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domingo, 28 de octubre de 2012

LA BIBLIOTECA DEL PABELLON 31 DE AUSCHWITZ


La biblioteca del pabellón 31 de Auschwitz

Fue un pequeño espacio luminoso en medio de la noche de Auschwitz. En aquella factoría de la muerte hubo una minúscula y secreta biblioteca que llevó algo de vida y esperanza a sus moradores. Fueron ocho libros escondidos entre los tablones de un infausto barracón que pasaron por las manos de prisioneros y prisioneras gracias a una muchacha de 14 años, Dita Kraus.

 Eran sobre todo niños y niñas, criaturas que estaban encerradas en el barracón infantil del campo de extermino, el número 31. Un pabellón pantalla creado por los nazis como guardería y escuela para humanizar el campo ante la posible inspección de la Cruz Roja Internacional.

 En un infierno en el que la vida no valía nada, los libros, cuya tenencia se pagaba con la muerte, eran objetos preciosos y moneda de pago. Nadie sabe muy bien cómo Dita acabó administrando una biblioteca secreta, rara y vivificante.

 En aquella biblioteca de la noche solo había tres novelas 'El conde de Montecristo', de Alejandro Dumas; 'Las aventuras del bravo soldado Svejk', de Jaroslav Hasek, y una novela rusa sin cubierta que nadie acierta a identificar. Había además un atlas universal, una gramática rusa, un tratado elemental de geometría y un ensayo, 'Los nuevos caminos de la terapia psicoanalítica' de Sigmund Freud.

 Una selección fruto del azar pero que, según explica su cuidadora seis décadas después, "sirvió para acercar la normalidad a unos niños que no podían volver a la escuela". Dita Kraus es hoy una octogenaria que vive en Israel. Era una judía de Praga que perdió a toda su familia en el campo de exterminio nazi al que fueron llevados.

 Es la historia que ha logrado rescatar el escritor Toni Iturbe para su novela, 'La bibliotecaria de Auschwitz', tras cuatro años de investigaciones.

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