Cuatro trabajadores del aparcamiento de la Cuesta de las Calesas están desde ayer en huelga de hambre indefinida como protesta por lo que consideran «una injusticia a la que no le encontramos la explicación». Quien lo cuenta es José María Marín, que ha sido durante 25 años gerente de este equipamiento que hace solo unos meses pasó a manos de la empresa municipal de aparcamientos, Emasa.
La historia de este aparcamiento se remonta al año 1986, cuando José María Marín asumió la cesión en precario del mismo y de otro situado frente al restaurante El Faro, en pleno barrio de La Viña. Ambos equipamientos sirvieron durante varios años como depósito municipal, una situación que cambió tras la construcción del aparcamiento del Campo del Sur. A partir de ese momento, José María Marín siguió explotando la instalación de la Cuesta de las Calesas «con mucho sacrificio», aunque consiguiendo poco a poco que dejase de ser un negocio deficitario.
Este ha sido el negocio del que ha vivido su familia y la de dos de los empleados que le acompañan en la huelga de hambre durante muchos años. Pero «una cabezonada de José Blas Fernández nos ha llevado a estar como estamos», dice José María.
Fue el pasado 15 de diciembre cuando el Ayuntamiento de Cádiz hacía efectiva una resolución judicial que otorgaba a Emasa la explotación del aparcamiento. En aquel momento, el primer teniente de alcaldesa se habría comprometido, según cuenta José María Marín, a que tanto él como los dos trabajadores que le acompañan en la huelga de hambre (también la esposa del primero se ha unido a ellos) pasarían a ser trabajadores de Emasa.
Marín explica que tras hacerse efectiva la entrega de la instalación a Emasa en diciembre, todo en virtud del «compromiso verbal» adquirido con el Ayuntamiento, estos trabajadores se encuentran con la desagradable sorpresa de no haber cobrado «ni un duro» de las nóminas de enero, febrero y marzo. Además de esto, denuncian que «ahora nos dicen que no nos meten a trabajar en Emasa, y lo que nos ofrecen es 290 euros al mes por trabajar 70 horas mensuales». La intención municipal sería que las jornadas queden cubiertas con el trabajo de tres empleados de Emasa y las de estos tres hombres, que serían contratados por «una empresa auxiliar de servicios».
Este ofrecimiento se ha encontrado con una negativa frontal por parte de los trabajadores. «Me han engañado», se lamenta Marín.
La cosa no queda ahí, sino que el exgerente del aparcamiento asegura que «la luz y el agua siguen estando a mi nombre y en estos meses he sido yo el que ha pagado los recibos. Se me deben ya 500 euros», dice Marín.
A juicio de los trabajadores, el problema esencial que ha provocado la situación actual es que Emasa «se ha dado cuenta de que la capacidad del parking -95 plazas- es muy corta para mantener a todo el personal. Pero si se han equivocado lo que tienen que hacer es restituirme lo que me han quitado», añade el anterior gerente.
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