La esposa del presidente del Congreso movió millones en
negro con un banco de su familia que acabó intervenido
Cheques al portador llenos de ceros. Dinero negro. Un banco
con contabilidad en B que acabó quebrado, que tuvo que ser intervenido y que
dejó un agujero de 17.000 millones de pesetas. Y en medio de toda esta trama,
una familia aristócrata y multimillonaria con fuertes conexiones con la
política: los De la Mata y Pobes, dueños de una de las principales
distribuidoras de bebidas alcohólicas de España. La redacción de eldiario.es ha
podido acceder a una relevante documentación inédita que demuestra la implicación
de Blanca de la Mata y Pobes –la esposa del hoy presidente del Congreso, Jesús
Posada–, su madre y sus hermanos en el manejo sistemático de dinero negro y en
uno de los mayores escándalos financieros de esa época: el caso Eurocapital.
España, 1988. La conciencia fiscal es escasa entre los más
ricos. Las grandes fortunas del país acuden de forma masiva a un refugio para
el dinero negro ideado por el propio Gobierno, de la mano del socialista Miguel
Boyer, que prefiere que al menos el capital no huya del país. Es una suerte de
paraíso fiscal sin salir de casa: unos pagarés del Tesoro opacos para el fisco,
que no tenían retención, que no pagaban impuestos, que apenas generaban
rentabilidad y que solo servían para mantener el dinero a mano, sin tener que guardarlo
en el colchón o fuera de España. El Estado vendía esos títulos y no hacía
preguntas sobre el origen del dinero.
Entre los millonarios
que se benefician de estos pagarés se encuentra Blanca de la Mata y Pobes, la
esposa de Jesús Posada, que usó este escondite fiscal de manera sistemática y
continuada para evitar el pago de impuestos durante el final de la década de
los ochenta, según demuestra la documentación a la que ha accedido eldiario.es.
La mujer de la hoy
tercera autoridad del Estado es hija de Hilario Pobes, marqués de Vargas, un
título que ha heredado su hermano Pelayo. Entre otras empresas, la familia es
dueña de una importante bodega de vino y de una de las mayores distribuidoras
de bebidas alcohólicas de España: Varma SA. Tras la muerte del padre, en 1976,
Blanca y sus hermanos tomaron las riendas del grupo. Según la documentación a
la que ha tenido acceso eldiario.es, toda la familia utilizó de forma constante
y sistemática estos opacos pagarés del Tesoro para esconder grandes sumas en efectivo
que, aparentemente, salían de las cuentas de la empresa familiar.
Ingreso en efectivo de 31 millones de pesetas por parte de
la mujer de Jesús Posada
Blanca de la Mata no
solo recurría a este refugio para el dinero negro a través de Varma SA, una empresa
que dirigía como miembro del consejo de administración. También lo hacía a
título individual, comprando estos pagarés en un momento, 1988, en el que su
marido, Jesús Posada, era el consejero de Fomento en la Junta de Castilla y
León bajo las órdenes de José María Aznar; al año siguiente le sustituiría como
presidente autonómico cuando Aznar fue designado por Manuel Fraga como nuevo
líder de la derecha española.
Todas las operaciones de Blanca de la Mata y sus hermanos se
hacían a través de una sociedad de inversión: Eurocapital. Durante 1988, la
esposa de Posada llegó a pedir a esta firma que invirtiera alrededor de 188
millones de pesetas en estos pagarés opacos. Al cambio actual, una vez tenida
en cuenta la inflación, la cifra equivaldría a 2,5 millones de euros.
La bancarrota de Eurocapital
En 1991, esta sociedad de inversión protagonizó uno de los
mayores escándalos financieros de la época al quebrar ella y su filial, el
Banco Europeo de Finanzas. El "chiringuito financiero" –como lo
definieron en esos años– fue intervenido por el Banco de España, que descubrió
una contabilidad B con una caja negra por valor de 5.000 millones de pesetas.
Una vez saneado, el banco fue vendido por una peseta a Unicaja.
Las operaciones con dinero negro en pagarés de Blanca de la
Mata en 1988
En los años previos a
la quiebra, esta entidad financiera tenía a los Mata y Pobes entre sus
principales accionistas: eran dueños de un 20% del banco. El cuñado de Posada,
José Manuel de la Mata, se sentaba en su consejo de administración. Toda la
familia a título individual y las distintas empresas del grupo Varma SA
utilizaban a Eurocapital para canalizar el dinero negro en estos pagarés del
Tesoro. Tras la quiebra, el Banco de España inhabilitó al cuñado del presidente
del Congreso con tres años sin poder ejercer ningún cargo en una entidad
financiera y le condenó a pagar una multa de un millón de pesetas.
Jesús Posada
reconoció a la redacción de eldiario.es que su mujer, con la que está casado en
régimen de separación de bienes, se había acogido a una regularización fiscal
posterior para normalizar la situación. Así lo señaló en el transcurso de una
reunión con la redacción de eldiario.es
celebrada el 4 de abril en Madrid, en la cafetería de un hotel cercano al
Congreso de los Diputados. Posada insinuó que nunca le gustó el escarceo
financiero de su familia política: "Me alegré de que dejaran ese tipo de
inversiones y se dedicaran solo a su negocio de importación de bebidas, que es
lo que mejor saben hacer".
Pocas horas después, el presidente del Congreso cambió de
versión y, a través de un portavoz oficial, corrigió telefónicamente su primera
explicación para matizar que todos los fondos de su familia política procedían
de "dinero en A" y que nunca hubo regularización fiscal alguna.
Sin embargo, los clientes de Eurocapital sí regularizaron su
situación con Hacienda, según relatan las hemerotecas de la época. De forma
general, y sin relación con esta firma de inversión, las fortunas que
invirtieron en este tipo de pagarés se acogieron a la amnistía fiscal de 1991,
ideada por Carlos Solchaga para poner fin a esta práctica.
Uno de los cheques a nombre de Blanca de la Mata
Según la
documentación a la que ha tenido acceso eldiario.es, Blanca de la Mata, sus
hermanos y su madre manejaron sorprendentes cantidades de dinero en efectivo o
en cheques al portador durante esos años, entre 1988 y 1991. Llama
especialmente la atención un cheque nominativo por valor de 153 millones de
pesetas que recibió la esposa del dirigente conservador a cargo de las cuentas
de Varma SA y que, según los certificados de Eurocapital, se invirtió de forma
íntegra en estos opacos pagarés del Tesoro. Un portavoz de la empresa asegura
que esos talones tuvieron como origen la venta de un 30% de Varma SA a la bodega
francesa Rémy Martin. Este diario no ha podido confirmar la operación ni
tampoco que la compraventa se realizara con dinero en A.
Cómo se guardaba el dinero negro
El mecanismo para mantener el dinero lejos de la vista de
Hacienda era relativamente sencillo. De la Mata encargaba a Eurocapital que
comprara pagarés del Tesoro. La mujer de Posada pagaba en efectivo o con
cheques. La rentabilidad media que conseguía era del 8,30%, muy por debajo del
interés de mercado en ese momento. En 1988, el precio del dinero en España era
del 11% y los bancos ofrecían productos financieros legales con rentabilidades
garantizadas de hasta el 18%. La única ventaja que tenía esta inversión tan
poco rentable es que ese dinero quedaba escondido de los inspectores fiscales,
no pagaba impuestos y generaba unos pequeños rendimientos que no existirían si
los billetes se guardasen en una caja fuerte.
Cuando el plazo
fijado vencía –entre un día y tres o cuatro meses como máximo–, De la Mata
volvía a reinvertir sus millones más el interés conseguido en nuevos pagarés
del Tesoro, aunque en ocasiones sacaba una parte de los rendimientos en
efectivo. Ese dinero simplemente desaparecía.
Este subterfugio
fiscal fue puesto en marcha por Miguel Boyer en 1984 como último reducto del
dinero negro, tras la primera gran reforma tributaria de la democracia.
Economía planeaba ir reduciendo poco a poco los pagarés en circulación, de
forma que este resquicio legal y fiscal desapareciera más adelante. Sin
embargo, el plan inicial nunca se cumplió y la bola de dinero negro creció y
creció hasta alcanzar en 1990 los 3 billones de pesetas. Finalmente, Solchaga
promulgó una amnistía fiscal en 1991 y canjeó esos pagarés opacos por deuda
pública especial, que sí estaba ya legalizada.
A este programa también se le bautizó como Pagarés Borrell
porque se entendía que el secretario de Hacienda de la época, Josep Borrell,
era uno de los mentores de la idea. Entonces se le calificó como “amnistía
parcial”: una estratagema autorizada por el Estado para esconder el dinero
negro. Sin embargo, a diferencia de una auténtica amnistía, si los inspectores
fiscales encontraban estos pagarés, podían actuar con toda la maquinaria del
Estado contra sus propietarios. Es decir, si en el curso de una investigación
se localizaban estas sumas, Hacienda pedía su parte correspondiente y
penalizaba a su dueño como a cualquier otro defraudador. Igual que si el dinero
negro se hubiese encontrado en una caja fuerte.
Precisamente el
secretario general de Hacienda entre 1984 y 1987, Juan Francisco Martín Seco,
escribió en su libro “La farsa neoliberal”, publicado en 1995 (Temas de Hoy),
cómo se ideó y se mantuvo este sistema. “Por su naturaleza, los pagarés del
Tesoro irían exclusivamente a manos de los tenedores de dinero negro, porque
cuando se tratase de inversiones legales no habría razón alguna para no
invertir en otros activos más rentables”, explica el exalto cargo socialista en
el texto.
Era un monopolio
estatal del dinero negro: el Estado era el único que podía emitir estos
pagarés. Y la disculpa para justificar este sistema fue que obligar a todos los
ricos del país a regularizar de golpe su dinero habría supuesto una fuga masiva
de capitales; una suerte de debacle. Del uso que se hacía de estos instrumentos
había pocas dudas, hasta el punto de que Josep Borrell llegó a pregonar en su
momento las virtudes de esta inversión para los defraudadores: "Si la
gente fuera racional, quienes tienen grandes cantidades de dinero negro
comprarían pagarés del Tesoro ahora".
El País Vasco, que se rige por su régimen foral y tiene una
fiscalidad propia, copió la idea del Gobierno central y al principio de los
noventa también se lanzó a emitir activos ocultos. La esposa de Posada también
se apuntó a esta posibilidad y, entre 1989 y 1991, Blanca de la Mata invirtió
53 millones de pesetas en pagarés de la Diputación de Álava. Era un modelo
igual de opaco, pero mucho más lucrativo. En 1990, la rentabilidad media que
logró la esposa del presidente del Congreso con la Diputación alcanzó el 13%.
Fueron precisamente
durante esos tres años, de 1989 a 1991, cuando Jesús Posada presidió la Junta
de Castilla y León. Ya llevaba más de una década en política.
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