El asesinato de Yolanda González
Por: Rafael Narbona
A estas alturas, es ridículo sostener que la democracia
llegó a España gracias a la corona y los políticos reformistas (Suárez, Areilza,
Fraga). Los cambios se produjeron gracias a las movilizaciones populares.
Todos los que vivimos los años de plomo de la transición,
con manifestaciones multitudinarias donde la policía y la ultraderecha
colaboraban estrechamente para reprimir las ansias de libertad, nunca
olvidaremos a las víctimas, algunas abatidas por pistoleros de Fuerza Nueva o
los Guerrilleros de Cristo Rey; otras, por la policía, como María Luz Nájera,
de 21 años, que perdió la vida cuando un agente le disparó a bocajarro un bote
de humo, apuntando a su cabeza. Se recuerda a los abogados de Atocha,
asesinados el 24 de enero de 1977, pero han caído en el olvido los nombres de
Carlos González Martínez, Arturo Ruiz, Yolanda González o Arturo Pajuelo.
Arturo Ruiz era un estudiante de 19 años que murió cuando un
ultraderechista argentino, que militaba en la Triple A, le pegó un tiro en un
callejón de la Gran Vía. En esa época, los grupos de extrema derecha se movían
por España a sus anchas, confraternizando con las Fuerzas de Seguridad del
Estado. El 13 de diciembre de 1979, la policía asesina en una manifestación a
los estudiantes José Luis Montanes Gil y Emilio Martínez. Podría citar los
nombres de otras víctimas de la transición, pero creo que la tragedia de
Yolanda González simboliza el sufrimiento de toda una generación de jóvenes que
lucharon por la libertad y el fin de la dictadura.
Yolanda González nació en Bilbao el 18 de enero de 1961.
Hija de una familia obrera, militó brevemente en la Liga Comunista
Revolucionaria. En octubre de 1979 participó en la fundación del Partido
Socialista de los Trabajadores. Se trasladó a Madrid, buscando un porvenir. Se
matriculó en el Centro Profesional de Vallecas y consiguió trabajo como
empleada de hogar. Delegada de la Coordinadora Estudiantil de Madrid, adquirió
en seguida el reconocimiento de sus compañeros de lucha política, que
apreciaron su capacidad de liderazgo. Secuestrada por Emilio Hellín e Ignacio
Abad, aparece con tres disparos en la cabeza en una cuneta cerca de San Martín
de Valdeiglesias. Los asesinos pertenecen a Fuerza Nueva. Ambos son detenidos
quince días más tarde.
Hellín declara que la orden ha partido de Martínez Lorca, ex
guardia civil, jefe de seguridad de Fuerza Nueva y estrecho colaborador de Blas
Piñar. El atentado es reivindicado por el "Grupo 41" del Batallón
Vasco Español, una de las hidras del terrorismo de Estado. Algo más tarde, se
descubre la implicación de Juan José Hellín, hermano de Emilio y miembro de la
Guardia Civil, y del policía nacional Juan Rodas Crespo. Emilio Hellín relata
que antes de matar a Yolanda, le dijo al oído: "Aquí se acabó el paseo,
roja de mierda", no sin haberla torturado previamente por el camino.
Después de golpearla salvajemente, la obligó a bajar del coche y le disparó dos
tiros en la cabeza. Ignacio Abad le propinó un tercer tiro de gracia. Yolanda
acababa de cumplir 19 años. El entonces diputado Juan Barranco declaró:
"Este asunto se achaca en su superficie a elementos de la extrema derecha,
pero va más allá y se relaciona con instituciones del Estado".
Siempre se sospechó que detrás del crimen se encontraba la
Brigada Especial Operativa, dirigida por el comisario Manuel Ballesteros, un
brutal torturador de la dictadura franquista rescatado por el ministro
socialista del Interior, José Barrionuevo, para colaborar en la guerra sucia
contra los independentistas vascos.
Publicado por Rafael Narbona en su Blog: INTO THE WILD UNION
Obtenido vía Facebook
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