Juicio por la muerte en el trabajo del joven de Móstoles
David Marín
Publicamos la carta de los familiares de David Marín
exigiendo memoria y justicia y denunciando el drama de las muertes en el
trabajo sobre las que se levantan los grandes beneficios empresariales.
El estado español tiene, además de otros muchos, el triste
record de ser el país de la Unión Europea con mayores tasas de siniestralidad
laboral. Al amparo de la burbuja inmobiliaria y la desenfrenada actividad en la
construcción, se dispararon las cadenas de subcontrataciones para ahorrar
costes a las grandes empresas y se implementaron diversas reformas laborales
que iban "flexibilizando" o precarizando a través de la
desregulación, el mercado de trabajo.
El resultado es conocido, pocas personas se convirtieron en
multimillonarias, algunas más en millonarias y muchos millones quedaron
atrapadas en hipotecas de por vida cuando la burbuja pinchó y el crédito
bancario llegó a su fin.
Hay otro aspecto de este proceso que no ha tenido tanto eco
mediático. A pesar de que la caída en el sector de la construcción y el
galopante desempleo ha contribuido a disminuir la cifra total de fallecidos en
accidente laboral, a día de hoy mueren dos trabajadores al día de media por
este motivo y 555 fallecieron en el año 2012. Bastantes menos que los 1338 que
perdieron la vida en 2006, año en el que murió David Marín.
En Diciembre se celebrará el juicio por la muerte de este
vecino de Móstoles en el desmontaje de un concierto de los 40 principales. La
larga cadena de empresas implicadas, la falta de medidas de seguridad evidentes
o los más de siete años que han tardado los familiares en conseguir que se
celebre un juicio al que se han puesto muchas trabas, hacen que sus seres
queridos expresen con temor la posibilidad de que todo quede en nada diluyendo
las responsabilidades.
Recogemos en Voces de Pradillo la carta de su familia, un
testimonio al que damos el tremendo valor de sobreponerse al dolor propio para
denunciar lo que le ocurrió a su hijo y exigir que pare esta sangría en la que
nunca aparecen los hijos de las clases privilegiadas.
CARTA ABIERTA DE LA FAMILIA DE DAVID MARÍN A VOCES DE
PRADILLO.
Perdimos a nuestro hijo David en un accidente laboral
ocurrido el 18 de junio de 2.006.
Después de cinco angustiosos días en coma, falleció el 23 de
junio cuando solo tenía 22 años. Murió trabajando, en el desmontaje del
concierto-aniversario de los 40 Principales en Junio del 2006, en el Vicente
Calderón. Trabajaba para Pase Producciones, una de las múltiples empresas
subcontratadas por la empresa organizadora del concierto: Planet Events (del
Grupo PRISA). ¿Un concierto que costó más de tres millones de euros no tenía
presupuesto para cascos?
Va contra una ley natural no escrita, pero grabada en
nuestros genes, que los hijos no deben morir antes que sus padres, y es tan
grande el dolor, cuando esto ocurre, que faltan palabras para poder expresar
los sentimientos, lo que llega a sufrir una madre que le quitan de golpe lo que
más quiere, por el que tanto se da y tantos momentos felices se reciben.
Con una vida se va: un hijo, un hermano, un nieto, un
sobrino, un primo, un novio, un amigo, se pierde para siempre. Tantas personas
afectadas, con dolores concebidos de maneras distintas por la misma ausencia.
Cada uno veremos la vida y la viviremos de manera diferente a partir de este
hecho, que pudo, que tuvo que ser evitado. Sueños rotos, cortados de raíz, sin
marcha atrás, sin otra oportunidad.
David no perdió la vida, SE LA QUITARON, trabajando para
ganarse la vida, para ser más libre, le quitaron sus sueños. Perdió todo a
cambio de nada. Tenía un proyecto de vida, pensaba en formar una familia, tener
hijos, conocíamos a su novia a sus futuros suegros…
Un accidente laboral que pudo evitarse, como todos, con unas
elementales medidas de seguridad —que se incumplen sistemáticamente— y
coordinación entre las empresas que trabajaban a destajo y con prisas, a pesar
de lo que exige la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Porque las vidas de
las personas, trabajadores, importa poco. Porque las sanciones, cuando se
producen, no disuaden a los infractores y sale cada vez más barato la mano de
obra, y muy barato perder la vida por trabajar. Porque se dilatan los procesos
y quedan impunes los responsables, pudiendo seguir con sus incumplimientos de
la Ley, y provocando situaciones de riesgo en las mismas circunstancias, sin
corregirlas.
Un ejemplo es el caso de David, han tenido que pasar siete
largos años y medio, con sus 2.740 días y noches, para que se marque en el
calendario, ¿por fin? la fecha de un juicio que nos mantiene abierta una herida
en nuestra alma y en nuestro corazón, de una manera cruel e innecesaria. Las
fechas del juicio son los días 18 y 19 de diciembre de 2013 en la C/ Julián
Camarillo nº 11, 2ª –Madrid. Metro García Noblejas o Ciudad Lineal, a las 10H.
Es evidente que una muerte en el trabajo no es una prioridad
para el Sistema Judicial ni Político, realmente son la misma cosa: los
políticos nombran a quienes componen los órganos de la judicatura y la leyes
las hacen a medida de sus intereses: siete años y medio para celebrar un juicio
es ¡INTOLERABLE¡. Ha muerto en su puesto de trabajo, con compañeros a su lado,
que podían haber corrido su misma suerte cualquiera de ellos. ¿Más de siete
años para aclarar lo que ocurrió o cómo ocurrió, o es más bien para echar
tierra en el muerto y en la causa?
Los responsables no llevaban capuchas, ni lo hicieron
aprovechando la oscuridad de la noche. Los responsables “se irán de rositas”.
Van a cara descubierta y lo hacen a la luz del día y se sientan en consejos de
administración de grandes empresas y corporaciones, reciben homenajes y premios
como empresarios ejemplares y les dan los mejores contratos incluso de la
Administración. Los vítores, los laureles, los beneficios económicos, son para
ellos, lo muertos, no. Los muertos para sus familias, ”demasiado que les damos
trabajo” —dicen algunos de ellos en voz alta— y si acaso, alguna empresa
subcontratada de subcontrata a la que se exprime con costes temerarios, cargará
con la responsabilidad y como es pequeña e insolvente —o habrá desaparecido del
mapa— no pagará nada ni nadie, porqué así les hacen las leyes a quienes
financian y chantajean a los partidos políticos para que gobiernen “para el
pueblo” aunque se transforma con la corrupción de algunos en “contra el
pueblo”.
Según podemos comprobar y sufrir cada día, estos abusos irán
en aumento con esta gran crisis, ética y económica, este gran timo de trileros,
provocada por los especuladores a los que se llama eufemísticamente “MERCADOS”.
Pido disculpas si no he sido capaz de comunicar un mensaje
de optimismo y confianza en la Justicia. Después de siete años esperando se me
ha quedado en el camino.
Pido perdón por contar mi dolor, mi rabia e indignación como
si no hubiese otros más grandes en el mundo, pero éste es el que más me corroe
por dentro. Espero vivirlo con más serenidad y sosiego mas adelante. Su
recuerdo no han podido robármelo, sus abrazos y besos sí.
La vida sigue, a pesar de todo, confío en las personas y
todos merecemos un mundo mejor y más justo. Quiero agradecer desde lo más hondo
de mi corazón a todos los amigos e incluso desconocidos que nos han acompañado
estos años en cuantas manifestaciones hemos organizado en Gran Vía o Sol, sin
su apoyo no hubiese sido posible, nos dieron fuerzas, nos arroparon e hicimos
visible entre todos una lacra que queda lejos de erradicarse por falta de
voluntad política porque, actualmente, la Ley de Prevención de Riesgos
Laborales es “papel mojado”.
Gracias principalmente, por su apoyo incondicional, a los
amigos de la Casika en Móstoles, a los amigos de la C/ Magdalena de Madrid,
amigos de Vallecas, Alcorcón, etc.
Un abrazo fuerte, os deseo mucha suerte en la vida,
libertad, dignidad y salud.
José Ángel Marín.
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