"LE PEGUÉ DOS
TIROS Y LO REMATÉ EN EL SUELO"
Una de las características más notorias de los últimos 35
años de Monarquía juancarlista ha
consistido en que los ciudadanos sólo hemos tenido la oportunidad de conocer las áreas corruptas de la
institucionalidad cuando se producen contiendas y confrontaciones cainitas
entre las diferentes facciones y partidos del sistema. Solo las informaciones que utilizan para
combatirse entre ellos nos permiten aproximarnos a lo que realmente sucede tras la tramoya de la
escenificación cotidiana. Los periodicos El Mundo y El Pais se reparten la
representación mediática de dos de esas facciones afectas al Poder. Viene esto
a propósito de la informacion que proporcionaba el pasado lunes por el derechista “El Mundo” en la que se ponian de
manifiesto los detalles del brutal asesinato de Santi Brouard, el histórico y respetado
médico pediatra, miembro de la dirección de Herri Batasuna, asesinado en Bilbao
el 20 de noviembre de 1984. Durante tres décadas, el silencio blindó un crimen
que conmovió no solo a Euskadi sino tambien a todo el Estado. Ahora, en virtud
de las batallas intestinas entre los grupos que detentan la representación del
poder politico podemos conocer la punta del iceberg de aquellos luctuosos
acontecimientos.
"LE PEGUÉ DOS TIROS Y LUEGO LO REMATÉ"
“Cuando Santiago Brouard
salió de su consulta le pegué dos tiros y luego lo rematé en el suelo. Salí corriendo, con Rafael López
Ocaña y dejé la pistola en un hueco de la escalera”. De esta forma
escalofriante le contaba Luis Morcillo a su entrevistador del rotativo “El
Mundo” cómo llevó a cabo el asesinato de Brouard. “Yo fuí el ejecutor, pero se
me mandó hacerlo, me forzaron, fue Rafael Masa, mi compadre, comandante de la
Guardia Civil”, relata con frialdad
Morcillo.
A lo largo del reportaje el asesino de Brouard desgrana sus
recuerdos criminales sobre aquellos hechos: “El comandante Masa me dijo que si
no lo hacíamos su jefe lo iba a echar”. “Su jefe” era nada menos que Julián
Sancristóbal, un dirigente del PSOE que había sido alcalde del municipio de
Ermua entre 1979-1982. Con la victoria electoral de Felipe González, la
dirección del Partido lo ascendió a
Gobernador Civil de Vizcaya, siendo nombrado después, en 1984, Director
de la Seguridad del Estado. Este siniestro personaje, a las órdenes directas
del Ministerio del Interior, fue condenado en 1998 a 10 años de cárcel por el
secuestro de segundo Marey y por malversación de fondos públicos.
"Yo tenía mucha amistad con mi compadre, el comandante
Rafael Masa, y él me forzó hacerlo". Cuenta que “su compadre”, el
Comandante de la Guardia Civil, le dijo que “por lo que más quieras, Luis,
sube tú y organiza eso como sea, pero
hazlo de una puta vez, porque si no me van a echar del Ministerio”. A Luis
Morcillo el Ministerio del Interior le dio siete millones y medio de pesetas
por el “trabajillo”. “Pero de esa cantidad - precisa el asesino - tuve que
darle 2 millones y medio a mi acompañante Rafael López Ocaña. Es decir, me
quedaron 5 millones de pesetas… Pero después me enteré de que realmente en el
Ministerio se habían librado 25 millones de pesetas para el asesinato de
Brouard, pero yo sólo me llevé cinco”, dice con escalofriante desconsuelo Luis Morcillo.
Cinco años después del crimen que acabó con la vida de Santi
Brouard fue detenido el cómplice de Morcillo, Rafael López Ocaña. Un día se
presentó en la casa de Morcillo el Comandante de la Guardia Civil y le dijo:
“Tenemos que irnos de España. Han detenido a López Ocaña y ahora van a por ti…
Masa me dijo que teníamos que irnos inmediatamente hacia Lisboa y que le habían
dado $18,000 para el viaje”.
ENCOMENDADO AL CÁRTEL
DEL NARCOTRÁFICO COLOMBIANO
El comandante de la
Guardia Civil acompañó al autor del asesinato de Santi Brouard hasta Venezuela
para que no tuviera ningún tipo de problemas a lo largo del viaje. Su
“compadre” le indicó que debía trasladarse después a Colombia donde lo puso en
contacto con uno de los abogados del jefe del cártel de Cali, el
narcotraficante Rodríguez Orejuela. “Este abogado, cuyo nombre era García, me
ayudó y me dio protección, colocándome más tarde en su aparato de seguridad”.
El homicida del dirigente de Herri Batasuna permaneció en
Colombia hasta 1996, dedicándose en exclusiva al cobro de los morosos de la
droga. Cuando ese mismo año volvió a España continuó en temas relacionados con
el narcotráfico. Como consecuencia de sus actividades fue detenido en julio de 1997
por la posesión de 100,000 pastillas de éxtasis. Por aquellas fechas su
“compadre”, Rafael Masa, había sido ya ascendido a teniente coronel de la
Guardia Civil. En 1999 tanto este oficial
como su jefe el ex director de la Seguridad del Estado, Julián Sancristóbal,
fueron imputados por su participación en el asesinato del dirigente de la
izquierda abertzale. En el 2003 se sentaron, finalmente, en el banquillo de los
acusados y fueron absueltos “por falta de pruebas”.
Luis Morcillo
confiesa ahora con tranquilidad que “Yo fui el asesino material de Santiago
Brouard y fui inducido y pagado por el teniente coronel de la Guardia civil
Rafael Masa”. La “confesión” de Morcillo - probablemente realizada a cambio de
una suculenta cantidad de dinero - ya no
tiene repercusión jurídica alguna. Ni él ni sus cómplices podrán ser juzgados
de nuevo por el precepto constitucional que determina que una misma persona no
puede ser juzgada dos veces por un mismo hecho. Y como ha ocurrido con harta
frecuencia en la historia de este país, los asesinos podrán seguir durmiendo
tranquilos sabiéndose protegidos por unas leyes hechas a su justa medida.
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