Un exdiputado denuncia el pago de sobresueldos en la cúpula
del PP
Jorge Trías Sagnier, diputado del Partido Popular en la
legislatura 1996-2000 y actualmente abogado en ejercicio, denuncia en un
artículo que hoy publica EL PAÍS la existencia de sobresueldos de hasta 10.000
euros al mes que se repartían en la cúpula del PP. El dinero, según esta
versión, se entregaba “en efectivo y en sobres”, y la cantidad variaba en
función de los “cargos y las responsabilidades”. El relato de Trías Sagnier, el
primero avalado con nombre y apellidos desde que estalló el escándalo de los
sobresueldos opacos, sostiene que los extesoreros del PP Álvaro Lapuerta (de
1993 a 2008) y Luis Bárcenas “llevaban una contabilidad B tanto de las
donaciones personificadas como de las anónimas, y de a quiénes o a qué
menesteres se destinaba ese dinero” —esto es, “una lista de donantes y
receptores”—.
El exgerente y
extesorero nacional del PP Luis Bárcenas, con quien Trías Sagnier declara tener
amistad, ha sido el hombre clave en las finanzas del PP durante 20 años.
Apartado de los cargos por su imputación en el caso Gürtel, la investigación
judicial ha destapado que llegó a ocultar hasta 22 millones de euros en cuentas
suizas junto con otros socios aún no identificados; una parte importante de
este dinero ha sido regularizado gracias a la amnistía fiscal.
Las cantidades variaban
en función de los cargos y las responsabilidades
Tras conocerse esta
semana su fortuna oculta en Suiza, saltaron a la luz las acusaciones vertidas
por el entorno de Bárcenas de que la cúpula del PP recibía los citados
sobresueldos, extremo negado por los máximos dirigentes populares. El abogado y
exdiputado del PP señala que la recepción de este dinero, en caso de no haber
sido declarado, no implica necesariamente un delito, debido a que la cuota
defraudada quedaría por debajo del umbral delictivo.
Trías Sagnier, cuya
mediación en el caso Gürtel entre el juez Pedreira y Rajoy generó polémica hace
un año, reconoce en Luis Bárcenas un amigo con quien ha recorrido “montañas y
tenido larguísimas conversaciones”.
El exdiputado popular
pide tanto a Dolores de Cospedal como a Mariano Rajoy que, aunque ellos hayan
acabado con la práctica del reparto de sobres para la cúpula del partido, den
explicaciones en detalle a los ciudadanos y a los propios afiliados y miembros
del PP. Que aporten toda la información de la que disponen para despejar las
dudas que han surgido sobre lo sucedido en el seno del Partido Popular. “Si no
creemos en quienes gobiernan la nación, ¿cómo podrán soportar los ciudadanos
tantos sacrificios como se les están exigiendo?”, concluye.
Lee el artículo
completo de Jorge Trías Sagnier:
¿Sombras o certezas?
JORGE TRÍAS SAGNIER
Todo son lugares comunes pero nadie, ni desde el Gobierno o
los partidos afectados, ha dado una explicación convincente de lo que está
ocurriendo. Quizás, la vicepresidenta Santamaría: “A mí, que me registren”.
Porque ella, y algún otro u otra ministra o ministro, sí que están limpios de
polvo y paja. Este asunto viene de lejos y no se ha querido —porque se pudo—
resolver. Ahora ya no es tiempo de lamentos sino de explicaciones. Y rápidas.
En la primera
legislatura de Aznar, la VI, había una Comisión o Subcomisión en el Congreso a
la que yo pertenecí en la que estaban el diputado socialista Fernández Marugán,
Jaime Ignacio del Burgo y alguien más que no recuerdo. El escándalo Filesa, que
tanto azuzó el PP —y Rato especialmente—, era aún un asunto muy cercano. Los
socialistas lo habían pagado caro y Marugán, hombre cabal, barbado y honesto,
era muy consciente de ello. Decidimos que había que modificar el sistema de financiación
de los partidos políticos y la ley que lo regulaba.
Recuérdese que
estaban permitidas entonces las donaciones anónimas. Así se financiaban, además
de las asignaciones públicas, prácticamente todos los partidos, lo cual daba
lugar a todo tipo de corruptelas, enjuagues y corrupciones. No fue posible
entonces acabar con ese sistema. No se quiso poner el cascabel al gato. Y,
desde luego, había gato encerrado. CiU, de quien dependía el PP para poder
gobernar, se opuso rotundamente. Si mi memoria no me falla, las donaciones
anónimas terminaron en la etapa de Zapatero, que no todo lo hizo mal, ni mucho
menos.
Ahora el PP, y
especialmente su extesorero Luis Bárcenas —con quien he recorrido montañas, he
tenido larguísimas conversaciones y a cuya amistad no renuncio sea cual sea su
futuro—, están sometidos a un escrutinio lógico. Deben, pues, aclarar y
explicar el sistema de financiación para que podamos creerles. Y la oposición,
toda ella, debe también contar públicamente —el Partido Socialista especialmente—
si usaban, así mismo, de esas malas prácticas.
Hace aproximadamente
un año publiqué un artículo en este diario que tuvo una enorme repercusión en
el que contaba algunas cosas que sabía por haber intentado ayudar al juez
Pedreira, enfermo y sin medios materiales en el juzgado, que intentó realizar
una investigación clara. Pudo a medias. En el PP sentó muy mal ese artículo
mío. Afortunadamente, ahora, el juez número 5 de la Audiencia Nacional, Pablo
Ruz, siguiendo la estela de lo que había iniciado su antecesor Baltasar Garzón,
intenta aclarar el escándalo de la financiación del Partido Popular. Confiamos
muchos en que ni la Fiscalía Anticorrupción ni el juez se arredrarán ante las
presumibles presiones que van a sufrir. El fiscal general es hombre cabal y con
arrestos, y el juez es hombre lento, pero seguro.
¡Vaya historia!: el
juez que inició la investigación, honrado en toda Hispanoamérica y en la Corte
Penal Internacional, Baltasar Garzón, fue apartado y condenado por unas
escuchas que, a mi juicio, fueron muy limitadas y estaban más que justificadas.
Y el juez del Tribunal Superior de Justicia, Antonio Pedreira, quedó postrado
en el lecho del dolor y olvidado. La dignidad tiene su precio. Pero la verdad
se va abriendo paso.
Sigamos, pues, con lo
que quiero decir. Al margen de lo que hagan los fiscales y jueces, el Partido
Popular tiene que explicar con pelos y señales los medios con los que se
financiaban. Francisco Álvarez-Cascos, ex secretario general; Ángel Acebes,
excoordinador general; Javier Arenas y María Dolores de Cospedal, sucesivos
secretarios generales del PP; líderes autonómicos afectados por este caso u
otros; y, por supuesto, José María Aznar y Mariano Rajoy, presidentes sucesivos
del PP, deben dar una explicación convincente. Por supuesto, también deben
hacerlo Álvaro Lapuerta, Luis Bárcenas, otro tesorero cuyo nombre no recuerdo
que le sucedió interinamente, Romay y la actual tesorera.
No podemos tener esa
desagradable sensación de que fuimos ingenuamente engañados quienes les
defendimos en medio del tornado. Ellos tienen los documentos o información
suficiente. Llevaban esa contabilidad B, cuando la hubo, de las donaciones
personificadas y de las anónimas —legales hasta hace unos cuatro o cinco años—
y de a quiénes o a qué menesteres se destinaba ese dinero. No pueden esconderse
ni mentir.
Y todos los
destinatarios deberían hacer públicas sus declaraciones de renta para que la
Agencia Tributaria determine si estaban declaradas. Y en el caso de que no lo
hubiesen sido, y si incurrieron en un posible delito fiscal, que la Agencia
Tributaria envíe el asunto al Juzgado numero 5 que, según parece, es
indiscutiblemente el competente.
Por lo que yo pude
saber, y ya conté en estas páginas de forma sucinta, sí se entregaban sobres
con dinero en efectivo que servían como complemento del sueldo que percibían
algunos dirigentes. Creo que la cantidad máxima eran unos 10.000 euros al mes o
su equivalente en pesetas antes de la moneda única. De ahí hacia abajo se
percibían cantidades menores, según los cargos y responsabilidad. La mayoría de
diputados y dirigentes del PP no percibía nada de esas cantidades. Y es por
ellos, y especialmente por quienes les votaron, por lo que deberían dar una
explicación, tanto Cospedal como Rajoy, que son quienes ahora dirigen el
partido.
Es posible que ellos
acabasen con esas malas prácticas, es posible, pero también deberían explicar
si al principio de sus mandatos respectivos percibieron alguna cantidad de esa
opaca procedencia. En resumen: queremos saber la lista de donantes y la de
receptores. Nos la deben quienes fueron nuestros dirigentes, amigos algunos de
ellos, e incluso aquellos que, pase lo que pase, lo seguirán siendo.
Es posible que
ninguno de los perceptores, si no hubiese declarado esas cantidades que recibían
en metálico, haya incurrido en delito fiscal, pues la cuota posiblemente
defraudada, por lo que yo conozco, no llega al límite del delito. Pero en
cualquier caso el escándalo está servido y España y los españoles, tenemos
derecho a conocer lo que se hizo con ese dinero público. Y Bárcenas, que tiene
un buen abogado, debería explicar de dónde salía ese dinero y si las empresas
que se acogieron a la amnistía fiscal eran suyas o de más personas, pues
probablemente, y como consecuencia del generoso sueldo que cobraba, pueda tener
una explicación que le aparte definitivamente del delito. Callar, a veces, es
complicidad. Otra cosa son las responsabilidades políticas, que el PSOE, con
Rubalcaba a la cabeza, debe pedir con firmeza y no con la boca chica como lo
viene haciendo hasta ahora, pues da la sensación de que ellos también tienen
algo que ocultar.
El sistema
constitucional español es lo suficientemente fuerte para soportar una crisis
política de esta magnitud. Hay personas muy cualificadas, tanto en el Gobierno,
en el PP, y en el PSOE, para sustituir a quienes deban caer, con delito o sin
delito, por este monumental escándalo. “Que cada palo aguante su vela”, afirmó
la secretaria general, María Dolores de Cospedal. Efectivamente, y ella la
segunda. Pues el primero que nos debe una explicación es el jefe del PP,
Mariano Rajoy. Es una cuestión de patriotismo y de ejemplaridad, como diría el
filósofo Javier Gomá. Y de honor. Si no creemos en quienes gobiernan la nación,
¿cómo podrán soportar los ciudadanos tantos sacrificios como se les están
exigiendo?
Jorge Trías Sagnier
es exdiputado del Partido Popular.
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