Fallece a los 102 años uno de los últimos supervivientes
españoles de Mauthausen
Uno de los españoles
supervivientes del campo de concentración de Mauthausen, Antonio Ballesta, ha
fallecido a los 102 años de edad en su casa de Alicante, donde hace unos meses
concedió una entrevista a Efe cargada de recuerdos y sentimientos.
Antonio Ballesta, que
estuvo recluido en Mauthausen entre 1941 y 1945, falleció el pasado fin de
semana "rodeado del amor que toda la familia siempre le ha brindado",
según ha apuntado este lunes a Efe uno de sus hermanos, Juan Ballesta.
Aquejado de una
insuficiencia renal y de alguna otra dolencia propia de la edad, de las que,
según Juan, "ni siquiera se quejaba", las cenizas de Antonio Ballesta
serán enterradas esta tarde en el cementerio de Alicante, tras el funeral
celebrado esta mañana.
Su muerte se intuía
en el seno de la familia, pues "con 102 años de edad la lógica
manda", ha afirmado su hermano, de 84 años, quien ha asegurado que
"hasta el propio Antonio ya la pedía".
Luchar por un nuevo
día
"Aunque estaba
hastiado de la vida, siempre decía que cada amanecer era un obsequio y había
que pelear ese nuevo día", ha señalado Juan, quien junto a Antonio
conformaban una familia de once hermanos, de los que cuatro aún se aferran a la
vida.
Según Juan, su
hermano era "la guía y el espejo" para toda su familia, "y un
ejemplo de lucha, valores y de supervivencia para el conjunto de la
sociedad".
Hace unos meses el
propio Antonio abrió a Efe las puertas de su casa, una humilde vivienda ubicada
en el barrio alicantino de San Blas, para hablar, reflexionar y recordar su
extensa vida, si bien su paso por el campo de Mauthausen centró sus recuerdos y
sentimientos.
Al mismo tiempo que
mostraba documentos que atesoran su terrible estancia en "aquel lugar
-decía- ausente de humanidad", Antonio aseguró que prefería olvidar a
odiar, pero remarcaba la importancia de que este episodio atroz no muriera en
la memoria de la sociedad.
Tras combatir con el
ejército republicano y refugiarse en un campo de exiliados en Francia, "un
mal día" las autoridades galas le comunicaron, como a otros muchos, que no
podían seguir allí, que "si querían podían enrolarse en la Legión
francesa, formar parte de los batallones de trabajadores de la línea Maginot
-fortificación defensiva en la frontera con Alemania- o buscar trabajo".
Ballesta, que optó
por lo segundo, fue apresado por los alemanes cuando éstos invadieron Francia y
conducido días después a Mauthausen, donde durante cuatro años vio "caer a
muchos" y sufrió severos castigos, algunos "por el simple hecho
-recordaba- de no saber decir bien su número en alemán".
Su vida en el
infieron alemán
"Siempre intenté
situarme en medio de los pelotones de trabajo para evitar que me
golpearan", sostenía Antonio en su entrevista, en la que dio cuenta de una
lucidez mental extraordinaria mientras hablaba de forma muy pausada.
Entre los muchos
episodios vividos en el campo de concentración, la tristeza de este alicantino
afloró cuando comentó y lamentó la perdida de Raúl, su mejor amigo en aquel
infierno.
Su hermana, compañera
de piso en sus últimos años, aseguró, a la vez que este alicantino seguía
mostrando documentos y fotos, que Antonio hablaba más de los sufrimientos
ajenos que de los suyos, como los trabajos forzados y la falta de alimentos.
"Antonio subía
la famosa escalera de Mauthausen, esa que siempre sale en la tele, casi desnudo
y cargando sobre su espalda ladrillos", aseveró.
Merced a las cartas
que remitió desde el campo de concentración, cuando "yo pensaba -decía-
que las tiraban al retrete", su familia supo que seguía vivo... hasta los
102 años de edad.
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