El domingo 17 de enero, nos concentramos a las puertas del Restaurante La Toja, en la Calle Mayor de Madrid. Acudimos unos 15 compañeros/as y desplegamos una pancarta en la que reclamábamos lo que exigimos, es decir, el pago de las nóminas atrasadas de un compañero que trabaja en dicha empresa. La realidad es que este restaurante lleva 5 meses sin pagar las nóminas a todos/as los/as trabajadores/as, lo cual, para la CNT, es una situación intolerable y para la que no hay excusas posibles. Los dueños de esta empresa se han enriquecido del trabajo ajeno durante años, con un local lujoso en una de las mejores zonas de Madrid. Ahora pretenden escudarse en la crisis y, para no perder beneficios, se permiten el lujo de no pagar a los que de verdad realizan el trabajo. Que vendan sus posesiones, sus coches, que hipotequen sus casas, que cedan el negocio a control obrero si no son capaces de gestionarlo, pero que paguen inmediatamente lo que se debe a los trabajadores/as. Que nadie vive del aire y solo nos faltaba trabajar gratis.
Alrededor de las 12 de la mañana, empezamos a cantar consignas y a informar a la gente mediante panfletos. Muchas eran las personas que pasaban por allí y nos comentaban y preguntaban si seguíamos de conflicto, la gente decía: “¿Pero aún tenéis conflicto con esta gente?” o “¿Hace dos años también tuvisteis conflicto con ellos?”. Esto, sin duda, es un buen síntoma, ya que la reputación del local entre la gente del barrio se está quedando por los suelos. El motivo es el conflicto que hace dos años nuestro sindicato mantuvo con la misma empresa por acoso y explotación brutal de una trabajadora inmigrante. En aquella ocasión la CNT ganó el conflicto.
En mitad de la concentración aparecieron dos pavos de azul y armados con pistolas y, pidiendo la documentación a un compañero, sin más, se marcharon. Más tarde apareció una pareja de pistoleros de otra cofradía que entraron al local (todo esto sin mediar palabra con nosotros) y salieron. Luego llegaron unas 15-20 personas todas con armas de fuego y se pusieron a mirarnos sin hacer nada más. Nosotros seguíamos con la concentración, ya que estaba generando expectación entre turistas y vecinos, y le estábamos haciendo una publicidad muy mala al Restaurante La Toja, pidiendo solidaridad para que no se consumiera allí. Y lo conseguimos, porque muy poca gente entró a consumir al local.
Alrededor de las 14:00 horas nos marchamos de allí y volveremos las veces que sea necesario hasta que consigamos que se respeten los derechos fundamentales de nuestro compañero.
¡¡¡¡ LA TOJA, PAGA LO QUE DEBES !!!!
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