La protesta del 25-S en el Congreso acaba con 64 heridos y
28 detenidos
El descontento de parte de la ciudadanía por los recortes y
su distanciamiento de la clase política se ha volcado este martes en un
episodio inédito. Miles de personas (6.000, según los datos de Delegación de
Gobierno), muchas de ellas llegadas de otras regiones, han acudido a la llamada
de un grupo de activistas a dar un paso más en la muestra de su descontento
cercando el Congreso de los Diputados. Aunque los convocantes han insistido
hasta el último momento en el carácter pacífico de la protesta, la tensión
entre asistentes y policías ha ido subiendo y ha acabado con varias cargas. En
la noche del martes había un total de 28 detenidos, según los últimos datos de
la delegación del Gobierno, y unos 64 heridos, 16 de los cuales fueron
trasladados a centros hospitalarios (uno de ellos grave, aunque la policía
señala que tenía una lesión medular previa producto de un accidente de tráfico,
informa F. J. Barroso). Entre los lesionados hay 27 agentes, según el Samur.
Las cargas llegaron, a última hora, hasta los andenes de Atocha.
A partir de las siete
de la tarde del martes, cuando se produjo la primera carga policial, se
sucedieron momentos de tranquilidad y caos. A las 21.00, los antidisturbios,
que ya habían entrado en la plaza, intentaron dispersar por la fuerza a los
manifestantes y dispararon salvas. Muchos congregados trataron de huir
metiéndose por algunas callejuelas aledañas al Congreso y acabaron entre dos
cordones. La policía sostuvo para argumentar su intervención que algunos
manifestantes violentos comenzaron a tirar botellas, pilas y otros objetos.
Algunos de los participantes en las protestas de Madrid golpearon a agentes.
Las duras cargas policiales que se sucedieron sobre los concentrados dejaron
impactantes imágenes de manifestantes ensangrentados.
La policía cerró
varios anillos en torno a la Cámara para impedir el paso a los concentrados
La policía cerró
varios anillos en torno a la Cámara para impedir el paso a los manifestantes.
Durante toda la tarde, algunos asistentes a la manifestación intentaron
acercarse lo más posible por los distintos accesos que dan al Congreso, que
está rodeado por 13 callejuelas. Unos lo intentaron por la calle de Cedaceros,
otros por la de Zorrilla, otros por la carrera de San Jerónimo y el grueso lo
hizo por la plaza de Neptuno, el único punto autorizado por la Delegación del
Gobierno pasadas las 18.00. La delegada, Cristina Cifuentes, ha insistido
durante estos días en que las manifestaciones frente al Congreso están
prohibidas cuando hay actividad parlamentaria. El Código Penal las tipifica si
alteran “su normal funcionamiento”.
En un momento de la
tarde noche, al salir del cordón policial, un periodista que trabaja dentro de
la zona cercada fue confundido con un político e increpado con saña por algunos
manifestantes: “¡Es un político!”, gritaba uno. “¡No, es un guardaespaldas!”,
decía otro. “¡No, es un tertuliano facha!”.
El objeto de la
acción, con el lema ‘Rodea el Congreso’ era manifestar a los políticos el
hastío de los ciudadanos e iniciar “un proceso constituyente”, según los
organizadores. Que el enfado de muchas personas que acudieron a la cita era
mayúsculo se palpaba el martes en la calle. “Yo he venido para que los
políticos vean cara a cara mi sufrimiento”, decía Mamen Gubas, una desempleada
de 41 años procedente de Bilbao. Entre los asistentes había indignados pero
también parados, estudiantes, amas de casa y personas mayores procedentes de
Andalucía, Aragón, Cataluña, Valencia o Galicia, entre otros. Alberta Matarán y
Francisco Mármol llegaron el martes por la mañana desde Granada “para decir a
nuestros representantes que no estamos de acuerdo con el atropello a la
ciudadanía". El autobús en el que viajaban fue uno de los abordados por la
policía para identificar a sus ocupantes. “Pido a nuestros representantes que
cuiden al pueblo y lo protejan de los mercados financieros”, decía el sacerdote
Joaquín Sánchez, venido desde Murcia con otros activistas.
Despejaron la plaza
de Neptuno disparando pelotas de goma
Pelotas de goma para
despejar Neptuno
Más de 1.300 agentes procedentes de 30 de los 52 grupos de
las Unidades de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional, venidos de
toda España, estaban el martes trabajando en Madrid. El motivo de este gran
despliegue, según la policía, fue la dificultad para calcular la asistencia a
las manifestaciones convocadas, como esta, por redes sociales. En total había
tres anillos de seguridad en torno al Congreso, dos de los cuales se cerraron a
cal y canto antes de las seis de la tarde. Un grupo de guías caninos más
algunas unidades de caballería completaban el dispositivo. Al frente de todo,
entre los agentes de Neptuno, estaba el Comisario General de Seguridad
Ciudadana, Florentino Villabona.
No había forma de
traspasar las vallas que habían cerrado el acceso a la carrera de San Jerónimo
desde Neptuno. O eso parecía. Hasta las siete de la tarde, la única incidencia
había sido el arresto de un hombre que se había subido a una valla, horas
antes, con una bandera del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) de Juan
Manuel Sánchez Gordillo. Entonces, un pequeño grupo trató de romper parte de la
valla de uno de los extremos de la plaza y la policía intervino. Fue cuando se
produjo la primera carga y se llevaron a los primeros detenidos. Los agentes
entraron y desalojaron por la fuerza a todos los que estaban pegados a la
valla, ocupando la parte de la calle más cercana al cordón policial. Una de las
mujeres, sin un zapato y con los pantalones rotos, pedía a los agentes que no
la separaran de sus dos compañeros. Un trozo de valla fue lanzado a los agentes
en medio de la trifulca.
La intervención, y
los primeros arrestos, calentaron los ánimos en la plaza de Neptuno. Varios
grupos de agentes pasaron la valla para controlar a los manifestantes, esta vez
con material antidisturbios. Pero en ese momento aún no se estaba desalojando
la plaza entera. Un policía le decía a uno de sus subordinados, que seguía
caminando al frente: “No vamos a retroceder ni un centímetro, pero tampoco
vamos a avanzar. ¿Has entendido?”. En medio de la crispación, una señora se
acercó a los agentes. Con voz alta, nerviosa y entre lágrimas, les recriminaba
que no les dejaran acercarse al Congreso: “¿Pero qué esconden ahí? Díganme.
¿Por qué no podemos pasar? Esa es nuestra casa. Es nuestra”.
Dos horas después la
situación se recrudecía con sucesivas cargas que incluyeron el lanzamiento de
pelotas de goma y que acabaron con el desalojo de gran parte de la plaza. Esta
vez, todo empezó cerca de la fuente de Neptuno, alejada de las vallas que
impedían el acceso al Congreso. Según la policía, el origen fueron los objetos
que empezaron a lanzar algunos manifestantes. Los arrestos se sucedieron, hasta
llegar al menos a 28 detenidos, mientras los asistentes denunciaban cargas
indiscriminadas. Uno de arrestados era un señor mayor a quien los agentes
llevaban con el rostro tapado y que se tiró al suelo pidiendo por favor que no
le hicieran daño. En ese momento, las imágenes de lo que estaba sucediendo eran
ya noticia de primera página en la prensa nacional e internacional. A las
23.00, centenares de manifestantes seguían aún en la plaza, algunos increpando
a los policías. Muchos de los que se quedaron hasta tarde eran jóvenes, pero no
solo. Una desempleada que pasaba de los 50, rodeada de sorprendidos veinteañeros,
reivindicaba su derecho a protestar todo lo que quisiera ante el Gobierno y los
políticos por la situación de España.
Que la manifestación
se saldara con incidentes no es una buena noticia para los ocho organizadores
imputados por la Audiencia Nacional. Uno de ellos, Chema Ruiz, explicaba que su
intención en principio era disolver a la gente al final de la noche. El grupo
pretende dar “continuidad” a su acción, aspira a atraer a más colectivos y a
seguir convocando movilizaciones. El martes a última hora, los manifestantes
decidieron regresar el miércoles a las 19.00 a Neptuno.
Penas y multas
El Código Penal
castiga como delito contra las instituciones del Estado a los promotores de
manifestaciones que alteren el normal funcionamiento de las Cortes.
- Incurrirán en la
pena de prisión de seis meses a un año o multa de 12 a 24 meses los que
promuevan, dirijan o presidan manifestaciones u otra clase de reuniones ante
las sedes del Congreso de los Diputados, del Senado o de una Asamblea
legislativa de comunidad autónoma, cuando estén reunidos, alterando su normal
funcionamiento.
- Incurrirán en la
pena de prisión de seis meses a un año quienes, sin ser miembros del Congreso
de los Diputados, del Senado o de una Asamblea legislativa de comunidad
autónoma, perturben gravemente el orden de sus sesiones. Cuando la perturbación
del orden (...) no sea grave, se impondrá la pena de multa de seis a doce
meses.
- Las penas se elevan
de tres a cinco años de prisión para los que invadan por la fuerza el Congreso
de los Diputados (art. 493) o intenten penetrar con armas para presentar
peticiones (art. 495).
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