A sus virtudes cardiosaludables se suma su poder para combatir las infecciones.Que el ajo es uno de los alimentos más saludables con los que contamos es algo que nadie discute. Otra cosa muy distinta es su aceptación como ingrediente de cocina, pues mientras que para muchos es un elemento indispensable, para otros supone un motivo de rechazo por el particular sabor y aroma que desprende.
Poco se sabe del origen exacto del ajo, pero hay referencias claras de su uso corriente ya en la antigua civilización egipcia, hace unos 3.500 años. Al parecer los antiguos griegos lo plantaban en los cruces de caminos como símbolo de protección contra los peligros, y ya Dioscórides bendecía sus virtudes para combatir las lombrices, evitar los gases y provocar la orina.
Sano condimento
El ajo (Allium sativum) es la especie más estudiada y consumida de un género del que se conocen más de cien especies solo en Europa. Todos los ajos presentan un bulbo subterráneo, en el que se concentran los materiales de reserva que la planta precisa para crecer. El bulbo del ajo de cocina está formado por entre 6 y 15 bulbitos o dientes. En esta parte de la planta se encuentran los componentes activos más interesantes medicinalmente.El bulbo contiene un aceite esencial con aliína, sustancia responsable del peculiar olor del ajo, y garlicina, sales minerales de hierro y azufre, y vitaminas. Las virtudes medicinales del ajo solo se mantienen cuando se toma fresco, porque, como dice el refrán, «ajo cocido, ajo perdido».
Entre las numerosas virtudes del ajo destaca su efecto vasodilatador, hipoviscosizante (fluidifica la sangre) y antiagregante plaquetario, por lo que resulta muy beneficioso para prevenir la formación de tromboembolismos y la arteriosclerosis. Como excelente aliado de la salud del corazón, se le atribuyen efectos antihipertensivos e hipolipemiantes y se indica también como apoyo a pacientes diabéticos.
Pero las bondades del ajo no acaban aquí. Actúa como un buen diurético, ideal para el tratamiento de afecciones urinarias como la cistitis.Verrugas y hongosEs además antiséptico y antibacteriano, y se usa tradicionalmente para aliviar los episodios griposos, faringitis y bronquitis.
También es antiviral, antifúngico y vermicida, ideal para combatir verrugas, hongos y parásitos intestinales. Sobre hongos y verrugas se aplica el ajo fresco directamente, sujeto con una tirita durante toda la noche. Contraindicación. El ajo puede producir irritación gástrica en algunas personas.
Aliado natural para hipertensos
El ajo es un recurso muy a mano con el que pueden contar las personas con la presión sanguínea alta.Tomar ajo ayuda a mantener a raya los niveles de colesterol «malo» o LDL y los triglicéridos. Lo ideal en estos casos es tomarlo crudo, 2 o 3 dientes de ajo al día, pero para quien no tolere bien su intenso sabor, se puede tomar también en forma de extracto o de cápsulas. Otra solución es prepararse un aceite de ajo con 3 o 4 dientes machados y macerados en aceite de oliva, que se usarán pa-ra aliñar la ensalada.
Jordi CebriánAsesora: J Mª Teixé, herborista de «El Manantial de Salud»
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