El movimiento estudiantil chileno vuelve a salir a las
calles
Una manifestación convocada por los estudiantes secundarios
y universitarios chilenos, que no había sido autorizada por las autoridades del
Gobierno de Sebastián Piñera, culminó este miércoles con disturbios en el
centro de Santiago, tres autobuses del transporte público quemados, comercios
apedreados y recriminaciones cruzadas entre los dirigentes y el Ejecutivo por
la responsabilidad en la violencia.
Los desmanes
comenzaron cuando la policía intentó disolver con carros dispersores de agua y
gas a los estudiantes que pretendían marchar por la Alameda, pese a que la
Intendencia de Santiago, el máximo organismo regional, había negado el permiso
necesario para utilizar la principal avenida de la capital chilena. La
intendenta Cecilia Pérez había justificado la decisión en que no quería que se
repitieran los disturbios de la marcha del 28 de junio pasado, por lo que había
propuesto otros dos recorridos alternativos, que fueron rechazados por los jóvenes.
Después de la
intervención policial, que desembocó en un enfrentamiento con los estudiantes,
un grupo de encapuchados quemó tres autobuses del transporte público, con
pérdidas de 400 millones de pesos chilenos (unos 650 mil euros). Los vándalos
también hicieron barricadas, destruyeron mobiliario público y privado, y
apedrearon el hospital de la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) y el
edificio de la Telefónica. En total hubo 49 policías heridos y 75 detenidos,
entre ellos a un estudiante de 14 años, sospechoso de incendiar los vehículos.
El portavoz del
Gobierno, Andrés Chadwick, condenó la violencia y responsabilizó a los líderes
juveniles de los disturbios. “Saben que están abriendo las puertas al
vandalismo y la delincuencia. No pueden eximirse de la responsabilidad que
tienen en estas convocatorias”, indicó el secretario de Estado. “¿Hasta cuándo
vamos a tener que tolerar, soportar y permitir que un grupo de dirigentes se
siente sobre la ley y llame a marchas no autorizadas, inste a la toma de liceos
y colegios y amenace con un mes de agosto violento?”, agregó el ministro.
Los dirigentes
estudiantiles, que lamentaron los disturbios y tomaron distancia de los
vándalos, emplazaron al Gobierno a responder sus peticiones: “Basta de
ignorarnos”, indicó Gabriel Boric, presidente de la Federación de Estudiantes
de la Universidad de Chile (FECh). “La violencia de hoy en las calles de
Santiago se soluciona con respuestas a las demandas que como estudiantes hemos
entregado”, sostuvo el universitario.
Los líderes del
movimiento, que piensan que el Gobierno pretende criminalizar a los
estudiantes, manifestaron además sus dudas con respecto a la autoría de los
ataques incendiarios contra los autobuses. “Esto es un montaje del Estado,
porque no sabemos quiénes son los encapuchados ni quiénes inician los
desórdenes, y conocemos que hay infiltrados de carabineros que intervienen en
las manifestaciones”, dijo la portavoz de la Asamblea Coordinadora de
Estudiantes Secundarios (ACES), Eloísa González.
Los estudiantes han
dado a conocer un vídeo de una camioneta de la policía con una gran cantidad de
neumáticos, que generalmente son utilizados por los vándalos para las
barricadas. También han cuestionado que los autobuses quemados no transitaban
por su recorrido habitual. El ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter,
reaccionó ante las acusaciones: “Es francamente ridículo”, dijo el secretario
de Estado.
Los jóvenes piden que
se acabe con el sistema impuesto durante la dictadura de Augusto Pinochet, que
redujo la participación del Estado en la educación, y exigen un nuevo modelo
público, gratuito y de calidad. La manifestación fue convocada por la “nula
respuesta” por parte del Gobierno a las demandas educacionales planteadas desde
2011 y en rechazo a la llamada ley Hinzpeter, una iniciativa legal que pretende
sancionar con mayor dureza a los encapuchados y que, según el movimiento
estudiantil, pretende sobre todo debilitar las manifestaciones sociales.
La última gran
marcha, la tercera de este año organizada por la Confederación de Estudiantes
de Chile (CONFECH), congregó el 28 de junio a más de 100.000 personas en la
capital chilena. La protesta del miércoles, según cálculos de la policía,
reunió a unos 5.000 estudiantes en la Alameda.
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