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martes, 13 de noviembre de 2012

FINALIDADES Y CONSECUENCIAS DE LA EDUCACION PRO-SISTEMA: EL RESPETO AL DESARROLLO INDIVIDUAL


Finalidades y consecuencias de la educación pro-sistema: el respeto al desarrollo individual.

 

           El sistema educativo ha sido utilizado desde sus comienzos como un instrumento más del poder, donde modelar y perpetuar la sociedad que este necesita para unos intereses particulares. Por tanto no es más que un instrumento con que conseguir unos planes mercantilistas de la educación  muy alejados estos del sentido puramente pedagógico. El ser humano se convierte así en el producto de unas minorías poderosas en las que paradójicamente han delegado sus responsabilidades y su vida misma.

 

Que la educación no está al servicio del niño es algo que podremos contemplar observando nuestro actual sistema educativo. Organizaciones internacionales de índole neoliberal como la OCDE (apodada el club de los países ricos) son responsables de la introducción de ese modelado del niño dentro del sistema educativo, de donde por ética capitalista pretenden sacar beneficios económicos con el desarrollo del programa de las competencias, que deben haber adquirido al finalizar la educación obligatoria, siendo estas  desarrolladas a partir de las demandas económicas y sociales. Así nacen las famosas “competencias básicas” que exigen conocer y utilizar a educadores de medio mundo para la formulación de sus unidades didácticas.

Estas competencias educativas pueden parecer inofensivas a simple vista sin embargo buscan hacer del niño un sujeto versátil, útil y capaz de adaptarse a cualquier tipo de trabajo, olvidando al propio niño, sus cualidades, necesidades, felicidad, libertad, en demanda de una sociedad más productiva y preparada para generar riqueza material.

 

Este adoctrinamiento silencioso donde pretenden convertirnos en sujetos útiles para su sociedad capitalista, mantiene en su estructura una sutil y maquiavélica estrategia, donde olvidamos el verdadero derecho a una educación.

Podemos pensar por ello que se está tergiversando el término profesional, así como el propio concepto de educación, degenerándolo en utilidad, lo que repercute notablemente en el conocimiento predominante en este tipo de sociedad: conocimientos mediocres, muy básicos, falsos y fragmentados a cerca del mundo, así como competitividad y transformación del niño en consumidor y trabajador para esta sociedad.

 

Podíamos hacer una reflexión e intentar imaginar hasta donde podría alcanzar una persona a la que se le dejara desarrollar su potencial mediante una educación real, respetuosa y enfocada al alumno y no a la sociedad, más increíble aún sería en el caso de una persona con altas capacidades o superdotación.

 

Obviamente una crítica constructiva no se puede limitar a atacar sin dar respuestas, por ello la necesidad de exponer unos fines educativos reales donde sí se contempla al niño como sujeto de su propia educación. Y esta es, sin duda, la pedagogía o educación libertaria

Dentro de los principios educativos libertarios nos encontramos con el respeto a la libertad del individuo, es la libertad colectiva ya que convivimos en grupos, teniendo en cuenta a los demás.

 La autoridad o autoritarismo (las diferencias entre ambos términos para mí son inexistentes) se contraponen con la libertad de manera directa, ya que esa supuesta autoridad tan bien expuesta en la preparación universitaria de los educadores, la cual no significa imposición sino respeto al maestro, no deja de ser menos opresiva que el  puro autoritarismo, ya que el respeto se presenta como unidireccional, no suponiendo que debe ser algo mutuo y que nadie es superior a nadie. El lugar del profesor debe estar en igualdad, aunque el papel a desempeñar sea distinto, debe mostrar compromiso, ser reflexivo, crítico y afectivo pues de lo contrario, de no promover respeto,  humanidad y libertad en el aula estaríamos fomentando una “dependencia intelectual”.

 

Esto nos conduce por consecuencia al fomento de las decisiones colectivas, abiertas y sinceras, donde el alumno comprende, asimila y aprenderá la autodisciplina.

La autonomía es otra de las indispensables consecuencias de este tipo de educación, donde el propio niño dirige su educación, desarrollando capacidades como la reflexión, distinción o creación de ideas propias.

Con el autodidactismo permitimos además acceder a una información con que los niños puedan aprender por ellos mismos (aprender a aprender), haciendo posible la cooperación didáctica, donde juega su papel el profesor, quién también deberá incentivar los campos de interés de los alumnos, para no limitarlos solo a lo que ya conocen.

 

Sin embargo la piedra angular de esta educación es el asamblearismo, donde se toman las decisiones de forma consensuada, asumiendo los compromisos y generando la participación.

 

Se podrían enumerar muchos más principios educativos pero todo dependerá de las necesidades características de cada aula y alumno, lo que no se puede olvidar en esta “pedagogía de la libertad” es que se busca la felicidad, realización y respeto de cada niño como ser único, teniendo en cuenta sus intereses, sus formas de llegar al conocimiento, de pensar o de expresarse.

 

Lo que como anarquistas no podemos seguir permitiendo, es que sigan existiendo los “reformismos pedagógicos” de la democracia (con su Curriculum oculto), ya que tienen como finalidad convertir al alumno en cómplice de su propia coerción, para que este no se sienta una víctima del sistema educativo. Al igual son las estrategias utilizadas en política, donde comprenden que al tener la libertad para elegir entre un candidato u otro, ya se está participando y decidiendo sobre la vida social, haciendo pensar al individuo que no es víctima del sistema y que es necesaria este tipo de aportación, procurando así el mantenimiento seguro de la “democracia”.

 

Ahora bien, el sentido de la imposición de las escuelas, de todo tipo de escuelas, es un problema aún por resolver ya que no caben los juegos de palabras que intenten esconder cualquier tipo de represión hacia los alumnos. Ahí cabe preguntarse ¿con qué derechos un simple maestro tiene el poder de arrojarse el título de creador de sujetos críticos? Foucault decía: “el término sujeto tiene dos sentidos: sujeto sometido al otro por el control y la dependencia, y sujeto relegado a su propia identidad por la conciencia y el conocimiento de sí mismo”. Esta concepción del sujeto, sometida a la vida social y al contexto escolar, no deja de ser en ambos casos una forma de reprimir la libertad e igualdad de los individuos ya que en ambos casos se introducen más claramente o menos una serie de ideas que aceptar sin más. Es difícil, sin caer en la imposición, ser el artífice y conocedor del tipo de sujeto que se necesita para progresar socialmente: esto es modelar al niño para que sea crítico, autónomo, creativo, libre, pacifico, tolerante o solidario.

Por ello en las escuelas libres hay que tener mucho cuidado de no caer en los mismos errores de las escuelas pro-sistema, ya que muchas veces son admitidas sin ser sometidas a crítica. Estas no deben entonces obligar al alumno a cumplir los principios de los que hablamos anteriormente: asamblearismo, solidaridad o cooperación del maestro, sino que debemos llevar al máximo exponente la libertad e igualdad de nuestros alumnos posibilitándole cualquier tipo de saber que necesiten, cualquier tipo de educación que exijan, cualquier tipo de necesidad que pidan, a fin de no imponer si quiera una pedagogía libertaria, es decir, la escuela como espacio que pueden o no usar los niños en su desarrollo individual, colectivo, intelectual o práctico.

 

En conclusión, no debemos procurar una educación que lleve a un tipo de sociedad concreta, sino centrarnos en posibilitar el crecimiento del niño, respetando al individuo, la verdadera promoción de la libertad como seres únicos y sociales y de la igualdad como diferentes unos de otros, con sus necesidades y sus intereses.

 
 Judit Llorca Tomás

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