía contribuir a forzar una apertura del régimen franquista.
Ante la confusión reinante, envié un artículo a Fidel Miró...en el que intenté
desmontar la argumentación de los favorables al pacto y presenté una visión
diametralmente opuesta al mismo...Infería yo que la cobertura y el apoyo
incondicional que se daba a aquel grupo [de Madrid] identificado [por los
hombres del exilio partícipes en la maniobra] con “la militancia en general”,
significaba una grave falta de consideración para los millares de hombres
dispersos que jamás confiaron en la colaboración ni en el diálogo apuntado ni
en la posibilidad de una democratización espontánea o inmanente de las
instituciones franquistas, incluida la organización sindical. La mayoría, que
estaba en contra, decía yo, creía que no podía haber garantía en ninguna ley
promulgada por el régimen franquista, porque era un flagrante contrasentido que
el Estado pudiera “dictar” una ley sindical y que de ese “dictado” pudieran
derivar la democratización, la autonomía y la libertad de los sindicatos
oficiales” (Los cruces de caminos, 1981, pág. 70).
También hay que resaltar la
oposición de Gómez Casas al sindicalismo neutro. Dice él, refiriéndose
críticamente a José Luis Rubio, defensor, en la revista Sindicalismo (números
4-5 de julio 1975) del sindicalismo político-reformista: “Dije que parecía cultivar
conscientemente la confusión terminológica porque, en realidad, “sindicalismo a
secas no quiere decir nada”. Éste puede ser, decía yo, como el actual de
España, vertical, corporativo-fascista, o comunista, socialista, anarquista o
católico. La gran incoherencia de Pestaña estuvo ya en 1927, cuando intentó
hacer de la CNT un continente, es decir, algo susceptible de aceptar diversos
contenidos, o ninguno; o lo que es igual, un sindicalismo neutro. Esta
incoherencia dejó de serlo cuando, por fin en 1934, Pestaña enseñó sus cartas
al crear el partido sindicalista... y fracasó estrepitosamente porque la CNT le
volvió la espalda” (Los cruces de caminos, pág. 146-47).
Su honestidad intelectual y su
respeto y defensa del ideario anarquista y anarcosindicalista le hizo
enfrentarse a prohombres de la historiografía oficial que, al tratar los temas
libertarios, deformaban gravemente su sentido. Dice de Antonio Elorza: “En el
capítulo [se refiere a un artículo suyo, de Juan, en Triunfo], trato,
implacablemente, el tratamiento elorziano, todas sus anfibologías, sutiles
deformaciones, errores de interpretación...sus galimatías, al mezclar
anarquismo, anarcosindicalismo, sindicalismo revolucionario, sindicalismo a
secas, sindicalismo político etc.; su intento implícito de identificar a la CNT
con ese sindicalismo a secas, cuando él sabe que las ideas-fuerza del
anarquismo están en la CNT y por eso es anarcosindicalismo...” (Los Cruces de
caminos, p. 158). O cuando manifiesta, con relación a L. Álvarez Junco: “A pesar
de lo curioso del título del libro, A. Junco había escrito un texto aceptable
sobre el anarquismo en España y ello le había puesto en cierta manera de moda
en el instante mismo de la aparición del libro. Pero, en las numerosas
apariciones públicas que haría, con posterioridad, en charlas y conferencias
sobre el tema, empezó a marcar una postura crítica y un tanto denigratoria con
relación a aquel mismo anarquismo, y ello le valió bastantes enfrentamientos en
medios universitarios y culturales.” (Los Cruces p. 160).
Consciente de la utilización
instrumental que de los términos libertarios se viene haciendo por parte de
algunos, en una interesada práctica usurpatoria que apunta a alcanzar
determinados beneficios materiales de carácter concreto, nos dice Juan: “No
importa que algunos grupos, que, en el fondo, no son autogestionarios, inserten
esa definición en sus programas. Las palabras tienen una dinámica interna que
no se puede traicionar. Quienes no puedan explicar o desarrollar,
satisfactoriamente, hasta sus últimas consecuencias, el concepto de autogestión
quedarán atrapados en sus contradicciones...” (Historia de la FAI, 1977, pág.
299).
La situación de cese de Gómez
Casas como Secretario General de la Confederación, en su primer mandato, fue de
graves consecuencias por la calidad y comportamiento de su sucesor y por la
detección de los “grupos paralelos de afinidad anarcosindicalista”, así como de
otros tipos de penetración tanto en la CNT como en la FAI, conspiradores todos
ellos en el interior de la Organización y preparadores de la inmediata
escisión. Sin embargo, el cargo de director del CNT, para el que había sido
nombrado (1980-81), le permitió jugar un papel de relieve en el
desenmascaramiento de esta conspiración y en la calificación y definición de la
misma. En su obra El relanzamiento de la CNT 1975-1979.- con un epílogo hasta
primavera de 1984, desarrolla todos estos gravísimos problemas a los que se
enfrentaba la Organización y que, “aunque el tronco de lo que constituye la
esencialidad de CNT seguía resistiendo, los embates que le llegaban, uno detrás
de otro, la afectaban gravemente”. Tal desarrollo Juan Gómez Casas lo lleva a
cabo con esa pulcritud intelectual y ese acendrado espíritu militante que le
acompañó en toda su existencia confederal y anárquica. Así, responde, en EL
PAÍS de 30-4-79, a las tergiversaciones de Alfons Quintá (corresponsal del
periódico), que insiste en la denominación de “anarcosindicalistas” para los
autollamados “grupos de afinidad anarcosindicalista”, anunciando ya una
escisión inminente, promovida por aquéllos de los que ya, después del Pleno
Nacional de Regionales de la CNT, de 30-3 al 1-4 de 1979, que trata la
cuestión, en un informe de la Secretaría de Organización del comité Nacional
para la comisión investigadora del caso, se dice que “se proponen sustituir el
anarcosindicalismo propio de la CNT por un sindicalismo revolucionario de
orientación marxista, estrictamente limitado a cuestiones reivindicativas,
meramente económicas”. Y recoge, allí, Juan un artículo de Beltza en el CNT nº
27, en el que, refiriéndose a las falsedades de Alfons Quintá y a sus falsos
informadores, se hacía eco de la campaña orquestada, en connivencia con la
prensa burguesa, que tendía a hacer creer que los por ellos denominados
“puros”, o sea, los militantes que defienden la esencia de la Organización,
eran un grupo de pasotas y terroristas que querían hacer de la CNT un
grupúsculo violento.
En definitiva, se preguntaba el autor: “¿Por
qué tanto empeño por parte de la Prensa en identificar a los “puros” con
terroristas y a los “paralelos” con auténticos sindicalistas?” (ver
Relanzamiento..., pág. 201). Y veamos ya, por seguir delineando su perfil
revolucionario, a Juan hablando de la sesión del viernes 13-12-79 del V
Congreso: “Yo hablé de numerosas reuniones que se daban dentro y fuera de los
límites del Congreso. Se confirmaba que el Secretariado permanente del Comité
Nacional, por completo desentendido, desde la segunda o tercera jornada, de la
suerte del Congreso, jugaba sus propias bazas, contactaba con elementos afines,
proyectaba en el Congreso las alianzas que, en capítulos anteriores, empecé a
referir como hipótesis, pero que ahora ya se confirmaban plenamente. Un grupo
de sindicatos, conectado alrededor del Secretariado permanente del Comité
Nacional, había llegado con propósitos preconcebidos de hacer prevalecer su
visión de las cosas, o, por el contrario, romper el Congreso... Las reuniones
por los pasillos y fuera del edificio se concretaron en una acción común
definida, el viernes 13 por la tarde...Enterado del propósito que les guiaba,
intenté disuadirlos, hablándoles de responsabilidad y de la posibilidad de
arruinar el Congreso, pero fue inútil. Estaban dispuestos a llevar a cabo la
última fase de un plan previsto de antemano y con anterioridad al Congreso.
Otros hechos posteriores al
Congreso así lo confirmarían...Tres días después de abandonar el Congreso los
53 delegados, es decir, el lunes 17 de diciembre de 1979, el periódico Diario
de Barcelona publicaba ya una nota suscrita por una “Comisión Técnica
Impugnadora del V Congreso”, en la cual se daban las razones de la impugnación.
Uno de los firmantes era Francesc Boldú, secretario de organización del
secretariado permanente del comité nacional [saliente]. Es decir, se había
aplicado, con la máxima diligencia, un plan previsto de antemano. Esto venía a
confirmar que la delicada situación de la Organización, en todo este tiempo,
con la primera culminación del ataque a los paralelos, no había resuelto,
definitivamente, la problemática de la CNT” (Relanzamiento...pág. 228). Y
termina Juan, refiriéndose a la pretensión “renovadora” de los escisionistas:
“La CNT se ha renovado a sí misma de congreso a congreso, se ha ido
enriqueciendo con la consideración de problemas aparecidos al hilo de la
evolución y de los cambios experimentados en el mundo. Entonces, ¿qué quiere
decir, en realidad, “CNT renovada” o “Renovación”?. ¿No querrá decir justamente
lo contrario de lo que pretende?. Porque nosotros sólo podemos avanzar y
profundizar en los problemas a partir de la esencialidad o razón de ser
profunda de la CNT. ¿Qué quiere decir entonces paleo-anarquismo?. Dado que
anarquismo sólo hay uno, no puede haber un anarquismo “renovado” que acepte el
Estado o los chanchullos de los políticos, o un anarquismo que, para hacerse
aceptar, tenga que renunciar a sus esencias. Este es el caso de CNT”.
Juan, íntimo Juan nuestro,
queremos hablarte donde estés o estás, o sea, en el corazón de todos los
hombres y mujeres que te han querido y acompañado y te siguen queriendo y
acompañando. Juan, querido Juan, queremos conversar contigo, para que la
memoria de ti no sea ausencia, puro expediente de células cerebrales pasado a
la palabra hueca, sino activa presencia dentro de nosotros. Juan, amigo, ¿qué
decirte? A veces, hasta las palabras dan asco. Así que, sólo gracias, gracias
por tu luz y por tu ejemplo.
Extraído del libro: Reflexiones para la acción III, págs 121-129 de
José Luis García Rúa