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martes, 29 de junio de 2010

Dos libros reivindican la memoria de los guerrilleros antifranquistas

En 1945, años después de acabar la Guerra Civil española y en plena represión del franquismo, Esperanza Martínez vivía con su padre y cuatro hermanas en Atalaya de Villar del Saz, un pueblo de la serranía de Cuenca.
El padre, su cuñado y todas las hijas decidieron ayudar a los guerrilleros antifranquistas. Para ello, Esperanza tenía que recorrer con una burra los 15 kilómetros que la separaban de la capital, hacer acopio de víveres y entregarlos, con mucho peligro y entre todas las precauciones, a los guerrilleros.
Las cosas empeoraron, el peligro para ellos aumentó y el 18 de diciembre de 1949 la familia se unió la guerrilla. El padre y su cuñado fueron fusilados y ellas pasaron a Francia. Esperanza fue detenida tiempo después y pasó 15 años en la cárcel.
Ahora ha escrito un libro titulado 'Guerrilleras, la ilusión de una esperanza' (Latorre Literaria SA), en el que cuenta sus peripecias y las de otras muchas mujeres como ella. Lo ha presentado este lunes en Madrid.
Manuel Torres Hervás también fue guerrillero. En Andalucía. Y también fue asesinado. Su sobrina, Seba Ortega Torres –que lo buscó afanosamente junto a su madre durante años, hasta enterarse de que lo habían fusilado–, y Daniel C. Bilbao, han contado su vida en el libro 'Manuel Torres, guerrillero', de la misma editorial que el anterior, que también presentaron en Madrid. Querían hacerlo en una sala del Congreso, pero no les han autorizado, porque la Cámara ha decidido que sólo autoriza esos actos cuando sean obras escritas por parlamentarios, y tuvieron que hacerlo en un restaurante de la zona.
Poco a poco se va conociendo la historia de los llamados guerrilleros, el 'maquis', la resistencia que luchó contra Franco y en favor de las libertades hasta bien entrados los años 50. Para el franquismo eran bandoleros, huidos, terroristas, criminales, malhechores, bandidos, delincuentes y tantos otros nombres, todos motivo de castigo y represión según las leyes de la Dictadura.
Dolores Cabra, presidenta de la Asociación Guerra y Exilio, lleva muchos años luchando para que se reconozca a los guerrilleros como "tropas irregulares" de la Segunda República. Eso significaría, además de ciertos derechos para sus familiares, sobre todo el reconocimiento oficial a la memoria de los guerrilleros.
"No cabe en la cabeza que estos guerrilleros tengan en Francia los máximos honores y aquí sean tratados como los mayores asesinos, delincuentes y malhechores", afirma, con indignación contenida.
Seba Ortega, sobrina del guerrillero Manuel, tampoco lo entiende. "Tanta Europa y tanta foto por Europa, pues que hagan esto como en Europa. Yo no me quedo conforme, lo que quiero es justicia", dice.
El diputado Joan Tardá, de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), explica que este partido ha intentado que el Congreso reconozca el papel que jugaron los guerrilleros en la defensa del régimen legítimo de la Segunda República, pero no ha conseguido nada. "En el PSOE no están dispuestos a ir más allá de lo que establece la Ley de la Memoria Histórica", manifiesta. Y esa ley les parece "una oportunidad perdida" a él, a Dolores Cabra, a Seba Ortega y a varias hermanas suyas que estos días andan presentando los dos libros, para que los jóvenes sepan "quiénes fueron los guerrilleros y qué hicieron", según dicen.

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