Elecciones de 1933 y campaña abstencionista
Tras la matanza en Casas Viejas el gobierno de Azaña entró
en una profunda crisis política, produciéndose las elecciones generales en
noviembre de 1933 con el consiguiente triunfo de la coalición centro-derecha,
dando lugar al famoso “bienio negro”.
Aunque muchos analistas atribuyen esta derrota electoral por
el acceso al voto por parte de las mujeres, lo cierto es que el papel jugado
por el movimiento libertario, con el suficiente peso dentro de la sociedad
española en aquellos momentos, jugó un papel decisivo tras la fuerte campaña
abstencionista emprendida por la CNT.
La mal llamada
“República de trabajadores”, lejos de ser una solución formaba parte del
problema, por lo que pronto decidió que había que abrir paso a la revolución
proletaria y campesina hacia el comunismo libertario, de ahí las intentonas
insurreccionales de 1932 y 1933.
Tras lo ocurrido en
Casas Viejas, lejos de retroceder en sus planteamientos, la central sindical
siguió con empeño la idea revolucionaria, y comenzó una amplia campaña por la
amnistía por los más de 9.000 presos políticos y sociales que el sindicato
contabilizaba en 1933. A ella se unía las peticiones de reapertura de los
sindicatos clausurados, así como la derogación de aquellas leyes represivas y
antiobreras, muchas de ellas ideadas para dedebilitar al anarcosindicalismo
como fue la Ley 8 de Abril, Ley de Asociaciones Profesionales de Patronos y
Obreros, en la que se marginaba a la CNT en el campo de las relaciones
laborales tras obligarla a aceptar los mecanismos o ciales de negociación,
algo que ya se había impulsado con la Ley de Contratos de Trabajo y la
promulgación de los jurados mixtos.
Otras de las leyes
que la CNT exigía derogar fue la Ley de Vagos, la de Orden Público así como la
Ley de Defensa de la República, algo que ni el gobierno de Azaña ni mucho menos
el gobierno del populista Lerroux hicieron.
Campaña en el CNT
Todas estas
circunstancias fueron ampliamente difundidas en las páginas del CNT. “¡Que no
hable ningún político,mientras haya un preso social en la cárcel!”, “Anoche no
pudieron celebrar un mitin los socialistas porque el pueblo lo impidió
clamando: ¡No votar!
¡Casas Viejas!”,
“Trabajador: tu no debes votar; prepárate para la revolución”, son algunos de
los titulares que portaba el diario Confederal. Buena parte del diario cubría
información relativa al proceso electoral, con grandes arengas abstencionistas
y apolíticas como la siguiente: “Casi todos los diputados de las Cortes Constituyentes
presentan de nuevo su candidatura. Son pocos para ellos los daños causados al
pueblo durante sus dos años y medio de nefasta actuación, y necesitan continuar
su labor de exterminio y prepotencia. Los otros, los que aun no han o ciado de
padres de la patria, los que no se han “sacrificado” por la niña, desean
hacerlo y también se disponen a oficiar de payasos, en el circo, donde se
reúnen todos los haraganes, todos los que desean pedir la palabra para decir
“sí”, “no”, que es más fácil, más suave que pedir un azadón para trabajar la
tierra en beneficio de la colectividad”… “Para aquellos maromeros, que en la
cuerda ‑ floja de la política se disponen a bailar, el pueblo no ha de tener
más que estos votos: Pasajes, Parque de María Luisa, Jeresa, nueve mil obreros
revolucionarios presos. ¡Casas Viejas! Que se voten ellos mismos. Que le pidan
a los trescientos treinta y dos obreros muertos, el voto. Que bajen a las
profundidades de la tierra a decirles a nuestros hermanos, acribillados a
balazos por pedir trabajo, pan y paz, si desean que los que por casualidad nos
libramos de ser perforados por las balas mercenarias, los elevemos a las
alturas, los sentemos en las mullidas butacas del Parlamento para que sigan o
ciando de verdugos del pueblo, para que continúen haraganeando, robándole al
proletariado mil pesetas cada mes a cambio de no hacer nada, absolutamente nada
en beneficio del mismo.”
(“Elecciones a la vista”, nº 270 – 13 de octubre de 1933).
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