La fosa de Paterna de Rivera
(Cádiz) desvela cuatro cadáveres de víctimas del franquismo
Juan Miguel Baquero
"Mis niños, mis niños".
Como un desgarro, el grito de
Catalina Sevillano cae escaleras abajo. Atrás quedan sus hijos, Luis, de siete
años de edad, y Francisco, con 23 meses. Un grupo de falangistas acaba de
arrancarlos de sus brazos y Catalina, la
noche del 19 de julio de 1936, enfila rumbo a una muerte segura. A su asesinato
aún impune. Luis, casi ocho décadas después, espera a pie de fosa que uno de
los restos cadavéricos del cementerio de Paterna de Rivera (Cádiz) sea el de su
madre. O el de su padre, Francisco Vega, también ejecutado.
"Mis niños, mis niños",
chillidos en vano que encontraron el
escenario perfecto para el olvido en el cielo oscuro y sordo de la matanza
fundacional del franquismo. Crímenes todavía sin resolver y víctimas sin
justicia, aunque los sucesos en este rincón de la comarca gaditana de La Janda
están incluidos, como otros casos, en la denominada Querella Argentina que investiga delitos de
lesa humanidad cometidos tras el estallido golpista.
La intervención en la fosa de
Paterna se enmarca en el conjunto de
actuaciones de localización y exhumación de fosas comunes de la guerra
civil que la consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, a través de la
dirección general de Memoria Democrática, está realizando por toda la región
andaluza. Cuenta con el soporte de la asociación memorialista local y el apoyo
del Ayuntamiento paternero.
En la zona central de la tierra
excavada hay un enterramiento clandestino "con cuatro individuos",
relata el coordinador arqueológico del trabajo, Jesús Román. Puede haber otras
dos personas más, un dato por confirmar en el extremo norte de la excavación, y
se están realizando catas en otras zonas del camposanto para confirmar la
presencia de otras fosas.
"En Andalucía tenemos los
mejores equipos de arqueólogos y antropólogos para este tipo de
intervenciones", explica a
eldiario.es Andalucía el director general de Memoria, Javier Giráldez.
Son una baza para hacer exhumaciones "con las mejores garantías". En
Paterna, junto a Román, trabajan los antropólogos Bárbara Carrasco y Juan
Manuel Guijo, apoyados en el aporte historiográfico de José Luis Gutiérrez
Molina.
"Eliminación sistemática del
adversario político"
"No quiero morirme antes de
que aparezcan todos. Una vez que los
saquen, ya puedo morirme tranquilo", dice Luis Vega (87 años). A su
espalda hay huesos que asoman de la tierra. Da la sensación de que estallan en
gritos silentes. Fueron semillas de memoria que germinan para contar "la
historia de lo que pasó en el pueblo".
"No se saben sus
identidades", señala el arqueólogo. En la fosa pueden estar los restos
óseos de Catalina Sevillano o de Francisco Vega. O de ninguno de ellos. "
La dinámica de la represión –cuenta– hacía que no sólo los hicieran desaparecer
físicamente sino también que las familias no supieran donde estaban".
"Esto fue eliminación
sistemática del adversario político", resume Juan Luis Vega, nieto de
Francisco e hijo de Luis y, además, presidente de la Asociación para la
Recuperación de la Memoria Histórica de Paterna de Rivera. " En este
pueblo no hubo guerra pero sí mucha represión". Y relata:
"ejecuciones, torturas, encarcelamiento, mujeres peladas, robo de tierras…".
El número de ejecutados por fuerzas afines al golpe militar roza los 40 en el
pequeño municipio de La Janda.
Entre ellos, nombres como Juan
Orihuela, Martín Menacho, Antonio 'El Chopo', Diego Dávila o Mata 'El
Cabezalero', refiere la investigación de Gutiérrez Molina. O mujeres como María
Arias 'La Cuina', Antonia Moreno 'La Culito' y María Silva Cruz, apodada 'María
La Libertaria', nieta de Francisco Cruz 'Seisdedos' que logró escapar de los
trágicos sucesos que arrasaron su familia en Casas Viejas.
"Es la encarnación y el
símbolo del martirio de España", escribió Federica Montseny sobre ella.
Como "carne sangrante de un pueblo crucificado" compartió celda,
dicen, con Catalina Sevillano. "Aquí todo el mundo sabe lo que ocurrió
pero nadie lo contaba", apura Juan Luis Vega. Los propios ejecutores
dejaban constancia de sus hazañas. "El
que mató a mi padre y mi tío le
decían 'El Sargentito', y lo confesó en la
Venta el Calderón: "¿A los
Charleros? A esos me los cargué yo".
Leer y escribir como 'crimen'
Era el mote de los hermanos Vega,
'Los Charleros', cuyo 'crimen' partía "de que sabían leer y escribir y
eran afiliados a la CNT. Nunca hicieron nada malo". Como tantos
otros. En el cementerio hay varias fosas
con un número indeterminado de víctimas. Hasta principios del pasado mes de
septiembre era de propiedad parroquial y "no dejaban intervenir",
aclara Román. Ahora, ya municipalizado, está abierto a más trabajos de
localización e incluso a un posible nombramiento como Lugar de Memoria de
Andalucía.
Es "importante que las
familias que tengan algún dato de que sus víctimas pudieron estar aquí, que se
pongan en contacto con el Ayuntamiento y la asociación para posibles pruebas
genéticas", refiere el equipo técnico
"Mi padre veía hacer las fosas de día y
por las noches ya estaban tapadas", narra Vega. "Obligaban a gente a
hacer los boquetes. Ha venido una mujer y me ha dicho que su padre se volvió
loco, que decía: "hay que ver tener que hacer un agujero para enterrar a
mis paisanos". Y a él le decían: "Hazlo hondo, Fernando, vaya a ser
que te sirva para ti".
Para la identificación de los
restos es "importante que las familias que tengan algún dato de que sus
víctimas pudieron estar aquí, que se pongan en contacto con el Ayuntamiento y
la asociación para posibles pruebas genéticas", refiere el equipo técnico.
Luis Vega dice que morirá "tranquilo" cuando "los saquen".
Pero no sabe si estarán sus padres ahí o en otra fosa.
Entiende, en todo caso, la
magnitud que representa encontrar esos restos que salen a la luz. "La juventud de hoy tiene que saber lo
que pasó", cuenta. "A mi madre se la llevaron delante de mí. La
llevaban por los brazos con las piernas a rastras por la escalera. La apuntaban
con una pistola como si fuera una fiera. Mi madre lo único que gritaba era:
"mis niños, mis niños, mis niños", recuerda. "Nos quedamos como
el nido al que le dan con una escoba".
No hay comentarios:
Publicar un comentario