Lucrecia Pérez, 20 años del primer asesinato racista en
España
(en la foto hija de Lucrecia) Ocurrió un viernes de hace 20 años, en noviembre de 1992. A
las nueve de la noche, cuatro encapuchados vestidos de negro entraron en la
Four Roses, una discoteca abandonada en el municipio madrileño de Aravaca, y
dispararon a bocajarro a los presentes. Todos eran inmigrantes dominicanos, que
a esa hora cenaban en el local. Algunos estaban de visita y otros, los menos,
vivían allí provisionalmente hasta encontrar un trabajo. Uno de ellos, Porfirio
Elías, resultó herido grave. Lucrecia Pérez, que llevaba un mes en España,
murió en el acto. Tenía 32 años. La primera de las dos balas que encajó le
atravesó el corazón.
Parte de la opinión pública no tardó en darle la razón a las
pintadas que decoraban entonces Aravaca relacionando inmigración con crimen, e
incluso a las que pedían Defenderse contra la invasión, poner Stop a la
inmigración y enviar a los Negros fuera. Los factores de la ecuación –clandestinidad,
sin papeles, encapuchados sanguinarios – apuntaban inequívocamente al ajuste de
cuentas. Quizá Lucrecia no había pagado a la mafia que acababa de traerla, o
quizá actuó en su viaje como correo de dinero o droga que después se negó a
entregar. Solo la detención de los responsables dos semanas después puso al
país frente al espejo. Cuatro españoles –un guardia civil de 25 años y tres
menores de edad, todos de ideología ultra– habían matado a Lucrecia con el
objetivo, según su confesión, de "dar un escarmiento a los negros".
Era el primer crimen racista de la España democrática.
Dos décadas más tarde un documental recuerda este crimen con
la intención, según sus creadores, de no "quedarse en el homenaje".
Elena Maeso, portavoz del taller audiovisual Rosa Luxemburgo de Aravaca,
explica que #CrimenRacista, Lucrecia, 20 años quiere "contar la historia
de vecina del pueblo y una víctima mortal de la xenofobia, pero también
preguntarse si el asunto ha cambiado en España".
Y la respuesta, siendo positiva, tampoco es esperanzadora.
Según un informe de la Red Europea contra el Racismo, en España se registran
una media de 4.000 altercados violentos al año relacionados con la xenofobia, y
desde 1992 han muerto cerca de 80 personas en crímenes alentados por el odio,
principalmente extranjeros. Pero hay quien sospecha que, en realidad,
"hablamos de muchos más".
"Pese a la enorme cantidad de requerimientos que se han
hecho para poner en marcha estadísticas de crímenes de odio, los sucesivos
Gobiernos no lo han hecho", denuncia Esteban Ibarra, presidente de
Movimiento contra la Intolerancia."Y en España, la Policía no registra la
motivación de una agresión en el atestado". Así ocurre, según este
experto, que "mientras Reino Unido y Alemania han registrado 54.000 y
24.000 agresiones en el mismo intervalo de tiempo, en España solo se han
notificado 4.000".
La punta del iceberg
Unas cifras "manifiestamente irreales", explica,
en particular porque las últimas dos décadas han sido las del boom de la
inmigración, al que España "ha llegado después que los países de su
entorno". Según un informe del Observatorio Español del Racismo y la
Xenofobia, los extranjeros eran 390.000 personas en 1992, algo menos del 1% del
total; en 2012, sin embargo, la cifra se ha disparado hasta los 5.700.000, más
del 12% de la población. O lo que es lo mismo: pese a que la población
inmigrante ha crecido un 20%, los crímenes en su contra solo lo han hecho un 5%
en el cómputo oficial.
"Y sin embargo, a nosotros cada vez nos llegan más
casos", sostiene Ibarra, que tampoco se muestra optimista con la evolución
del discurso xenófobo. "No solo no es el mismo que en 1992, sino que se ha
radicalizado y ampliado". Y una de las razones, según este experto, es
Internet. Movimiento contra la Intolerancia calcula que en España hay "al
menos 2.000 webs y blogs activos" promocionando el racismo y actuando
"como un sustrato" del que antes carecía la ideología xenófoba. El
enconamiento de la recesión económica y el deseo de encontrar culpables a las
tasas de paro y a la pérdida de poder adquisitivo completan la ecuación. El
extranjero, sentencia Ibarra "es un chivo expiatorio perfecto".
Sin miedo a nada
Hoy Lucrecia Pérez tendría 52 años y un nieto en camino, que
además será español. Su hija Kenia Carvajal, que tenía 6 años cuando fue
asesinada y vivía con su padre en el pueblo dominicano de Vicente Noble, reside
hoy en España. Vino este verano, siguiendo a su marido gracias al derecho a la
reagrupación familiar y persiguiendo el mismo objetivo que su madre hace dos
décadas: "tener un buen trabajo, ayudar a mi padre y darle a mi bebé todo
lo que necesite, para que no le falte nada".
En Aravaca, un monolito erigido a la convivencia desafía al
olvido frente al solar de la discoteca Four Roses, hoy convertido en un opulento
edificio de oficinas. Kenia visita el lugar en el documental sobre su madre y
reflexiona sobre el país donde murió, hoy escenario de su propio futuro.
"Estoy aquí tranquila", sentencia. "No le tengo miedo a nada,
porque yo no le he hecho daño a nadie. Fue a mí a quien se lo hicieron".
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