La represión de las protestas que piden la marcha del presidente yemení , Ali Abdalá Saleh (en el poder desde 1978), se saldó ayer con al menos cuatro víctimas mortales en el sur del pais.
Una granada lanzada contra una protesta en la ciudad de Taiz, al suroeste, mató al menos a un manifestante y dejó heridos a otros siete. El explosivo fue arrojado a través de la ventana de un coche a su paso por la plaza de Hurriya (libertad), donde en ese momento se concentraban unas 10.000 personas. "El coche se acercó a la plaza y alguien lanzó una bomba que explotó en medio de los manifestantes. Fue terrorífico", señaló a Reuters uno de los testigos.
"Es una vergüenza que el Gobierno recurra a estas tácticas criminales, pero no asustará a los manifestantes", declaró otra de las personas que se manifestaba contra el régimen de Saleh, que es visto por Estados Unidos como un aliado contra el terrorismo de Al Qaeda.
En otro punto no muy distante de la ciudad, los partidarios del dictador Saleh se han concentrado para expresar su lealtad al líder. Según la agencia Reuters han sido unos 10.000, aunque la televisión estatal ha mostrado las imágenes y sus locutores han asegurado que había un millón de personas.
Mientras tanto, en la ciudad portuaria de Adén, en el sur del país, tres manifestantes murieron por disparos de la policía. La revuelta en la república árabe, inspirada en las protestas que han acabado con los dictadores de Túnez y Egipto, se ha vuelto más violenta esta semana. La de ayer fue la octava jornada de manifestaciones y, desde esta semana, el régimen está usando la fuerza para acallar a los opositores.
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