La Cruz Negra Anarquista tiene su origen en la Rusia zarista de principios del siglo XX. Inicialmente centró su actividad en dos frentes: ayuda a presos políticos, desterrados y encarcelados y la autodefensa. Con la llegada de los bolcheviques al poder, la represión y el asesinato, igual que al resto del movimiento anarquista, sacuden a la C.N.A., que se traslada a Berlín, donde, al subir los nazis al poder, acaba desapareciendo.
A finales de los años 60, es encarcelado por la dictadura de Franco el anarquista británico Stuart Christie, que había llegado a España con la sana intención de atentar contra el dictador. En la cárcel de Carabanchel (Madrid), descubre que casi toda la ayuda que llega desde la calle es administrada, con dudosos métodos, por el P.C.E. Gran parte de esa ayuda termina en manos del Partido y pocos se acuerdan de los presos anarquistas o de otras organizaciones revolucionarias. El encarcelamiento de Christie supone un gran escándalo internacional y una gran propaganda para el movimiento anarquista. En todo el mundo se organizan manifestaciones, charlas, mítines, sabotajes y peticiones para su puesta en libertad. Christie obtiene solidaridad y ayuda en muchos países y ésta es compartida con muchos compañeros/as que también se encuentran presos/as. La campaña internacional tiene éxito y Christie sale en libertad. Regresa a Gran Bretaña y, más concienciado aún, decide ayudar a los presos políticos españoles. Se pone en contacto con Albert Meltzer, que ya se dedicaba a ayudar a los presos asiáticos desde una organización llamada Mutual Aid. Obtienen la libertad de Miguel García que, de regreso a Londres, se une al grupo y organizan la Cruz Negra Anarquista (Anarchist Black Cross, A.B.C., en inglés).
En la península Ibérica se tantea la idea de organizar un grupo de la Cruz Negra Anarquista en el año 1996. Primero se organiza un grupo de apoyo a presos anarquistas desde el Ateneo Libertario de Villaverde (Madrid). En el verano de ese año, una compañera viaja a Inglaterra y contacta con miembros de la International Anarchist Black Cross y al regreso se empiezan a dar los pasos necesarios para construir la C.N.A./A.B.C. en Madrid. Tras los primeros contactos con diferentes grupos de la A.B.C. que funcionaban por el mundo, hubo una respuesta rápida y masiva de éstos que ayudaron a consolidar los principios de la C.N.A. en la Península. La campaña por la liberación de Rafael Ballarín, en común con la Comarcal Sur de la C.N.T. y Mujeres Libres (MM.LL.), a la que se suman otros muchos sindicatos de la C.N.T., ateneos, radios libres, colectivos de barrio y okupas, supone una prueba importante para el joven grupo. Al final, ese trabajo dio sus frutos: más de 200 personas en el juicio, manifestaciones en las embajadas españolas en varios países bloqueo de los teléfonos y fax de la Audiencia, etc. A los pocos meses, salió en libertad, se le retiraron los cargos y el juez del tribunal supremo reconoció el derecho a la autodefensa en un caso como el de Rafael.
Durante la Semana Santa de 1999 se organiza un encuentro con el objetivo de constituir nuevos grupos de la C.N.A. y de allí salen los de Granada, Vitoria, Burgos, Donostia, Barcelona, Santiago de Compostela y Lisboa. Se plantea una gran movilización contra la inminente ejecución de Mumia Abu Jamal, a la que siguieron otras como la de Michal Patera, Xosé Tarrío o los F.I.E.S. Su prioridad son los presos anarquistas, pero también colabora con otras organizaciones de lucha contra las prisiones y difunde los casos de otros presos, aunque no sean anarquistas. Recoge ropa, material de papelería, libros, cintas de música y otros materiales para meterlos en las cárceles. También se editan boletines de información, manuales de defensa jurídica orientados a los presos y, recientemente, se ha puesto en marcha una editorial para publicar textos de presos, poesía, historia del movimiento anarquista y todo aquello que pueda ser de utilidad para que los presos puedan educarse de forma autodidacta.
Todo este trabajo tiene un enorme coste economico. La C.N.A. no es una organización subvencionada, ni una ONG. No recibe una peseta del Estado ni de sus instituciones que perpetúan la represión, la tortura y el encarcelamiento de los compañeros/as. Además, nuestro objetivo como obreros anarquistas es la destrucción del Estado. Nos sostenemos con aportaciones solidarias de compañeros/as y gente afín. Realizamos conciertos, editamos material para vender, hay grupos de música que nos graban cintas de manera gratuita y disponemos de una tarjeta de socio colaborador.
C.N.A.
Periodico Tierra y Libertad nº 152 Marzo 2001
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