CRECIMIENTO DE LA ULTRA-DERECHA EN EL ESTADO ESPAÑOL
La extrema derecha vuelve a primer plano en Europa aunando
populismo y crisis, pero con distintas variantes. De un lado los partidos de la
ultra-derecha, populistas y racistas que aparecen como opciones de poder, con
parlamentarios en la mitad de los países de la UE y con gobiernos en Bulgaria y
Letonia. Es el caso del Frente Nacional francés renacido con Marine Le Pen,
Interés Flamenco de Bélgica, el Partido Popular danés, el Partido de la
Libertad holandés o el austríaco que, con el mismo nombre, acaba de quedar en
segundo lugar en las recientes elecciones. También del Partido del Progreso
noruego -en el que había militado Anders Breivik, autor de la masacre de la
isla de Utoya- que acaba de entrar en el gobierno.
Del otro, los partidos neo-nazis, con grupos de choque, como
Alba Dorada que en estos días llenaban los periódicos por el asesinato de un
militante de izquierdas, o los paramilitares de la Guardia Húngara.
En el Estado español, a las argumentaciones estándar propias
del fascismo se les suma el tema de la unidad de la patria, así como las
características del Estado de la Transición y las del PP: ¿hacia donde vamos y
qué hacer?
El fascismo aquí: anida en el Estado, se desarrolla en sus
políticas y se organiza sobre todo en el PP
Siempre hemos denunciando al régimen actual, como
continuador del franquismo, con el que nunca rompió. Ha sido este régimen
quien, con la cobertura «democrática» de la Constitución del 78, ha mantenido
el aparato de estado del franquismo, y especialmente ejército y policía, para
reafirmar la «unidad de España», negando el derecho a autodeterminación de los
pueblos y conservando la dependencia de la Santa Sede alrededor La violencia
institucional durante la Transición se cobró 188 víctimas: unos durante la
represión en el 76% de las manifestaciones, otros en asesinatos en comisaría, o
a manos de grupos anti-terroristas, o de grupos de ultra-derecha
«incontrolados».
Entre estos últimos, unos actuaban directamente junto a la
policía en la represión –como los Guerrilleros de Cristo Rey en diversas
ocasiones-; otros, como los que asesinaron a nuestra compañera Yolanda, o a los
abogados de Atocha, eran de Fuerza Nueva, y en connivencia con las fuerzas del
Estado y la justicia, o no cumplieron condena o esta fue simbólica, cuando no siguieron
trabajando para el Estado, como en el caso del asesino de Yolanda, Hellín. Pero
no acabaron los asesinatos impunes de la ultra-derecha en la Transición, sino
que aún en 1993, caía Guillem Agulló a manos de un militante de Alianza
Nacional.
Han sido las leyes propugnadas por este Estado, que más allá
de la Ley de Memoria Histórica, hecha para salir del paso y que ha muerto de
inanición, han permitido dejar intactos símbolos franquistas como el monolito
del Valle de los Caídos, símbolo que incluso el Consejo Europeo recomienda
eliminar. Es el mismo Estado el que ha impulsado el rechazo a las menores
iniciativas nacionalistas, sean plan Ibarreche o Estatut de Catalunya, o
decretado leyes como la de extranjería que han golpeado sistemáticamente a los
y las trabajadoras inmigrantes, generando xenofobia a la par que iba
fragmentando a la clase obrera.
Ha sido el PP que, continuador de Alianza Popular, recompuso
políticamente el franquismo a partir de los 7 partidos organizados por 7
ex-ministros (los siete magníficos) y encabezados por el vicepresidente de
Franco, Fraga. Cosa que todavía hoy prevalece como demuestran hechos recientes.
Así en agosto, cargos y miembros de Nuevas Generaciones (Juventudes del PP)
valencianos y de Castilla La Mancha, posaban en público con banderas del ludos
fascistas. Una actitud «juvenil » afirmó el PP.
Más granadita es sin embargo, la alcaldesa popular de
Quijorna (Madrid), Mercedes García, quién autorizó una feria en una escuela
pública en la que se vendían banderas nazis y franquistas y al día siguiente
presidía un homenaje a los caídos «Por Dios y por España». No ha dimitido y no
se sabe que haya sido sancionada por el PP. Tampoco lo ha hecho Senén Pousa,
alcalde popular de Beade (Ourense), que se declara «franquista» y tiene un
altar dedicado al dictador en su despacho… O la presencia de miembros del
gobierno en la macrobeatificación masiva, en Tarragona el 12/10/13, de 522
religiosos profranquistas muertos durante la guerra.
De todo esto podemos deducir la existencias de unas raíces
fascistas todavía activas como afirma Martín Pallín, magistrado emérito del
Tribunal Supremo, que considera que existe una masa sociológica franquista, que
sitúa en «más de un 10%» de los votantes del PP (El País, 5/10/13)
Se desprenden y radicalizan alas del PP
Este Estado y estas políticas, facilitan que en una
situación de crisis, y con una mayoría absoluta, el PP recrudezca sus rasgos
más fascistoides, como en la LOMCE, la ley del aborto, la reforma del código
penal… Pero esas acciones, que tensan la situación social, facilitan la
expresión o la ruptura de alas de esos votantes del PP.
Y se reproduce el proceso europeo. El equivalente a los de
ultraderecha populistas, serían aquí partidos que pueden poner distancia de los
recortes de los gobiernos de turno, y que toman como bandera la unidad nacional
–uno de los leiv motiv del franquismo-: los lerrouxistas de UPyD o de
Ciutadan’s. Y ello aún cuando el PP les deja poco espacio y pueden coincidir,
como en no votar la condena del franquismo hace unos días en el Parlament de
Catalunya, o en la convocatoria de «Som Catalunya, somos España» de Barcelona
del 12 O. Antes de ellos otra organización, apoyándose en el racismo más
visceral, se había aupado a muchas concejalías catalanas: se trataba de Plataforma
por Catalunya mucho más cercana a los grupos nazi-fascistas pues han
protagonizado algunas agresiones, dando así el salto hacia la violencia
explícita.
También se fortalecen alas aún más radicalizadas y de
choque, nazi-fascistas, como Falange Española, Alianza Nacional, Democracia
Nacional y España 2000. No es que antes no existieran, como demuestran
inmigrantes y jóvenes asesinados –como Carlos a manos de un soldado del
Ejército de Tierra miembro de Democracia Nacional-, o la existencia de la
librería nazi-fascista Europa en Barcelona. Pero el asalto a la librería
Blanquerna en Madrid, el pasado 11, o la organización de autocares con
militantes fascistas de todo el Estado, para concentrase el 12 O en Barcelona
–que sólo reunió unos 300-, les dan protagonismo. Y marcan la profundización
del giro que también se agudiza en estos grupos, de poner en primer plano la
defensa a ultranza del tema nacional. Su mejor expresión, fue la participación
en la convocatoria de PP y C’s, de Plataforma por Catalunya, del neonazi Casal
Tramuntana, Falange Española y de las JONS y España 2000, amalgamados todos en
la defensa de la unidad de España.
Una política frente al fascismo
Pero el fascismo es algo más que racismo y centralismo. Es
esencialmente la opción del capital financiero cuando precisa aplastar a la
clase obrera y a sus organizaciones con métodos de guerra civil. Por eso,
cuanto más se profundiza la crisis, y menos alternativas sólidas aparecen de la
izquierda que ofrezcan salidas a la miseria, más peligro hay de que crezcan las
opciones desesperadas que giran a la derecha, o de que sectores de pequeña
burguesía pidan salidas de orden.
Esa es la base social del fascismo y aún no se ha
desarrollado en el Estado español. Pero, como marca el avance de Alba Dorada en
Grecia, a nuestro alrededor están dadas todas las condiciones, con la
diferencia de que aquí, como históricamente ha ocurrido, la bandera inicial de
su resurgir es la unidad de España.
Esto nos obliga a tener una política frente a su ascenso. No
se trata de centrarnos en conseguir que se prohíban o ilegalicen las bandas
fascistas, por más que podamos denunciar la doble vara de medir cuando se
prohíben partidos de la izquierda abertzale y no se hace nada con las bandas
fascistas. Pero poner el eje ahí es alentar la falsa expectativa de que será el
Estado quien nos defenderá del fascismo - cosa que es imposible por sus propias
características- y anestesia para enfrentarlo directamente. Tampoco se trata de
«unir a los demócratas » contra el fascismo, borrando la frontera de clase,
puesto que la burguesía, aún la más aparentemente demócrata, ha demostrado
desde el mismo aparato de Estado de qué lado está. Y no sólo recientemente –Ley
de Partidos por ejemplo-, sino en su historia posicionados junto a Primo de Rivera
o Franco.
Que los hay honestos, sí, pero no es el frente con sus
organizaciones –que son de clase- el que combatirá al fascismo, sino que
hacerlo debilita el frente obrero que sí debiera existir para derrotarlo.
Porque en primer lugar se trata de impulsar una política con salidas realistas
a la crisis y especialmente para los y las trabajadoras que sufren la miseria
del sistema, a la vez que se defiende el derecho democrático de la
autodeterminación de los pueblos. Y difícilmente ofreceremos salidas convincentes
de la mano de quienes con, mejores o peores palabras, tienen los intereses
opuestos.
Por lo tanto se trata todavía hoy y aquí –en Grecia ya se
pasó a otra fase- de fortalecer los debates y las resoluciones en las
organizaciones del movimiento obrero, juvenil y popular, porque /tenemos que
prepararnos para resistir los ataques fascistas que serán violentos y deberán
encontrarnos preparados para defendernos. Porque al fascismo no se le discute,
se le destruye, y eso pasa en primer lugar por arrebatarle hoy, su posible base
social.
28 de octubre de 2013
Luis Carlos Gómez Pintado “Luca”
Militante de Lucha Internacionalista
http://luchainternacionalista.org/
https://twitter.com/luchainter/
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mail:luchain@telefonica.net
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