QUEREMOS TRABAJOS DECENTES QUEREMOS SINDICATOS DECENTES
Embriagados por el renacimiento
del mas puro de los obreriles pensamientos, grito adormecido en la profundidad
de nuestra santa mansedumbre. Siendo por ello uno de los principales argumentos
del alma Obrera sedientos de luz solar.
Nos ha sorprendido gratamente el
poder oír a ese buen amigo, tan ingratamente olvidado y arrinconado en lo más
profundo de nuestro vergonzante vivir obrero. Ese viejo concepto tan mimado y
adorado por nuestros abuelos en el yunque golpeado de sus vidas.
Convencidos estamos de que es,
sin duda, la dignidad de los hombres la que da noble sentido al concepto
“decencia” y que al pronunciarlo, primero, “hay que merecerla” para poder
poseerla. Sin embargo, el tiempo y el tener que vivir sin poder cultivar tan
hermosa flor, hace que se pierda el sentir honorable mas hermoso de esta
sencilla compañera de nuestro vivir.
Pedir una cosa tan delicada como
la decencia, es deseable como justo el interrogar a nuestros interiores, si es
que lo merecemos.
Pues son muchísimas veces, y
muchísimos años, las que nuestra decencia de hombres trabajadores no ha sido
nunca defendida, soportando y padeciendo mil y una felonía en el pasado y en el
presente, llegando tal cúmulo de mansedumbre a tener que perder frutos
conquistados en mil batallas por nuestros padres y nuestros abuelos. Ellos
supieron que sus decencias no fueron nunca otorgadas, sino conquistadas y, por
lo tanto, merecidas.
Es por ello que, al estar
orgullosos de su tesoro, siempre estuvieron pendientes para defender aquello a
lo que tanto valor le concedieron.
En cuanto a nuestros valerosos
“Sindicatos Mayoritarios”, hemos de decir que al grito callejero, por parte de
los abanderados obreros sindicalistas de UGT y de CCOO, de ¡¡QUEREMOS TRABAJO
DECENTE!!, deberíamos decir: ¡¡QUEREMOS SINDICATOS DECENTES!!, pero sin
olvidarse que para poseer una cosa hay que luchar por ella, pues es solo
luchando que se merecen las cosas dignas, pues para serlo también hay que
vivirlo demostrándolo. Y que sepamos, las luchas obreras de estos sindicatos
son tan reducidas como nuestros salarios.
Otra cosa muy importante, que demuestra
el grado de decencia de una Organización Obrera, son sus recursos económicos y
el cómo se recolectan para poder comprender su organización interna, la cual
nos dirá el grado de decencia que posee dicho Sindicato.
Si sus ingresos económicos
vienen. Aparte de las flacas cotizaciones sindicales, de LOS PRESUPUESTOS DEL
ESTADO, de los CURSILLOS de OFICIOS (siendo difícil saber los lugares donde los
Sindicatos poseen dichas escuelas donde se enseñan oficios, de las COMISIONES
por GESTIONAR CIERRES EMPRESARIALES, y, lo mas doloroso, de las COMISIONES por
GESTIONAR DESPIDOS OBREROS, entonces tendríamos que modificar nuestro grito y
gritar con fuerza: ¡¡QUEREMOS SINDICATOS DECENTES¡¡ Porque no puede ser digno
el tener que vivir de nuestras miserias. Ellos están para defender nuestros
intereses y no para vivir de ellos.
Ellos serán los eternos parásitos
vividores de nuestros cuerpos. Pues lo han comprendido de una manera muy
particular, los sindicatos solo están para defender siempre a los Obreros, y no
al contrario.
Escarmentados estamos de tener
que ver a infinidad de “Vivillos” que solo desean poder vivir del sudor ajeno,
de verlos sentaditos en sus despachitos, con una serie de comodidades casi
iguales a las de los jefes y directores. Sus horas libres sindicales son una
serie de privilegios vergonzantes que han creado una nueva clase social de
parásitos sociales. Es un verdadero escarnio, una vergüenza digna de sentirla
por todos aquellos que la poseen. Y lo son al sumarse sobre nuestras espaldas
añadiendo peso al peso y opresión a los oprimidos. Ellos, que deberían de ser
nuestros compañeros, son unos vulgares parásitos más, que viven de nuestros
sudores.
Al moderno grito de busquemos la
carnaza fácil, saltan sobre los pobres colaterales miles de zánganos, vividores
de todo tipo de parásitos enloquecidos y sedientos de dineros, los últimos
eslabones de la triste cadena social. Presentes están, nuestros defensores
Sindicalistas, en los despachos de las empresas en crisis, esperando las
comisiones de los Patronos por haber facilitado y consentido los despidos
sangrantes, que tanto humillan, en la desesperanza, a los últimos eslabones de
la mas triste de las cadenas.
ES POR ELLO QUE DESDE EL FONDO DE
NUESTRAS NECESARIAS DECENCIAS HEMOS DE GRITAR CON FUERZA: ¡¡ QUEREMOS
SINDICATOS DECENTES ¡¡
Pedro García
Extraído de la revista ORTO nº
155
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