Lo consiguieron, al menos de momento. Unas 200 personas, la mayoría familiares y amigos de los promotores de los inmuebles, lograron ayer paralizar el derribo de las diez viviendas unifamiliares de la calle Reina Isabel de Portugal, en la zona de Majadillas Bajas de Chiclana, que el Ayuntamiento tenía previsto demoler de forma subsidiaria tras dictar orden de derribo el juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 3 de Cádiz.
Con dicha orden judicial en la mano, el Ayuntamiento chiclanero había contratado días atrás a la empresa Derribos Aragón para reducir a escombros los diez inmuebles, todos ellos levantados de forma sin licencia hace tres años, y que cuentan con dictamen judicial firme con fecha desde septiembre de 2007.
Sin embargo, y debido a la enorme presión de los propietarios y su entorno, las autoridades municipales se vieron obligadas hasta en dos ocasiones ayer a abortar estos trabajos. La primera intentona tuvo lugar a las 8 de la mañana, después de que un fax de la empresa encargada de ejecutarlo alertara de que no tenía en su poder toda la documentación del informe de seguridad.
Una veintena de agentes de la Policía Local de Chiclana y tres dotaciones de la Guardia Civil abandonaban el lugar con las primeras luces del alba. La familia Tocino, promotora de estos inmuebles y muy conocida en la ciudad por su actividad hostelera e inmobiliaria, decidía mantenerse en guardia en sus domicilios «por si vuelven» y celebraba su 'primera victoria' ante el derribo.
Pero, no sabían que lo peor estaba por venir. Tras toda la mañana en medio de una gran tensión, gritos desesperados y llamadas de teléfono y trabajo a destajo de los técnicos municipales de la GMU, el Consistorio anunciaba que a las cuatro de la tarde las viviendas serían demolidas de una vez por todas. Ocho coches-patrulla con más de una veintena de agentes de Policía Local a bordo, la grúa municipal para retirar los vehículos que obstaculizaban a las excavadoras, y dos dotaciones de la Guardia Civil tomaban la calle donde se ubican las unifamiliares.
Aplausos
Los ánimos estaban muy encendidos. En medio de ataques de ansiedad, y algún sabotaje a los vehículos policiales (pinchazo de ruedas), los promotores y docenas de propietarios de inmuebles irregulares de otras zonas de Chiclana que se sumaron a la causa consiguieron paralizar nuevamente el derribo.
Un minuto antes de las cinco de la tarde los mandos de la Policía Local y los técnicos de Derribos Aragón aseguraban a este medio que no se reunían «las condiciones óptimas de seguridad para ejecutar la actuación», y comenzaban su segunda retirada del día en medio de los aplausos y vítores de los indignados vecinos ante los medios gráficos.
Nuevamente los propietarios habían ganado la batalla, y al menos hasta el lunes, sus casas seguirán en pie aunque con la picota amenazándoles de cerca. De hecho, está previsto que tras el fin de semana la maquinaria pesada vuelva a la zona y reduzca a escombros, como mandó en su día el juzgado, las diez unifamiliares de la familia Tocino. El particular balance de heridos de esta peculiar 'batalla' fueron las cuatro intervenciones de emergencia de los servicios sanitarios, que tuvieron trasladar con crisis de ansiedad a un centro hospitalario a la hija de uno de los propietarios. Éstos, en su gran mayoría familia y amigos de 'el pelón', como es conocido el patriarca de la misma, Antonio Tocino Verdugo, no hicieron caso a los seis precintos que Urbanismo realizó a las obras de sus viviendas entre febrero de 2007 y agosto de 2008.
Los inmuebles, todos idénticos y que forman una calle privada, cuentan con 100 metros cuadrados de superficie y se ubican en parcelas de 400 metros2 con jardín y barbacoa.
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