Atentado sangriento en El Largo Adiós: un estudiante recibió
dos tiros
Dos sobrinos de Milans del Bosch entre los implicados:
Alfonso huyó y se alistó en la Legión, mientras Santiago sacaba las oposiciones
de juez y hoy ejerce la abogacía. Otro de los autores mató a su mujer por la
benevolencia de la justicia.
F. Valiño
'¡Documentación!' La imperativa orden del ímprobo agente
policial iba dirigida a Jorge Ignacio Simón Escribano, que permanecía tirado en
el suelo de El Largo Adiós con dos tiros en el cuerpo y envuelto en un charco
de sangre.
La aparente
tranquilidad de la tarde festiva del 6 de enero de 1981 había sido rota por
tres jóvenes fascistas: Alfonso Milans del Bosch y Jordán de Urríes, Luis
Alfonso Esteban Rebollo y Francisco José García Ruiz. Los tres, de 16 años de
edad, atacaron el Cafetín con una pistola, una barra de hierro y un cóctel
molotov. El reloj de la catedral, de haber funcionado, habría marcado las 18,15
horas. Y Simón, de 26 años, se hubiera tomado el segundo carajillo de la tarde.
Los tres pistoleros,
emuladores de John Wayne, frente a cuyo retrato y de espaldas a la puerta se
sentaba Jorge Simón, abrieron fuego sobre los clientes; una veintena. El
atentado pudo haber sido una matanza, ya que los proyectiles 'solo' alcanzaron
la columna vertebral y la cabeza del joven estudiante de 5º de derecho y con un
reciente pasado de militancia en la izquierda. Otros rompieron el respaldo de
una silla o se incrustaron en el techo. El cóctel molotov no llegó a explotar y
con la barra de hierro fracturaron una luna del establecimiento frecuentado por
personas de ideología progresista desde su apertura en 1978.
Jorge Simón,
gravemente herido, fue trasladado al Hospital Clínico, donde sería intervenido
quirúrgicamente en varias ocasiones como consecuencia de los dos balazos
recibidos: uno le causó hundimiento craneal, sin afectar al cerebro, y el otro
le alcanzó la región lumbar; el proyectil se alojó en el canal raquídeo a nivel
L5, según el parte del departamento de cirugía del Universitario de Valladolid.
Esta herida provocó una paraplejia irreversible con limitaciones funcionales en
la pierna derecha. Tras 700 días de curación clínica y constante
rehabilitación, hoy, 32 años después, Simón padece molestias dolorosas y
necesita un bastón para caminar.
El atentado se
preparó a las 12 del mediodía en la cafetería Oxford, situada en la calle
Claudio Moyano, a la que volvieron, una vez cometido el ataque, los tres
pistoleros dirigidos por Alfonso Milans del Bosch, sobrino del exgeneral
golpista que sacó los tanques a las calles de Valencia la noche del 23 de
febrero de 1981, mientras Tejero tomaba el Congreso.
Los tres fachas se
habían citado a las 18.00 horas en las escaleras de la catedral, enfrente de El
Largo Adiós. Los planes iniciales se vieron alterados sobre la marcha ante el
estado de nerviosismo de Francisco José, que portaba un Astra calibre 9 mm
corto número 530.571, propiedad de un familiar: Jerónimo Ruiz Carrión, teniente
auxiliar de Sanidad Militar. El arma se la pasó a Luis Alfonso, quien realizó
los disparos tras el grito de 'Vamos allá', dado por Milans, encargado de lanzar
el cóctel molotov, del que no acertó a encender la mecha, mientras Francisco
José rompía con la barra de hierro enguantada una de las cristaleras.
El jefe superior de
Policía, Carlos Enrique Gómez de Ramón y Oñoro, informó un mes después de las
detenciones de Esteban Rebollo y García Ruiz, practicadas a finales de enero;
el mismo día en que pasaron a disposición judicial otros nueve ultras
implicados en los atentados con explosivos al Ayuntamiento (4 de junio de
1980), a las sedes de CNT (20 de noviembre de 1980) y PSOE (19 de enero de
1981) y al cine Cervantes (13 de noviembre de 1980).
Esteban Rebollo y
García Ruiz fueron detenidos gracias a la identificación de dos trabajadores de
Michelín, que presenciaron su huida del lugar del atentado. Con ellos 'cayó'
Rafael Hernández Merino, de 29 años, que guardó la pistola y que al día
siguiente entregó a Santiago Milans del Bosch. Su hermano Alfonso no sería
detenido hasta junio de 1986.
A MÍ LA LEGIÓN
Tras permanecer 6
meses huido, en septiembre de 1981 Alfonso Milans del Bosch se alistó en la
Legión bajo el nombre de Alfonso Martínez Bravo, con fecha de nacimiento 23 de
febrero (día de la intentona golpista de su tío), que no se corresponde con la
suya verdadera: 18 de marzo.
Su estancia en la
Legión, en la que alcanzó el grado de sargento, coincidió con diversos hechos:
el capitán de caballería Juan Milans del Bosch Pórtoles, hijo del exgeneral
golpista, agredió al presidente del Cabildo de Fuerteventura, Gerardo Mesa, el
14 de julio de 1983. José Joaquín Milans del Bosch, otro sobrino del exgeneral,
se vio implicado en un accidente mortal el 3 de abril de 1985 que causó la
muerte a un joven... En el Tercio Alejandro Farnesio, con base en Ronda, al que
llegó Alfonso desde Fuerteventura, se produjeron robos de explosivos de su
arsenal. Dirk Beften, alemán federal, que apareció en Barcelona en 1984 y se
alistó en la Legión, primero en Fuerteventura, y que se trasladó el 20 de abril
de 1985 a Ronda, confesó pertenecer al comando terrorista Adolf Eichmann (nombre
del nazi ajusticiado por Israel en 1961 por su participación en la matanza de
de judíos). Dirk Beften, que desertó de la Legión y del Comando, hizo una
relevantes declaraciones a la revista de su país Wiener, en abril de 1986.
Santiago Milans
liderando una manifestación de FJ en Valladolid.Todo apunta a que la verdadera
identidad de Alfonso Martínez Bravo era conocida por sus superiores, entre
ellos el comandante Alfonso Beneito Abellán, jefe del grupo ligero de
caballería del Cuarto Tercio de la Legión, en la que había oficiales familiares
de Alfonso, ya que la saga castrense de los Milans del Bosch supera la decena.
El ya citado comandante Beneito Abellán aportó informes en los que destacaba de
Alfonso 'su conjunción armónica de porte, pulcritud, extraordinario rigor,
dominio emocional y su cuidado en la limpieza de armas, que brillaron a alturas
jamás conocidas'.
'Opino -continuaba el
comandante- que si tuviera alguna duda pendiente con la justicia, ha debido
pagarla ya a lo largo de estos cuatro años que se ha visto obligado a
interrumpir su estudios, a renunciar a ser quien era, a dejar de ser para
llegar a estar y ser profesional de la milicia'.
Y por si fuera poco,
el comandante añadía: 'Si la Justicia civil le condenase, el Ejército y la
Legión perderían un muy buen sargento y la sociedad sería responsable del
destrozo que supondría mezclar un hombre de estas cualidades y virtudes con los
reclusos en periodo de rehabilitación'.
Este informe es de 4
de marzo de 1986, un mes antes de que el ejército reconociese haber descubierto
la auténtica identidad de Alfonso Milans del Bosch, lo que a juicio del abogado
de Jorge Simón, Luis Figueroa, hace pensar que hubo un encubrimiento ante un
reclamado por la Justicia, que tuvo otros tratos de favor y beneficios, como el
estar recluido antes del juicio en la cárcel militar de Alcalá de Henares en
lugar de un centro penitenciario civil.
JUICIOS
Alfonso Milans del
Bosch fue juzgado el 5 de febrero de 1988, tras dos intentos fallidos: 30 de
abril de 1984 -por encontrarse huido- y 17 de junio de 1987 - incomparecencia
por 'indisposición' de su letrado Antonio Muñoz Perea, yerno de Blas Piñar,
expresidente de Fuerza Nueva, que calificó los hechos como lesiones, ya que
sólo se pretendía 'dar un escarmiento, un susto'. Muñoz Perea solicitó la
aplicación de la atenuante de arrepentimiento espontáneo, por haberse
presentado su defendido voluntariamente a la Justicia. Se olvidó de decir que
casi con seis años de retraso.
Alfonso reconoció
durante el juicio haber participado en el asalto a El Largo Adiós, 'un nido de
homosexuales y personas de extrema izquierda', declaró en la vista.
La sentencia de la
Audiencia Nacional de febrero de 1988 reconoce a Alfonso Milans del Bosch como
'cabecilla' del grupo y organizador de la 'operación de castigo contra
drogadictos y afiliados a organizaciones de izquierda, y causar daños en el bar
que les acogía'. El fallo recogió los hechos probados en la sentencia nº 25/84
de 3 de mayo de 1984 -firme en junio de 1985 tras un recurso de casación- que
condenó a Luis Alfonso Esteban Rebollo y a Francisco José García Ruiz a 4 años
y 2 meses de prisión e indemnización de 9 millones de pesetas por asesinato
frustrado; 50.000 pesetas por tenencia ilícita de armas y 3 meses de arresto
mayor por incendio en grado de tentativa y solidariamente una indemnización de
16.900 pesetas. Rafael Hernández Merino sería también condenado a 1 año y 6
meses de prisión menor, por encubridor, delito del que más tarde sería
absuelto. Los tres fueron declarados insolventes.
El letrado
vallisoletano Luis José Lavín González Echávarri -habitual defensor de ultras
en aquella época- alegó la declinatoria de jurisdicción para que la causa
nº147/81 fuera juzgada en la Audiencia Provincial de Valladolid porque 'ni se
trataba de un grupo armado, sino de unas personas, menores de edad civil que en
un momento dado deciden efectuar una acción aislada y ocasional'.
El mencionado abogado
sostuvo que no había habido 'la menor intención homicida. Luis Alfonso no había
manejado un arma nunca y los disparos se hicieron alocadamente y sin intención
de matar a persona alguna', según consta en un escrito dirigido por Luis José
Lavín a la Sala de lo penal de la Audiencia Nacional Sección Segunda el 14 de
febrero de 1984. Las conclusiones del fiscal y los autos de 26-1-82 y 3-5-1982
decían otra cosa muy distinta.
UN JUEZ EN EL BANQUILLO
El 11 de octubre de
1985, la Audiencia Nacional absolvió a Santiago Milans del Bosch -juzgado diez
días antes por tenencia ilícita de armas-, quien ayudó a su hermano Alfonso a
recoger en Valladolid una bolsa que, entre otros efectos, contenía la pistola
utilizada en el asalto y que dijo haber arrojado al río Duero en Tordesillas,
cuando regresaba a Madrid. La Audiencia Nacional entendió que obró 'movido por
sentimientos de fraternidad hacia su hermano Alfonso, por lo que hay motivos
para excluirle de responsabilidad'.
Santiago declaró que
se enteró por la prensa de lo ocurrido la tarde del 6 de enero de 1981 y
sospechó que su hermano podía estar implicado 'porque le veía nervioso y sabía
que aquel día estuvo en Valladolid'.
El juez de
Instrucción Central Ricardo Varón Cobos no firmó la orden de busca y captura de
Santiago Milans del Bosch hasta el 5 de mayo de 1981 -cuatro meses más tarde
del atentado-. Veinte días después, el 'buscado' se presentó ante Varón Cobos,
que le puso en libertad provisional. Para el juicio, que se celebró el 4 de
octubre de 1985, Santiago ya había aprobado en mayo las oposiciones a juez y se
encontraba pendiente de realizar el curso en el Centro de Estudios Fiscales.
El Boletín Oficial
del Estado de 6 de octubre de 1987 publicó su nombramiento como nuevo titular
del Juzgado de Instrucción nº 1 de Mataró (Barcelona). Santiago tenía 27 años y
un amplio historial de agresiones realizadas como militante de Fuerza Nueva y
Frente de la Juventud. Él, al igual que su hermano Alfonso, era suficientemente
conocido en Valladolid por sus frecuentes fechorías realizadas con la camisa
azul. En la actualidad, tras 10 años como magistrado y fiscal especialista en
los contencioso-administrativo y solicitar la excedencia en 1998 para dedicarse
al ejercicio de la abogacia, Santiago Milans del Bosch es socio del despacho Cuatrecasas-Gonçalves
Pereira.
UN ABOGADO SIN MEMORIA
El hoy respetable
abogado se mostró sorprendido por la llamada de últimoCero.com. `No he tenido
directa ni indirectamente nada que ver con el asunto del que me habla', fueron
sus primeras palabras al otro lado del teléfono.
-¡Pero sí estuvo
procesado por el asalto a El Largo Adiós!
-(Silencio) Por la
vía civil ni por la penal he sido condenado. No aporta nada hablar ahora de
esto. No tiene ninguna relevancia, sin querer interferir en la libertad de información...
Además, creo que los autores no fueron juzgados todos a la vez.
-No lo fueron porque
su hermano Alfonso estaba huido, en la Legión.
-(Silencio).
-¿Me puede dar el
teléfono de su hermano?
-No.
-¿Por qué?
-Está fuera de
España.
MATA A SU MUJER A HACHAZOS
La benevolencia de
los tribunales de justicia con los cinco implicados en el asalto al Cafetín
-generalizada a todos los militantes de ultraderecha en aquellos años- tuvo
consecuencias muy trágicas. Varios fueron los escritos solicitando el ingreso
en prisión.
El retraso en
ejecutar la sentencia y en poner los mínimos medios para que los condenados no
se sustrajeran a la acción de la justicia, propició situaciones cómicas, como
la protagonizada por Rafael Hernández Merino, al que la policía de Valladolid
era aparentemente incapaz de apresar. Fue detenido por fin el 17 de junio de
1987 cuando acudió a la Audiencia Nacional a cobrar las dietas que le
correspondían como testigo en el juicio de su correligionario Milans del Bosch.
El retraso negligente
de la justicia tuvo consecuencias más graves con Luis Alfonso Esteban Rebollo,
ya mayor de edad penal, que aprovechó su libertad para seguir haciendo de las
suyas. Entre otras, repetir con otros 20 fachas el asalto del Cafetín en el
Minotauro (hoy Feeling, en la calle Santuario), otro local en el punto de mira
de la extrema derecha, que fue arrasado y sus clientes agredidos el 20 de
noviembre de 1985 tras un funeral por Franco y José Antonio Primo de Rivera en
la catedral. Esteban Rebollo estaba cumpliendo el servicio militar en Burgos,
coartada que le libró en el último momento de ser condenado pese a ser
reconocido como autor por numerosos testigos/víctimas.
Muchísimo más grave
fue el proceder de Francisco José García Ruiz (20 de abril de 1964), que armado
de un cuchillo y un hacha mató con ensañamiento a su exmujer, Ana Isabel de la
Fuente Moro, a las 6 horas del 23 de abril de 1986, en el garaje de su casa de
la calle Angustias 17-19, por desavenencia con el régimen de visitas a su hijo
de 3 años.
García Ruiz 'se lanzó
contra su esposa pinchándola repetidas veces con el cuchillo en el cuello,
tórax y brazos, y, cuando está cayó al suelo con vida, continuó la agresión con
el hacha, golpeándola con tal brutalidad que la fracturó los huesos de la cara
y cráneo hasta la salida de parte de la masa encefálica. Tales heridas (más de
36 individualizadas) y en particular las producidas en la cabeza, determinaron
la muerte de Ana Isabel', según los hechos probados de la sentencia nº 48/88 de
12 de febrero de 1998 de la Audiencia Provincial de Valladolid.
El homicida huyó en
tren a Medina del Campo, donde se vio con su padre que le facilitó dinero para
continuar viaje a Madrid, y desde allí marchar a Albacete en compañía de su
amigo Juan Carlos González Arribas, tras haber estado de copas y bailando en la
discoteca Consulado. Al día siguiente se entregó a la policía, negándose a
declarar, haciéndolo por primera vez en el juzgado de Instrucción nº1 de
Valladolid, el 7 de mayo de 1986.
Francisco José García
Ruiz, conocido entre sus camaradas como 'Paco el pistolas', fue condenado a 25
años de reclusión mayor, que, ahora sí, comenzó a cumplir hasta que decidió
quitarse la vida a primeros de los 90.
FACHADOLID
El atentado de El
Largo Adiós, que sería reivindicado por unos fantasmagórico Grupos Armados
Revolucionarios (GAR) forma parte de la cadena de agresiones que la extrema
derecha -dueña y señora de 'zonas nacionales' de la ciudad, como la plaza de
España, donde tenía su sede Fuerza Nueva, o Paco Suárez- realizaba desde tres
años antes con la impunidad de la policía, cuando no con su connivencia. Sin
ella no se puede entender la larga serie de atentados cometidos sin un solo
detenido, cuando varios de sus autores estaban perfectamente identificados por
sus víctimas y aparecían en pasquines sus fotografías, domicilio particulares,
centros de trabajo o estudio.
Desde el 1 de mayo de
1978 hasta enero de 1981, las crónicas periodísticas recogen hasta 40 acciones
violentas, muchas de ellas con víctimas. La crónica negra de la época tuvo otro
hecho significativo: la voladura, el día 19 de enero de la Casa del Pueblo,
situada en la primera planta del número 1 de la calle General Ruiz, y que daría
lugar a una interpelación parlamentaria, recogida en el Boletín Oficial de las
Cortes Generales de 5 de febrero de 1981, en la que el diputado socialista por
Valladolid Gregorio Peces-Barba y otros compañeros de grupo, denunciaba la
'Grave situación existente en Valladolid en materia de orden público'.
El escándalo era de tal
magnitud que el nerviosismo en las altas esferas de Madrid, que el ministro
Rosón tuvo que ordenar que se actuase y envió a Valladolid a varios inspectores
para relevar a los miembros de la Brigada de Información local, a cuyo frente
estaba Luis Quintanilla.
Bastaron quince días
para que se aclarasen los delitos más importantes de la ultraderecha cometidos
en los tres últimos años -excepto el incendio de la sede del MC el 8/9 de
diciembre de 1979, en el que fallecieron dos ancianos que vivían en el piso
superior-, aunque, según fuentes próximas al comisario Francisco Turégano
Valiente -nuevo jefe de la Brigada de Información-, en los archivos de la
comisaría de la calle Felipe II solo había carpetas y carpetas con fichas de
demócratas. De los fachas, ni rastro.
Tendrían que pasar
todavía algunos años para que la extrema derecha fuera algo residual en
Valladolid, que quedó marcada como Fachadolid.
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