Navantia no descarta despidos si el plan de competitividad
no da resultados
El denominado Plan de Competitividad que ha diseñado para
Navantia su principal accionista, la SEPI, forma parte de un proceso de
reorganización y ajuste de los astilleros públicos españoles de gran calado. El
presidente de la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI),
Ramón Aguirre, organismo que pertenece al Ministerio de Hacienda, esbozó el
pasado jueves durante su comparecencia en el Congreso las líneas generales para
salvar a Navantia de la quiebra y hacerla viable. Aguirre dibujó un panorama
muy negro, pero se limitó a expresar la parte más amable del plan, pese a que
toca el sueldo de los trabajadores.
La compañía arrojó el
pasado ejercicio un déficit de 78 millones de euros y acumula unas pérdidas de
169 millones de euros. Aguirre explicó que la situación es muy «difícil» y, por
ello, hay que tomar medidas contundentes para mantener a flote la empresa. Los
gestores de Navantia reconocen que no se ha firmado un contrato de construcción
naval desde hace siete años, lo que ha llevado a un alarmante deterioro de la
cuenta de resultados. Las expectativas de futuro tampoco son muy optimistas, ya
que Navantia ha perdido atractivo en los mercados internacionales al fabricar
un producto un 15% más caro que el resto de sus principales competidores y con
un sobrecoste de hasta el 50% con respecto al precio que ofertan los astilleros
asiáticos.
Ante este panorama y con el ánimo de garantizar la
viabilidad de la compañía, el presidente de la SEPI desgranó algunas medidas
que se van a adoptar de inmediato para evitar su hundimiento. Así, Ramón
Aguirre informó a los diputados de la necesidad de negociar un nuevo convenio
colectivo para reducir los salarios de la plantilla. Igualmente, se llevará a
cabo un plan de ahorro con el propósito de atajar gastos de explotación. De
esta forma, se recortarán servicios externos y se revisará el programa con
proveedores. La dirección de Navantia incrementa también su acción comercial
triplicando el número de efectivos y abriendo oficinas en países que son
clientes potenciales como por ejemplo Brasil y Australia.
Este paquete de medidas
trata de poner solución a corto plazo a una empresa que está seriamente tocada.
No hay que olvidar que las plantillas de los astilleros de Galicia y, sobre
todo de la Bahía, entrarán en una intensa subactividad a partir del próximo
verano cuando culmine la actual carga de trabajo, casi residual, lo que
provocará una reducción de ingresos y un incremento muy notable de las
pérdidas. El Plan de Competitividad que negociará ahora la SEPI y Navantia con
los sindicatos tiene como objetivo no disminuir su capital social, lo que
significaría el adelgazamiento de la empresa, evitar los despidos y mantener la
actividad en las plantas, aunque ya orientadas hacia otros negocios.
Sin embargo, ¿qué
pasará si los gestores no logran los objetivos marcados?. ¿Qué puede ocurrir si
la cuenta de resultados de Navantia entra en zona roja y se acerca a una
posible quiebra?. Este periódico ha podido saber que la SEPI guarda un as en la
manga o un Plan B para salvar los muebles. Los números que ha trazado la SEPI
sobre Navantia tienen un horizonte límite de dos años, es decir, el tiempo
estimado por los propios directivos para que cuaje alguna de las ofertas de
construcción naval presentadas en el exterior. Es el caso de los patrulleros de
Catar o la renovación de la flota que tramita Brasil. Es el cálculo estimado
para pasar de números rojos a negros o beneficios, algo muy difícil.
Navantia sabe que el
negocio de la construcción militar va a menos y sus costes son excesivos.
Distintas fuentes consultadas por LA VOZ coinciden en advertir que se persigue
una transformación integral de la compañía para entrar de lleno en otras áreas
de negocio. Para ello es clave ajustar su plantilla y la actividad de los seis
astilleros. La nueva dirección está poniendo ahora los cimientos de lo que será
el futuro sector naval de España.
Plantilla sobredimensionada
En primer lugar, Navantia cuenta en estos momentos con una
plantilla sobredimensionada que supera los 5.000 trabajadores. Además los
astilleros gallegos y los gaditanos realizan la misma actividad. Las plantas de
Fene y Cádiz se ocupan de la reparación, mientras que las de Ferrol, Puerto
Real y San Fernando se encargan de la construcción de barcos militares. La
factoría de Cartagena, por el contrario, es la única con un programa de futuro
y especializada en la construcción de submarinos. Por tanto, el Plan B no
descarta los despidos para ajustar la empresa a las nuevas necesidades y las
primeras hipótesis que se barajan es la salida de un tercio de los
trabajadores.
Las declaraciones realizadas el pasado miércoles por el
presidente de Navantia, José Manuel Revuelta, en una entrevista publicada por
LA VOZ son clave para entender hacia dónde va la compañía. Revuelta dejó muy
claro que «España no está para subvencionar a empresas que pierden dinero».
En este sentido, los
gestores trabajan al mismo tiempo en un plan de futuro para los astilleros.
¿Qué queremos hacer con esta empresa pública?. Estas conversaciones se llevan a
cabo también con miembros del Gobierno, pero el paso definitivo aún no se ha
dado. El Gobierno espera a que mejore el déficit público, haya una respuesta de
los mercados y termine la reconversión de Iberia para lidiar el toro naval.
Navantia se debate entre seguir con la construcción militar a gran escala o
reducir sus ambiciones para pasar a ser una compañía dedicada a la
modernización y reparación de buques con áreas de negocio abiertas a otros
sectores. Es decir, diversificar toda su línea de producción. La dirección
tiene muy claro que no puede competir con los astilleros asiáticos y trata
ahora con medidas de urgencia de reducir costes laborales.
El otro factor que
trae de cabeza tanto a la SEPI como a Navantia es ¿qué hacer con seis
astilleros? Las plantas que se encuentran próximas a arsenales militares, caso
de Ferrol, San Fernando y Cartagena, son emplazamientos estratégicos. Navantia
solo tiene en propiedad el astillero de Puerto Real, el resto son concesiones
portuarias. De momento, no baraja cierre de factorías, aunque la evolución de
su plan de viabilidad marcará el futuro de las plantas.
Este periódico ha
consultado con varios expertos la viabilidad de Navantia y destacan que las
medidas deben ponerse en marcha antes del verano con el fin de no generar más
pérdidas para 2014.
La presencia de un Plan B no es una sorpresa para los
trabajadores gaditanos. El presidente del comité de empresa de la factoría de
Cádiz, Juan Bedeli, destaca que en los últimos días y a raíz de las
manifestaciones se han sucedido varios mensajes desde de la dirección de
Navantia que han ido en ese sentido, es decir, «se anuncian ahora ajustes de
sueldo y más adelante vendrán los ajustes de plantilla».
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