En el día 14 de Julio, en el 1º Juzgado Criminal de Lisboa, el juez leyó el veredicto del juicio contra los “11 de Lisboa”, detenidos durante la represión policial sobre la manifestación anti-autoritaria contra el fascismo y el capitalismo de 25 de Abril de 2007. Todos los acusados fueron absueltos, una vez que el juez consideró que no existían pruebas para condenarlos.
Esta ha sido una decisión esperada, pues las declaraciones de las testimonias de la acusación – sobretodo policías antidisturbios – se revelaron llenas de contradicciones y por veces casi anecdóticas. Ya en el 5 de Julio – durante las alegaciones finales del Procurador y de los abogados de la defensa – el Procurador tuve que reconocer que no existían pruebas suficientes para incriminar a los procesados. Empezó sus alegaciones afirmando que no existió ninguna motivación política por detrás de este juicio – obviamente incomodado por las protestas contra el mismo – sino tan sólo por el castigo de delitos comunes. Justificó la actuación de la policía como “necesaria”, a pesar de “enérgica”, creando una dinámica propia en la que se tornó difícil descubrir quien protagonizó los hechos.
Estamos obviamente muy contentos con esta sentencia, pero no podemos dejar de condenar este juicio como una demostración más de como funciona la “justicia” del Estado, justificando la autoridad del Estado y garantizando la impunidad de sus mercenarios hasta el final, cuando se reveló obvio que estos habían tenido un comportamiento brutal e injustificado contra los manifestantes. Podemos observar claramente semejanzas entre la actuación de la policía en este caso y muchas situaciones recientes de represión y brutalidad policial, no sólo en manifestaciones, pero sobretodo en los barrios pobres, demostrando que el brazo “enérgico” del Estado se está revelando cada vez más abiertamente como fundamental para el funcionamiento de un sistema social y económico basado sobre la desigualdad, la opresión y la explotación.
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