Las
multitudes entran en escena
Lo sucedido en Chile durante el
año 2011, se transformó en una coyuntura histórica significativa en que, por
intermediación del movimiento estudiantil, universitario y secundario, empezó a
cambiar lentamente la fisonomía social
del paisaje nacional.
No sólo se trató de un fenómeno que se extendió por largos meses y que
concitó además la adhesión del grueso de la opinión pública. Definitivamente,
hubo algo más profundo en él, que en parte se apreció en las marchas y acciones
callejeras, pero que también se relacionó con una multiplicidad de instancias
que irrumpieron en la geografía chilena: movimientos, colectivos, grupos,
talleres, núcleos, etcétera.
Siendo obviamente un movimiento local, tampoco puede ser totalmente
desprendido de las dinámicas y tendencias que se observan desde hace un tiempo
a nivel mundial, donde la reivindicación específica y parcial no demora, a
veces, en dar paso a un cuestionamiento más amplio y profundo del actual
paradigma.
Nada sucede por azar, y en la dialéctica de los procesos y movimientos
sociales pueden florecer ideas que, en razón de contextos políticos adversos,
parecieron quizá estar olvidadas.
Y el miércoles 25 de abril, los
estudiantes salieron nuevamente a las calles, abriendo así el ciclo de
movilizaciones en el 2012.
Muchos
son los que ahora, con sobrada razón, apuestan a algo distinto en la política;
a un discurso transparente; a una causa superior que anuncie algo diferente.
Y no se trata sólo de reivindicaciones sectoriales de carácter nacional,
sino que empiezan a emerger también con mucha fuerza las demandas de
comunidades específicas, de ciudades y de regiones, que comienzan a colocar en
aprietos al mismo Estado centralizado. Y en el vértice de todo este heterogéneo
descontento, que probablemente se acreciente este año como lo demostró
recientemente Aysén, se puede instalar perfectamente como eje articulador el
llamamiento a movilizarse en torno a una Asamblea Constituyente, que al fin
abra las puertas a una auténtica democratización y a un inclusivo proyecto de
futuro que incorpore a todos los pueblos de Chile.
Algún día se entenderá que no es posible construir democracia,
legitimidad ni estabilidad sobre la base de sistemas incapaces de acoger el
clamor de la pluralidad.
José Miguel Casanueva
Werlinger
Coordinador ProDerechos Humanos
No hay comentarios:
Publicar un comentario