20-n: comienza una nueva función en el parlamento

Quedan pocos días para la función. Los actores ensayan su papel, un poco nerviosos. La principal duda es que no están seguros si al público le va a gustarla obra. La verdad es que la obra ya lleva mucho tiempo representándose, quizá demasiado tiempo, y hasta algunos piensan que ya no se paso su hora. Pero da igual, lo que importa ahora es hacer la función y cobrar para después irse a cada uno a su casa con su respectivo trozo del pastel. En las calles aledañas se comienza a hablar y a chismorrear sobre la obra. La idea principal es que será igual que todas las veces anteriores, a pesar de que sigue habiendo gente que tiene esperanzas puestas en la posibilidad de que este año será diferente. De todos modos los actores han conseguido lo que querían. Todo el mundo habla de la gran puesta en escena. La novedad más significante de este año es que se presentan nuevos actores de nuevas compañías y hasta con ideas buenas, pero poca gente confía en ellos, aunque todos coinciden en que hay que ir a la función teatral. “es una oportunidad” “no la podemos despreciar” son las frases hechas que se extienden sobre la multitud agolpada a las puertas del teatro.


De repente cada representante de cada compañía comienza a decir a los afuera agolpados que entren, ya que esta vez será diferente a la anterior y hasta el público podrá participar en el final de la tragedia o comedia-eso está por ver- poco a poco las personas comienzan a interesarse por la función y comienzan a entrar. Al cabo de más discursos y de un preámbulo de lo bueno que va a ser la función, ésta comienza.

La gente se emociona al principio, pero en seguida el desánimo cala entre los asistentes. A pesar del esfuerzo de los actores por crear algo diferente, no lo pueden conseguir. Pero a los actores no les molesta demasiado, total saben que van a cobrar y podrán irse a sus casas. El público en cambio está dividido, unos piensan que la función ha sido distinta, mientras que otras personas la consideran una farsa e indignados exigen que les devuelvan su dinero, ya que se sienten estafados por las compañías de teatro.

Pero al final, el público sale a la calle y se calma que el próximo año será mejor, y que de todos modos es lo único que hay. Detrás del edificio del teatro los actores trapichean con unas personas que se llaman guionistas y directores. Éstos les pagan el trabajo bien hecho y se citan para la próxima vez. Se despiden de los que la siguiente ocasión no estarán, y saludan con ahínco a los nuevos actores de la función.

A fin de cuentas el público sigue creyendo que son los actores los que mueven los hilos, y se olvidan de los guionistas que son los que verdaderamente controlan la función. Al final la mejor opción es que el público cree su propia compañía de teatro y sean ellos mismos los que actúen en sus funciones. Al fin y al cabo ¿quién les va a representar mejor?

EL PRÓXIMO 20 DE NOVIEMBRE NO PARTICIPES EN EL TEATRO DEL PARLAMENTO.SE DUEÑO DE LA FUNCIÓN DE TU VIDA

fuente: adrian gurpegui-kaosenlared