Floreal Rodríguez de la Paz –
anarcosindicalista de Alcoy
Cuando comenzaron a sonar los
disparos de los vigilantes del penal del Puerto de Santa María Floreal supo, en
ese mismo instante, que su fuga había fracasado y tenía que entregarse. Otra
suerte diferente tuvo su compañero de prisión, Eleuterio Sánchez, que pudo
saltar el muro de la cárcel gracias a un repentino cambio de planes, en el
último instante, que el propio Floreal le indicó para ganar unos segundos
vitales y no levantar las sospechas de los guardias.
Atravesó, de regreso, el boquete
de ochenta centímetros que él mismo había abierto momentos anteriores donde ya
le esperaban los carceleros. De camino a una mazmorra de castigo se sucedieron
los golpes con puños y llaves gruesas y así acabó para él aquélla Nochevieja de
1970. Durante los ocho meses siguientes vivió en un habitáculo que le permitía
caminar tres pasos seguidos, realizar sus necesidades en un agujero del suelo y
alimentarse con lo que le suministraban por una gatera de la puerta.
Hacía casi tres años que se
encontraba preso y aquel fue su primer intento serio de fuga. Los preparativos
los diseñó a conciencia y, aún así, tuvieron que retrasar la fecha una semana
por un fortuito accidente que, precisamente, tuvo Eleuterio en mitad del patio.
La cuerda necesaria la tejió de hilo perlé, veinticuatro metros, en el taller
de manualidades, la disimuló enrollada en su cuerpo a modo de faja, ahora la
cuerda se exhibe en el Museo de Prisiones.
La condena que pesaba sobre
Floreal era de veinte años, dictada por un tribunal militar en Valencia al
aplicársele la Ley de Bandidaje por pertenecer a una cédula anarquista; tras el
recurso le rebajaron dos años la pena. Fueron siete los condenados, cinco de
Valencia y dos de Novelda. Quizás la cercanía del mayo francés de ese mismo
año, el sesenta y ocho, del que habían transcurrido tres meses, influyera en la
severidad de las penas.
Su 'militancia' en el anarquismo
la heredó de su padre, un ferroviario de Manzanares, que perteneció a la
CNT/FAI durante la contienda civil y, al finalizar ésta fue detenido y
condenado a muerte, aunque fue después indultado, cuando su hijo Floreal ya
tenía nueve años; se trasladó a Novelda donde tenía una hermana, finalmente
reagrupó allí toda la familia. Aunque a su padre no le escuchó directamente
hablar de anarquismo, su conducta y sus ideas reflejaban su espíritu y él lo
asimiló pronto.
Floreal comenzó sus primeros
trabajos en la agricultura, a los treces años, pero su curiosidad innata le
lleva a colarse en una empresa de reparación de electrodomésticos en Aspe y,
posteriormente, se hace conductor con carnet internacional. Sus viajes al
extranjero le posibilitaron la visita a los ateneos libertarios, a seguir
estudiando y formarse dentro de las ideas libertarias. Esta andadura le lleva a
un planteamiento vital: «El anarquismo es la única forma de vivir en paz
todos».
Después de una experiencia de
tres años en Alemania, trabajando siempre como transportista, lo que compagina
con sus actividades culturales y políticas en pro del anarquismo, donde llegó a
crear un Ateneo Libertario, decide regresar a España porque es aquí donde hay
que actuar contra la dictadura. Pasa a tener su propio camión lo que le aumenta
en autonomía y libertad de movimiento para que nadie lo controle.
Fue en Inglaterra, en un control
de la Scotland Yard, donde le desmantelan el camión buscando armas, -todavía se
ríe cuando lo recuerda-; les dijo que si estaban locos porque lo lógico hubiese
sido llevarlas de Inglaterra a España, no al contrario. Pero el fallido
registro salta a los periódicos y su detención es publicada en el diario La
Verdad. Su captura fue inminente, porque no se ocultó, a pesar de que sabía que
ya estaba fichado, se le acusaba de «ser libertario y tener vínculos con grupos
armados».
Su primera prisión fue la cárcel
de Valencia donde desde el primer momento comienza a estudiar una posible fuga
que, finalmente, es descubierta y supuso su traslado al penal de l Puerto de
Santa. María. Allí conoció a Eleuterio Sánchez, el Lute, que no mostró mucha
confianza en los planes que Floreal le propuso, aunque ya se había fugado seis
veces. La comunicación con él fue difícil, Eleuterio no había trabajado nunca y
le faltaba un punto de disciplina, no había tenido una vida de trabajo.
Finalmente lo intentaron y para Floreal supuso, tras ocho meses en una
mazmorra, su traslado al penal de Cartagena, una cárcel peor que la de Cádiz.
Las condiciones allí llegaban a las torturas psicológicas, le entregaban
libros, incluso de Bakunin, pero solo le permitían leer por la noche, cuando
apagaban la luz.
La casualidad quiso que a esa
misma prisión llegase el Lute, capturado a los dos años y medio de aquélla
fuga; las autoridades de Madrid deshicieron rápidamente la unión trasladando a
Floreal a Soria y, posteriormente, a Segovia. En la cárcel castellana era
normal la presencia de presos de ETA, Grapo, Frap y otros grupos, tras una
asamblea de las habituales Floreal les dice: «Entre todos los que estamos aquí
sumamos más de dos mil años de cárcel, ¿pensáis aguantar sin intentar una
fuga?». Y así volvió a su actividad carcelaria favorita: buscar la libertad.
Tras la preparación del plan, fueron los propios etarras quienes le impidieron
unirse al grupo que logró fugarse, por las diferencias en el plan una vez en la
calle. Se escaparon veintinueve reclusos, pero fracasaron debido a la
existencia de un topo. Un anarquista murió por disparos de la Guardia Civil.
Las autoridades penitenciarias de lo que más se extrañaron fue de la presencia
de Floreal entre los no fugados, aún así lo trasladaron a la cárcel de Jaén,
donde le llegó la amnistía tras la muerte de Franco.
Había sido detenido el 31 de
agosto de 1968, salió de la última prisión el 19 de agosto de 1976, cumplió
casi ocho años de la condena que el tribunal militar le impuso por anarquista.
Regresó a Novelda y, a los pocos meses, estaba trabajando con su camión y por
sus ideas, con libertad plena pero siempre con las miradas de sospecha de otros
grupos políticos, incluso de izquierdas.
En la actualidad está jubilado,
vive en Alcoy, su compañera sentimental es Salomé. Es el secretario general de
la CNT en esta localidad desde el año 2000 en el que se produjo un cambio en la
estructura. Junto a su compañera son redactores de la revista 'Siembra' en la
que escriben y analizan la realidad, explican sus ideas y no falta la crítica.
Quieren cambiar la vida, llegar a ese estado de ausencia de poder que proponen
los anarquistas. Me cuenta que está preparando sus memorias donde quiere
reflejar con claridad lo acontecido en sus intentos de fuga en el Puerto de
Santa María y Segovia, así como han silenciado la realidad de los anarquistas
de aquél momento.
«Yo soy libertario -me dice al
inicio de la entrevista- y tú ¿que ideología tienes?», y la pregunta no me
molesta, al contrario, menos viniendo de quién viene.
Fuente: http://www.laverdad.es/alicante/v/20121203/provincia/floreal-rodrguez-libertario-20121203.html
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