Palabras de Mumia sobre el confinamiento en solitario
¡Brothers
and Sisters! ¡Mis Hermanos y
Hermanas! ¡Camaradas! Muchísimas
gracias a todas y todos por estar aquí en este evento*.
Tal vez ustedes creen
que saben algo del aislamiento prolongado en una celda, o en otras palabras, el
confinamiento en solitario, pero no lo conocen. Tal vez alguien aquí tiene un
ser querido que lo ha vivido y le ha contado de esto. Pero aún así, les digo
que ustedes no lo conocen.
Han escuchado la
palabra “solitario”, pero entre la palabra y la realidad, hay un mundo de
diferencias. Ustedes no conocen ese mundo.
Tal vez sería más
fácil entenderlo como la vida en otro planeta. Uno donde el aire es diferente,
donde el agua es diferente, donde la vida silvestre y la flora y fauna tienen
otro sentido.
De la misma manera
que han escuchado la palabra “tortura”, no saben cómo se siente.
El confinamiento en
solitario es tortura. Tortura ordenada por el Estado. Tortura oficial. Tortura
autorizada por el gobierno.
Algunos dirían que
todo esto es una hipérbole, o una exageración. Pero yo he vivido en aislamiento
durante más tiempo de lo que muchas personas de este país ––tal vez la
mayoría––, han vivido en este mundo.
He visto a hombres
empujados a la locura por una soledad que desgarra el alma. Hombres que han
cortado sus brazos hasta que parecen vías del ferrocarril. Hombres que se han
quemado vivos.
Esto no es algo que
yo he leído en libros de psicología o en los periódicos. Lo he visto con mis
propios ojos, los que uso para escribir estas palabras. He olido la sangre. He
olido el hedor nauseabundo del humo.
¿Por qué? Porque los
seres humanos somos criaturas sociales, y el confinamiento en solitario mata el
espíritu humano dentro de nosotros.
¿Por qué se han
lastimado tanto esos presos? No podemos saberlo a ciencia cierta, pero me
aventuro a decir que es porque ellos simplemente querían ser libres. Querían
sentir algo, como si estuvieran realmente vivos.
He visto a los
guardias golpear salvajemente a hombres esposados, darles choques eléctricos
con armas paralizantes (tasers) o escudos eléctricos y echarles gas pimienta,
el cual es una fórmula de líquido de ají
picante que inflama los ojos, la cavidad nasal y la boca.
A la vez que Estados
Unidos inicia su segundo siglo de encarcelamiento masivo, rompiendo cada record
represivo jamás establecido, también rompe todos los records con respecto al
confinamiento en solitario, al encarcelar,
aislar y torturar cada vez más gente durante cada vez más años.
Como he señalado en
otros escritos (en mi libro En Vivo desde el Corredor de la Muerte, 1995, por
ejemplo), la Suprema Corte de Estados
Unidos, en el caso Medley en 1890, sostuvo que el confinamiento en solitario
para un hombre en el corredor de la muerte del estado de Colorado fue
inconstitucional. En cierto sentido, un
siglo después, las cortes han dado marcha atrás a saltos con respecto a la ley.
Hoy en día, una idea como aquella sería risible, si no impensable.
Según algunas
estimaciones, hay más de 100,000 personas confinadas en solitario en todo el
país. Yo creo que éste es un cálculo conservador, pero sea cual sea el número de personas, la realidad es cruda:
bajo el derecho internacional, el confinamiento en solitario es tortura. Punto.
Y si sólo un hombre, mujer, niña o niño se mantiene en estas condiciones, sigue
siendo tortura. Es un crimen bajo el derecho internacional, es decir, la Ley de
Naciones.
La política que rige
este castigo tiene un sólo propósito: destruir a los seres humanos a través de
destruir su mente.
¿Es un castigo cruel
e inusual que viola la Enmienda #8 de la Constitución de Estados Unidos?
Aparentemente, así fue en 1890, pero ahora, no. Y esto probablemente tiene que
ver con quienes estaban en prisión en aquel entonces –y quienes están en
prisión ahora.
Tal vez les sorprenda
saber que al final del siglo XIX, los negros constituyeran una clara minoría de
los presos en Estados Unidos. Aunque es cierto que sus números crecieron cuando
la esclavitud terminó (para construir la industria que dependía de la
contratación del trabajo de los presos ––en realidad la esclavitud con otro
nombre), el salto más grande en el encarcelamiento de los negros se dio como
consecuencia de los movimientos de Derechos Civiles y de la Liberación Negra,
cuando los negros en masa se opusieron al sistema de supremacía blanca, la
brutalidad policiaca y los jurados racistas.
Pero ¡el imperio
contraatacó!
Por cierto, nunca en
la historia del mundo moderno ha existido una maquinaria de represión tan vasta.
Y Estados Unidos es el líder mundial indiscutible en el encarcelamiento de sus
propios ciudadanos.
Ni China, ni Rusia ni
cualquier otra nación se aproxima el
número de presos. Como la profesora de Derecho Michelle Alexander ha explicado
acertadamente, Estados Unidos ha reconstituido el viejo sistema de dominación
racial, y ahora tenemos “El nuevo Jim Crow.”
Mientras la población
carcelaria se dispara, las leyes se vuelven cada vez más serviciales a esta
represión y menos tolerantes a la idea de la igualdad de derechos; ni siquiera
apoyan la igualdad de acceso a las cortes.
Estos factores siguen
siendo problemáticos sin importar que el gobierno sea del partido Republicano o
Demócrata. Al parecer, la represión es bipartidista.
Pero el panorama no
es totalmente desolador. La gente tiene el poder de transformar sus duras
realidades. Lo único que tienen que hacer es luchar para hacerlo. Organizarse.
Cuando todas y todos se juntan para dar batalla juntos, el cambio ocurre.
Si ustedes quieren
acabar con el confinamiento en solitario, pueden hacerlo. Tienen que
organizarse y luchar por eso. Si para ustedes el complejo industrial carcelario
es intolerable, entonces organícense y peleen para tumbarlo.
No hablo de acciones
ingenuas, tampoco de una recompensa en el más allá.
Hablo de algo tan
terrenal y tan arenoso como la espinaca. Tan real como la tierra. Tan real como
el acero. Tan real como la sangre. Tan real como la vida.
Cuando cualquier
avance social ha sucedido, es porque la gente peleó por él. Muchas veces en
contra de sus propios gobiernos, porque los gobiernos siempre se adhieren al status quo.
Durante la Guerra
Civil en Estados Unidos, uno de los críticos más duros de Lincoln fue Frederick
Douglass, el fogoso ex esclavo y abolicionista de la esclavitud. Cuando Lincoln
murió un poco después de la guerra, Douglass lamentó su muerte y aplaudió sus
logros. Fue Douglass quien dijo: “El poder no concede nada sin una demanda.
Nunca lo ha hecho y jamás lo hará”. Esa lección
de nuestro antepasado sigue siendo la verdad.
¡Hay que exigir lo
que queremos y pelear hasta conseguirlo! Punto.
Si queremos acabar con el castigo del confinamiento en solitario,
podemos lograrlo.
Si queremos la
libertad de personas como Delbert Africa, Mike Africa, Russell ‘Maroon’ Shoatz,
Janet Africa, Phil Africa, Janine Africa, Chuck Africa, Leonard Peltier, Jalil
Muntaqim, Ed Africa, o Mutulu Shakur, podemos ganarlo.
En serio. Pero
tenemos que pelear por ello. Los movimientos producen el cambio. ¡Construyamos
un movimiento que sacuda la tierra!
No confíen en el
voto, porque la política es sólo el arte cruel de la traición.
Confíen en trabajar
juntos y luchar juntos por el cambio, porque el poder no concede nada sin una
demanda. ¡Construyamos el movimiento! Salgamos de aquí y hagamos el cambio que
queremos, porque somos la esperanza de más gente de la que imaginamos. Y la
gente hace el cambio!
¡A movernos! ¡Qué viva John África!
¡El poder no concede
nada sin una demanda!
¡Acabemos con el
confinamiento en solitario!
¡Cerremos Áttica !
¡Abajo con el
complejo carcelario industrial!
*Evento celebrado en
la iglesia Riverside, NYC, para poner fin al encarcelamiento masivo, acabar con
el confinamiento en solitario y cerrar la prisión Áttica
© ’12 MAJ
Escrito el 5 de
septiembre de 2012
Audio grabado por
Noelle Hanrahan: www.prisonradio.org
Texto circulado por
Fatirah Litestar01@aol.com
Traducción Amig@s de
Mumia, México
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