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jueves, 8 de noviembre de 2012

UN PENQUISTA INSTALADO EN LA HISTORIA


Un penquista instalado en la historia

 Las ciudades son mucho más que lugares de residencia, pues en ellas se gestan también procesos que dan cuenta de los climas culturales y políticos que caracterizan a una determinada época.

 Y en tales contextos surgen hombres y mujeres que por sus cualidades son capaces de encarnar en gran medida el espíritu de un tiempo específico.

 Ése es el caso de Edgardo Enríquez Frödden, nacido en Concepción (Chile) un día 9 de febrero de 1912, es decir hace ya cien años.

 Médico de renombre, docente universitario, director de hospital y también rector de la Universidad de Concepción (1969-1972), símbolo hasta hoy de la urbe penquista.

 Contrajo matrimonio con la señora Raquel Espinosa Townsend, naciendo con los años sus hijos Marco Antonio, Edgardo, Miguel e Inés. De todos ellos, el que más notoriedad nacional e internacional alcanzó fue su hijo Miguel, médico como su padre, quien no dudó en sacrificar su propia vida en aras de la causa de cambio que abrazó sin ambages.

 También Edgardo Enríquez Frödden incursionó en la política, en las canteras del radicalismo, y fue nada menos que el último ministro de Educación del presidente constitucional Salvador Allende Gossens, libre pensador como él.

 Asimismo, destacó por años en sus actividades masónicas, las que tuvieron un amargo y lamentable quiebre luego de la instauración de la dictadura militar, el 11 de septiembre de 1973. Mucho tiempo más adelante, y ya en el exilio, después de haber estado prisionero en la isla Dawson, junto a otros hermanos se esmeró por levantar una masonería progresista para Chile, conocida en la actualidad como Gran Oriente Latinoamericano, de la cual sería su primer Gran Maestro.

 La ciudad de Concepción mantiene una deuda con este hijo tan ilustre, la que debe ser reparada respetando su altura moral.

 Una calle principal debería llevar su nombre, y podría ser la propia Avenida Roosevelt, pues él vivió muchos años, junto a toda su familia, en la casa signada con el número 1674. Además, la mencionada arteria desemboca en uno de sus extremos precisamente en el plantel de estudios superiores donde don Edgardo estudió, ejerció docencia y posteriormente ocupó la rectoría.

 La memoria histórica es parte constitutiva de la identidad de las instituciones, ciudades y países. Y Concepción no debe esperar más para rendir el justo y perfecto homenaje que se merece el hombre integral que llevó por nombre distintivo el de Edgardo Enríquez Frödden, fallecido en Santiago el 1 de noviembre de 1996.

 

José Miguel Casanueva Werlinger

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