Cómo hacerse una máscara antigás casera
Lo primero es hacerse con una botella transparente, de
plástico, de dos litros (por ejemplo de las de refresco, pero no de esas con
curvas raras; hay que intentar que sea lo más homogénea posible). Corta el culo
de la botella, pero siempre teniendo en cuenta que ésta, para que te cubra bien
la cara, no puede medir cortada menos de 33 centímetros (algo más de la
longitud de una cara estándar). Corta uno de los laterales de la botella, sin
profundizar demasiado, y cuando llegues
a los 8 centímetros, contados desde la primera curva del cuello de la botella,
para de cortar. Es decir, no cortes los primeros 8 centímetros de la botella
contando desde el tapón.
Después pega una tira de gomaespuma en la cara interna,
justo por dónde has ido cortando. Puedes también pegar y cocer una tira de tela
a la tira de gomaespuma, si quieres un toque más profesional. Después coloca
una mascarilla de hospital (se venden en cualquier ferretería) dentro de la
zona de la botella que da al tapón. Colócala de manera que la parte cóncava de
la mascarilla encaje en tu cara cuando te coloques la máscara con la parte del
tapón hacia abajo. Por último coloca un elástico, atravesando la botella, de
uno de los extremos cortados al otro, para asegurar la máscara a tu cabeza.
Coloca el elástico de forma que poniéndote la máscara quede ligueramente por
encima de tus orejas, o detrás de ellas, como unas gafas. Abre el tapón y ya tienes una buena máscara
antigás que te protegerá en caso de gases lacrimógenos o de espráis de
pimienta.
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