Sexto día de la Semana Trágica
El sábado 31 de julio
de 1909 la ciudad de Barcelona (Cataluña) empieza a recuperar su tradicional
ritmo de vida después de los hechos insurgentes de los últimos días. De
madrugada, el capitán general de la región, Luis de Santiago Menescau, publicó
el tercer y último bando de la semana, autorizando la libre circulación de los
ciudadanos por las calles. Durante la mañana se regularizó el trabajos en los
centros oficiales, la banca y el comercio, los mercados funcionaron
normalmente, las brigadas municipales limpiaron la ciudad de escombros, raíles
y adoquines, y empezaron a funcionar el telégrafo y los teléfonos. Grupos de
soldados se desplegaron sin armas con el objeto de exhortar a los comerciantes
a abrir sus tiendas ante la inexistencia de piquetes o rebeldes descontrolados
y el Ejército custodia los mercados. En el Poble Sec, sin embargo, una multitud
completa la quema de la rectoría de la iglesia parroquial de Santa Madrona. A
las 11 horas se produjo una carga de la nerviosa Guardia Civil contra los más
de 1.500 curiosos que estaban en el convento de las beatas dominicas del
Eixample y se produjeron seis muertos, numerosos heridos y 50 detenidos, que
serán liberados tres semanas después. Media hora después, francotiradores
intentaron atacar el cuartel de Artillería de San Agustín. Durante todo el día,
desde las azoteas, algunos pacos continuaron hostilizando las fuerzas del
orden. A las 12 horas varios concejales del Ayuntamiento se reunieron en casa
del abogado Narcís Verdaguer Callís, donde Emiliano Iglesias propuso la
formación de un comité con el fin de garantizar el retorno al trabajo para el
próximo lunes, también los concejales exigir al capitán general la publicación
de un bando en el que se precisara las penas con las que debían castigar a los diferentes
delitos. Por la tarde, sobre las 16.45, el concejal lerrouxista Emiliano
Iglesias Ambrosio fue detenido por oficiales del Ejército, durante el
interrogatorio continuó con su tradicional actitud ambivalente, negó haber
tenido participación alguna en los hechos y, incluso, ser un dirigente del
Partido Republicano Radical (PRR) - poco después será uno de los que implicará
sin ninguna vergüenza Francisco Ferrer Guardia en los hechos de la Semana
Trágica y, un años después, ya libre de toda posible represión, reivindicará
como una hazaña de su partido el levantamiento revolucionario de aquellos días.
Poco después, los concejales se reunieron con el alcalde de Barcelona Joan Coll
Pujol, que consiguió la confianza de los comerciantes y los fabricantes para
que abrieran los negocios y las fábricas el próximo lunes, con la recomendación
oficiosa que se pagara a todos el jornal de la semana del conflicto. Por la
tarde, el último bastión de los sublevados, el barrio de Horta, es ocupado
militarmente. Por la noche empezaron a funcionar algunas líneas de tranvía con
regularidad. Fuera de Barcelona, las diferentes ciudades y villas catalanas
sublevadas también recuperaron la cotidianidad ciudadana habitual.
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