Sara Youx está embarazada de cuatro meses -será niña- y acaba de ser despedida. La Fundación G3T, con sede en Barcelona y dedicada a la ayuda humanitaria y el desarrollo en Burundi, le ofreció en abril un contrato indefinido si superaba el mes de prueba, cosa que hizo satisfactoriamente. Pero el 23 de junio, una semana después de informar a su jefe de que estaba embarazada, esta francesa de 26 años fue despedida con el argumento de que no cumplía "las expectativas por las que fue contratada".
La Fundación G3T depende de la empresa del mismo nombre, que está dedicada a la compraventa de acciones y otros productos financieros. La organización actúa en Burundi, en la región de Colline Gatonde (23.000 habitantes), donde trabaja en la construcción de infraestructuras educativas y sanitarias.
Sara encontró la oferta de trabajo en una bolsa de empleo online y se presentó a la entrevista. Primero habló con el coordinador y luego con el director de recursos humanos, que, según afirma, la sometió a una intensa entrevista personal. "Me preguntó si tenía pareja, si teníamos hijos, si queríamos tenerlos pronto... Yo estaba embarazada de dos meses y, con tantas preguntas sobre eso, intuí que no me cogerían si contestaba que sí", admite Sara.
Josep Pérez, abogado laboralista del Col·lectiu Ronda, asegura que "las preguntas personales en una entrevista de trabajo son ilegales" y califica de "muy preocupante que una empresa se plantee si una mujer está embarazada a la hora de contratarla".
El trabajo de Sara consistía en ayudar al coordinador, la única persona que trabaja en la sede de Barcelona. "Hacía de secretaria y elaboraba y traducía informes para buscar financiación", explica. Trabajaba de lunes a viernes de nueve de la mañana a dos de la tarde.
A mediadios de junio, Sara decidió contarle a su superior que estaba embarazada, ya que este tenía previsto pasar el mes de julio en Burundi. "Había aguantado hasta entonces porque me daba miedo su reacción", asegura. Sara explica que su jefe le dio en un primer momento la enhorabuena, aunque añadió: "A ver cómo se lo toma el director de recursos humanos". Cuando este último regresó de vacaciones, una semana después, la citó en su despacho con la carta de despido en una mano y un cheque con el sueldo de junio y una indemnización de 230 euros en la otra. "Me puse a llorar. No me podía creer que me estuvieran despidiendo. Les dije que una mujer embarazada tiene sus derechos y que esto traería consecuencias, pero no me escuchaban", recuerda.
"Ese mismo día fui a la CNT para hablar con un abogado. Me dijo que la empresa tenía la obligación de readmitirme porque se trataba de un despido nulo [aquellos en los que se produce discriminación o se vulneran los derechos fundamentales del trabajador] y que no cobrara el cheque". Ahora intentarán llegar a un acuerdo con la fundación y, si no, pondrán una demanda.
La fundación explicó ayer en un comunicado que "la entrevista giró en todo momento en conocer el grado de compromiso y disponibilidad de la aspirante para acometer sus futuras funciones". El escrito añade que "la fundación cuenta con una dotación mínima en Barcelona, dos personas con un compromiso de total disponibilidad para desplazarse a Burundi", y que "la singularidad del destino comporta riesgos de índole sanitaria que requieren obligatoriamente vacunas", algo que, según la empresa, es incompatible con el embarazo.
La versión de Sara es otra: "Nunca me dijeron que tenía que viajar. Solo comentaron que en un futuro no estaría de más que conociera los proyectos sobre el terreno", explica. "Y además, he viajado tantas veces a India y a África que ya estoy vacunada de todo", añade.
fuente: el pais
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