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viernes, 4 de febrero de 2011

Lecciones de economía para niños inquietos: Sindicatos amarillos

El término "sindicato amarillo" debe su nombre al sindicalismo francés, cuando en 1899 se fundó en Francia un sindicato que aglutinaba a todos aquellos mineros que rechazaban la huelga general como instrumento de presión y preconizaban la unión fraternal de trabajadores y patronos. El término procede del hecho de que las ventanas del lugar donde se reunían estaban cubiertas con papeles amarillos, en oposición al color rojo, típico del sindicalismo de izquierda. Paul Lanoir (fundador de la Unión Federativa de sindicatos y grupos obreros profesionales de Francia y las colonias, uno de los primeros sindicatos amarillos de Francia), en un discurso de 1902, señalaba como objetivo principal de los sindicatos amarillos "la colaboración entre trabajadores y patrones con el fin de formar la gran familia del trabajo, unida por una inseparable comunidad de intereses."


El sindicalismo amarillo también es conocido con el nombre de sindicalismo vertical o sindicalismo mafioso. Desde el punto de vista de las finanzas, estas organizaciones se suelen nutrir de las subvenciones públicas, siempre bajo una pátina de opacidad. Nadie es capaz de precisar con exactitud a cuánto ascienden las subvenciones otorgadas a los sindicatos amarillos o sindicatos mafias. Otra característica de estas organizaciones es que suelen actuar en contra de los intereses de los propios trabajadores a los que dicen representar, anteponiendo en todo momento, los intereses propios de las cúpulas dirigentes o aparatos burocráticos. Muchos de vosotros os estaréis preguntando cómo se puede diferenciar a una sindicalista amarillo de un sindicalista de clase. Es muy simple, el primero se caracteriza porque no ha trabajado en su puta vida, haciendo de las negociaciones y otras pamplinas parecidas su medio de vida. El segundo, por el contrario, seguirá en el tajo, peleando por defender los intereses de sus compañeras y compañeros. El primero acatará todos los pactos, concertaciones y mamoneos de la cúpula de su sindicato. El segundo no participaría jamás en esos cambalaches.

Aunque el sindicalimo amarillo está expresamente prohibido por las leyes internacionales y por casi todas las legislaciones nacionales, a día de hoy siguen existiendo sindicatos amarillos en casi todos los países del mundo. En el estado español, por ejemplo, existen dos importantes centrales sindicales amarillas, verticales o mafiosas: la Union General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CC. OO).

Rafael Calero

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