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miércoles, 5 de junio de 2013

CONTRA EL DIRIGENTE


CONTRA EL DIRIGENTE

Importantes personajes han desfilado por los medios de comunicación últimamente, unos en papamóvil otros en féretros y, algunos, erigidos por los media progresistas como nuevos gurús entre un montón de micrófonos. Si alguien alberga alguna duda de quién estamos hablando, nos referimos a Hugo Chávez, el papa Francisco I (Paco a partir de ahora) y Ada Colau, figura insigne de la lucha contra los deshaucios como portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.

Muchos se llevarán las manos a la cabeza por comparar a semejantes figuras. ¿Cómo podemos comparar al Papa, representante de una de las instituciones más reaccionarias y conservadoras a lo largo de la historia, con un revolucionario y una activista? Uno se nos ha presentado como un líder revolucionario de los pueblos oprimidos de América Latina y, la otra, como una activista social que invierte su tiempo en luchar contra una de las injusticias más palpables de esta crisis, los deshaucios. Incluso habrá algunos (menos, pero seguro que los habrá) que dirán que es un error poner al mismo nivel a una activista ciudadana, defensora de la democracia y sus valores, secuestrada por los malvados mercados, con un líder populista que ha hechos guiños amenazantes a la democracia representativa; siendo el caso a la inversa la de los seguidores de la revolución bolivariana, que dirán que es absurdo equiparar las conquistas revolucionarias arrancadas al capitalismo y al imperialismo yankee encabezadas por Chávez con las peticiones ciudadanistas, parciales, que acaban legitimando la democracia burguesa y sus miserias de Ada y su plataforma.

Pues bien, para nosotros es exactamente lo mismo. Pequeños matices pero, a grandes rasgos, la misma mierda: líderes en los cuales las personas delegan, negándose como personas libres y autocapacitadas y reconociéndose como necesitadas de ser dirigidas, cual rebaño, por el buen camino, personas al fin y al cabo que caen en la muerte en vida que supone renunciar a su libertad. ¿Qué revolución, qué lucha social puede ser mejor controlada y manipulada que aquella en la que los líderes revolucionarios son ensalzados por los medios de comunicación? Positiva o negativamente.

 Así, la nueva oligarquía parasitaria del Estado venezolano y su petroleo (boliburguesía) que ha desplazado a la burguesía occidental, convertida en nuevo lobby ha alimentado a través de sus medios informativos el culto a la personalidad de Hugo Chávez.

Mientras que por otro lado, los medios de comunicación europeos y estadounidenses conservadores y liberales, atacan a la figura de Chávez. O con Chávez o contra él, esa falsa dicotomía desplaza y enajena la acción del pueblo como algo secundario (su imagen es sólo utilizada como muestra del hoolinganismo de los seguidores de Chávez).

Un proceso revolucionario iniciado desde el Estado no es nada, sino mero espectáculo. Un capitalismo de Estado más amable, pero la misma tiranía y una nueva clase dirigente dispuesta a perpetuar las desigualdades. La creación de estos líderes, dirigentes y demás representantes es posible gracias a la transimisión de la propia representatividad a otra persona: cedemos nuestra capacidad de representarnos a nosotros mismos a otra persona, cediendo parte (mayor o menor) de nuestro poder de decisión y actuación.

Nos libramos, de este modo, de nuestra responsabilidad lo que nos permite acoplarnos en una cómoda postura infantil. Nuestra libre decisión se ve sustituida por la adoración a un ente externo (que puede ser el líder de turno o incluso el Estado), convirtiéndose sus actos en aquello que nosotros pensamos y defendemos, en el modelo de nuestros actos. Sea el representante de Dios en la Tierra, el representante de los parias en el gobierno o la representante de los/as desahuciados/as gracias a sus habilidades como política: sea por lo que sea, se reconoce como una autoridad que, por determinada superioridad con respecto a nosotros, tiene derecho a hablar por nosotros.

Aludir a que nos sentimos identificados por lo que dice es eliminar las diferencias que nuestro discurso pudiera tener con el suyo por la fascinación que nos provoca el rol de autoridad que desempeña. La construcción de un líder, lejos de ser racional, está marcada por la adhesión emocional movida por cuestiones carismáticas; esto nos condena a estar en manos de politicuchos entrenados en retórica.

Por si esto fuera poco,dado que es imposible identificar cada faceta de nuestra vida con un ente externo, nos vemos obligados bajo un lider a renunciar a esas facetas que no se ven integradas en su figura. Así, Hugo Chávez consigue plantear el anticapitalismo como el único fin último de la revolución verdadera, el nuevo Papa deshecha todas las facetas de la vida que no sean la religiosa y Ada Colau presenta como transformadora la lucha contra los desahucios, renunciando a ver la causa del problema y centrando la atención exclusivamente en la consecuencia como si se pudiera solucionar una sin la otra. El ideal de la revolución social integral, del individuo consciente que analiza todas las relaciones de dominación que encontramos en las distintas facetas de la vida para liberarse de ellas, se ve reemplazado por idealizaciones de personas que encarnan sólo una lucha parcial para poder aglutinar a más gente.

Por suerte, somo aún muchos los/ as que no nos dejaremos dominar, los/as mas que no estaremos dispuestos a renunciar a nuestra vida, los/as que siempre atacaremos a cualquier lidercillo o dirigente que nos intenta guiar como un rebaño. Somos aquellos a los/as que tacharán de locos/ as por querer ser plenamente responsables de nosotros/as mismos/as y de nuestros actos aunque eso implique muchas veces sacrificios y disgustos, somos los/as hemos luchado, luchamos y lucharemos por la anarquía.

Fuente: Periodico anarquista Impulso

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