Alfonso Guerra medió como vicepresidente para que a UGT le
vendieran patrimonio inmobiliario del Estado
El almeriense Francisco Soler ocupaba el cargo de sudirector
general de Patrimonio del Estado en los años ochenta, y ha relatado a Noticias
de Almería las presiones ejercidas desde la vicepresidencia del Gobierno que
entonces ocupaba el socialista Alfonso Guerra, para que el sindicato UGT se
hiciera con bienes inmuebles de propiedad pública.
Soler conocía
personalmente a Guerra porque fueron ambos diputados en el Congreso en las
Cortes Constituyentes, abandonó poco después la política y reingresó en el
cuerpo de funcionarios del Estado, donde estuvo de director de Programas, luego
de subdirector y finalmente de director general.
En el momento en que
ocupaba la subdirección se trabajó en un proyecto para inventariar todos los
bienes estatales, con el fin de posteriormente vender aquello que resultara
innecesario o improductivo. Eso ocurría entre los años 1983 y 1984, en la
primera legislatura del PSOE.
Recuerda Soler que
había sido cesado el director general, y el sustituto había invitado a todo el
equipo a un almuerzo en la Taberna Alabardero, en lo más castizo de Madrid.
Pues bien, en mitad de la comida entró un camarero preguntando por él,
pidiéndole que saliera a atender el teléfono porque al otro lado esperaba “el
vicepresidente del Gobierno”, lo que -señala- dejó bastante impresionado a su
flamante jefe.
En realidad era la
secretaria de Alfonso Guerra quien estaba al aparato, que en nombre suyo le
solicitaba que atendiera a su hermano Juan al día siguiente, a lo que
“lógicamente” se avino, tratándose del “vicepresidente” quien lo pedía.
Juan Guerra, ell hermanísimo que más tarde sería conocido
como “el de los cafelitos” y cuyas actuaciones dieron origen a la tipificación
del delito de tráfico de influencias, iba acompañado de un sindicalista de la
UGT bastante importante a nivel estatal, y el motivo de la reunión era que
querían comprar ya los bienes que iba a desamortizar el Estado.
Soler les intentó
explicar que las cosas no iban así, que por el momento lo que se estaba
haciendo era el registro de bienes y que aunque estaba prevista su venta, aún
tenía que dar el visto bueno el ministro en cuestión, y que aún así tendría que
hacerse la enajenación conforme a la Ley.
La respuesta del sindicalista fue que “traigo aquí el
dinero” y daba por hecho que el “negocio” prácticamente se iba a cerrar en ese
mismo momento, cuando como se ha indicado, la posible venta era un proyecto que
no se había hecho público oficialmente.
La respuesta negativa
no convenció a Juan Guerra, que -dice Soler- siguió insistindo durante más de
un mes con visitas casi diarias a su despacho para presionar con el fin de que
se le vendiera a ese ugetista bienes inmobiliarios públicos.
Al final el registro se termino de realizar pero el proyecto
de efectuar una venta masiva de bienes no se hizo, aunque sí se han ido
enajenando poco a poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario