IU ENTRA EN EL PODER
JUDICIAL. ¿VAMOS HACIA EL TRIPARTITO?
Quienes sueñan con un poder judicial
"independiente" y neutro en relación con todo aquello que
acontece a nuestro alrededor fantasean
con una quimera inexistente. El poder
judicial forma parte de la superestructura del Estado. Y el Estado es un
instrumento de aquellas clases sociales que lo dominan. Esto ha sido así desde
que la sociedad humana se dividió en grupos sociales con intereses
contrapuestos. Las clases socialmente dominantes requirieron de un instrumento
represivo que les sirviera para
preservar sus intereses. De esa necesidad aparecieron los ejércitos, la
policía, la administración estatal, la judicatura, etc. El poder judicial es,
pues, una expresión más de los intereses económicos dominantes en una sociedad
dada. Y mientras las clases sociales existan
seguirá siendo así. Eso no
significa, sin embargo, que en alguna circunstancia excepcional algún gozne
secundario del aparato judicial deje de cumplir la función que se le ha adjudicado.
Cuando se produce esa eventualidad, el sistema está suficientemente entrenado
por siglos de experiencia para proceder al "engrase" de la pieza
"averiada" o a su sustitución si corresponde.
Viene a cuento esta reflexión porque la pasada semana , como suele
suceder cada vez que reglamentariamente
corresponde, los dos partidos que se
turnan en el control del gobierno y de sus instituciones - no del poder, que es otra cosa diferente -
procedieron al reparto de sus representantes
en un órgano denominado "Consejo General del Poder Judicial"
(CGPJ). Controlar esta institución no cambia nada esencial en la orientación del aparato judicial . Este, independientemente de cuál sea el Partido que domine sus órganos rectores, seguirá cumpliendo la función
que le otorgaron quienes diseñaron la Constitución y la estructura
del Estado monárquico durante la llamada
"Transición". Es decir, la
de proteger los intereses y privilegios de las clases
económicamente hegemónicas. Si en alguna
época esto ha quedado expresado con nítida
claridad es en la que actualmente estamos viviendo.
En el curso de los
ultimos años , los efectos de la crisis económica del capitalismo han servido
de detonante en la agudizacion de las contradicciones sociales. A decenas de
miles de personas se las ha privado de sus hogares por imperativo de los
intereses bancarios. Varios millones de asalariados han sido arrojados a la
calle al llamado de las grandes
patronales . La propia Constitución ha sido sometida
a una fulminante modificación por
expresa imposición de la gran banca
europea. En ninguna de estas circunstancias las supremas instituciones de la
judicatura actuaron en contra de estas
disposiciones evidentemente injustas y que afectaban gravemente a la vida de
millones de personas . No podían hacerlo porque no son ni neutrales
ni independientes.
EL JUEGO PARTITOCRÁTICO
Sin embargo, que una
organización política u otra domine en
el seno del CGPJ sí es importante en el escenario del juego
partitocrático que caracteriza en la
actualidad a la vida política en el Estado español . De que la mayoría de los miembros del CGPJ sea proclive al PSOE o al PP dependerá
que una u otra organización pueda
defender mejor o peor sus posiciones, intereses partidarios o corruptelas
dentro de las instituciones. En
el marco de un aparato del Estado en el que todas las instituciones que lo
componen están seriamente resquebrajadas
por la corrupción política,
controlar las decisiones del poder judicial se convierte en una tarea esencial
para los partidos que se turnan en el gobierno. Eso es lo que explica, y no
otras razones, la ferocidad mostrada por el binomio PP - PSOE a la hora de repartirse influencias en el
seno del Consejo General del Poder Judicial. El significado que tales pactos y
repartos tienen es evidente: los jueces
que investigarán los numerosísimos casos de corrupción que afectan a los
partidos políticos del sistema están
gobernados por una institución a cuyos miembros los nombran
paradójicamente los partidos
investigados .
IU SE ABRE UN HUECO EN LA INSTITUCIONALIDAD DEL SISTEMA
No obstante, en la presente legislatura una novedad ha
venido a añadirse al escenario de las peleas cainitas - pues de hermanos
institucionales se trata - en el prorrateo de las poltronas del Poder
Judicial. Izquierda Unida, que
reiteradamente se ha rasgado las vestiduras
abjurando y reabjurando acerca del
ignominioso reparto mediante el cual el bipartidismo ha impuesto su
control sobre el Poder Judicial, ha terminado entrando de lleno también en ese
mismo juego. En el saqueo del botín que
se ha convertido el asalto al Consejo General del Poder Judicial, la coalición que dirige Cayo Lara ha obtenido
nada menos que un representante. El peso del que dispondrá IU en esa
institución es, pues, absolutamente
insignificante, ya que su
representación queda ridículamente capitidisminuida en una "asamblea" compuesta por 20
vocales, sin capacidad operativa alguna.
Pero, en cualquier caso, lo esencial de este paso de IU no
es, ni mucho menos, el peso con el que
contará en esa institución del sistema monárquico, sino la relevante
significación política que tiene. Valdría la pena que hiciéramos algunas breves
consideraciones al respecto.
HITOS DE UNA TRAYECTORIA
Con cierta
aparente ingenuidad, días atrás,
en un artículo titulado "Asaltar el palacio de invierno" y publicado en el digital Rebelión, el
profesor Rafael Escudero se preguntaba sorprendido por las razones que han llevado a esta fuerza política a
entrar en el espurio pacto que tanto había criticado en el pasado. Ignoramos si
el profesor Escudero conocía esas razones o al menos las intuía. En cualquier
caso, la interrogante del Sr. Escudero nos da la oportunidad hacer un repaso a algunas de ellas.
La historia de IU - y del PCE - durante las últimas décadas ha sido una historia de renuncias
encubiertas. La dirección de ambas
formaciones creyó que la estabilidad de
la llamada "sociedad del bienestar"
iba a proyectarse indefinidamente en el tiempo. Las clases sociales en
el capitalismo - pensaban - habían
perdido su estructuración clásica y ello
les obligaba a cambiar de presupuestos ideológicos. La clase trabajadora - según esa visión - había dejado de ser el
sujeto principal para que se pudieran producir transformaciones sociales. La
revolución en el sentido histórico del concepto había perdido todo su
sentido. Los cambios ahora debían de ser
"graduales" y necesariamente ejecutados dentro de los marcos
institucionales de la propia "democracia" burguesa.
Estas concepciones - relativamente nuevas en la historia del
marxismo español, eran viejísimas en el
movimiento obrero internacional - provocaron un corrimiento ideológico no solo
en IU y en el PCE, sino también en la socialdemocracia española y en los
sindicatos CCOO y UGT. El desplazamiento
fue, en general, hacia posiciones de derechas. El PSOE simplemente se adscribió a la práctica
neoliberal del momento. Los dos grandes
sindicatos siguieron también por esa
senda que compartieron con los sindicatos europeos. Y las direcciones del PCE e
IU creyeron encontrar la oportunidad para ocupar el espacio expedito abandonado por la socialdemocracia.
Cuando se produce la crisis económica y el tsunami del 15 M ocupa las calles del
Estado español, a Izquierda Unida los nuevos fenómenos la
sorprenden con el paso cambiado y al PCE en almoneda. Decenas de miles de
personas en todo el Estado se echan a la calle,
ante la sorpresa y desconfianza de la izquierda histórica. Hay quienes, incluso, desde sus filas llegan
a interpretar aquel movimiento espontáneo de masas como "una conspiración
del poder". No es el caso de IU, que en una tentativa de oportunismo electoralista trata de incorporarse al movimiento. Algunos
de sus representantes se integran, incluso, en sus asambleas. Pero la
aparición de sus principales
líderes en las movilizaciones del
15M, sin embargo, fue ruidosamente
contestada por quienes las integraban, al interpretar estos que esa
organizacion política formaba parte también del sistema al que de manera confusa
trataban de combatir.
ATRAPADOS EN SUS PROPIAS CONTRADICCIONES
Desde esas fechas a ahora,
IU ha quedado atrapada en una dramática
contradicción entre lo que quiere aparentar ser y lo que realmente es. Desea
aparecer ante los trabajadores,
los jóvenes y los movimientos sociales
como una formación revolucionaria que realmente quiere transformar esta
sociedad. De ahí que en sus eslóganes electorales empezaran a reclamar en las
ultimas convocatorias electorales una
confusa y difusa "rebelión" social que concluía justamente cuando terminaban aceptando por "imperativo
legal" los recortes impuestos por
el PP.
Pero por otra parte,
IU es consciente de que la dimensión exclusivamente electoral de su oferta no debe provocar temor en los sectores más moderados, potenciales
desertores de las urnas del PSOE . Esa
es una de las razones por las que la dirección de la coalición se sitúa de
manera equidistante en relación con las
luchas radicales protagonizadas , incluso, por integrantes de esa misma
coalición, como es el caso de las
ocupaciones de tierras y supermercados a
cargo de los jornaleros andaluces, encabezados por los dirigentes campesinos Sánchez Gordillo y Cañamero . "Estoy de acuerdo con el
fondo, aunque no con la forma", llegó a declarar sibilinamente a la prensa
el coordinador de IU,Cayo Lara, en relación con el tema.
Asimismo, los dirigentes de la coalición juegan con una
intencionada ambigüedad a la hora de enjuiciar políticamente al régimen
monárquico resultante del pacto constitucional del 78. Se declaran republicanos pero, simultáneamente Cayo Lara, manifiesta
que "al socialismo es
posible llegar a través de la
constitución monarquica". Al
igual que hace el PSOE , IU confiesa tener un corazón republicano, pero
en su práctica política es incapaz de
distanciarse de la monarquía.
Desde el punto de vista histórico y político, el enjuiciamiento del proceso de la denominada "Transición" es clave. Y no solo para entender cómo la
burguesía española logró enlazar su
dominio desde el régimen franquista hasta la monarquía juancarlista,
sino también para establecer cuáles deben de ser hoy
los objetivos políticos prioritarios en la lucha de los sectores
populares y los movimientos sociales que se están gestando. La dirigencia de Izquierda Unida, una parte de la cual fue
protagonista principal de aquella fraudulenta operación, ha eludido realizar
una valoración abierta, sincera y pública sobre aquellos pactos. Flirtean con
el equívoco cuando algún diputado de la coalición, como Alberto Garzón, habla de "algunos
errores" cometidos durante la "Transición", mientras que otros
como Willy Meyer expresan su orgullo por
haber defendido aquel infame contubernio
realizado a espaldas de la voluntad de sus propias bases. La amplitud dual de
este posicionamiento no es inocente. Lejos de evidenciar posicionamientos ideológicos antagónicos en
el seno de la organización, no tiene otro propósito que ampliar el espectro de apoyo a la coalición, sumando
a los que piensan de una manera y su contraria.
Este tipo de técnicas
electoralistas, que en estos treinta últimos años han llegado a
imponerse como "naturales", forma parte hoy de la mercadotecnia electoral de las
"democracias" burguesas occidentales.
¿ENTRE ESCILA Y CARIBDIS?
De IU no se puede decir siquiera que haya emprendido una singladura tenebrosa
entre Escila y Caribdis. El rumbo
político de IU y del PCE está muy bien
definido. Sus objetivos nos lo han
adelantado con la experiencia andaluza. Para una formación cuyas aspiraciones están circunscritas a la ocupación de un
definido espacio electoral, su horizonte
político no puede llegar nunca
más allá de la próxima esquina. Y
desde la perspectiva electoralista de IU no hay otra esquina más que la del PSOE. Todos sus esfuerzos estarán encaminados a ese
fin, aunque en el curso de la
trayectoria necesiten encubrir y
travestir sus propósitos. Entre otras
razones porque por experiencias pasadas
los dirigentes de la coalición son sabedores de que los electores suelen
preferir el original al duplicado.
Con su "puesta de largo" institucional en
el CGPJ, pues, la coalición Izquierda
Unida ha tratado de adelantarnos la inauguración de una nueva etapa en el régimen político de la monarquía:
la del tripartito. Otra cosa será que las eventualidades electorales y otras circunstancias permitan o no que esta se consolide.
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