Nada más que espejismos son algunos de los datos que el INE nos ha ofrecido con la última encuesta de la EPA. Una bajada del desempleo de 14.100 personas en España y de 4.300 en Andalucía. ¿Acaso significan el tan esperado cambio de tendencia en las incesantes subidas de las cifras de paro? Eso no se lo cree ni el propio Gobierno. Todos los gobernantes suelen lanzar las campanas al vuelo cuando las cifras son de su conformidad o se ajustan a sus previsiones, mas en este caso hasta ellos mismos nos dicen que los datos que correspondan a los próximos meses pueden ser aún peores. Cautela, pues.
Que duda cabe que esta bajada correspondiente a los meses de julio, agosto y septiembre ha estado condicionada por la campaña turística y por las obras llevadas a cabo con los fondos estatales y autonómicos invertidos en obras públicas –FEIL y PROTEJA-. Pero el verano acabó y buena parte de estas obras públicas también tocaron a su fin. Lo que no ha cesado es la destrucción de empleo. Las cifras siguen siendo de vértigo y la situación de las familias no es muy esperanzadora.
Ante este panorama llama la atención la escasa movilización social que se está produciendo. Las encuestas de opinión nos dicen que el descontento social ha aumentado en los últimos meses; ya no se culpabiliza sólo a las entidades financieras, como al principio de la crisis, sino a los gobiernos, central y autonómicos. A la situación de la crisis acompaña, además, un nuevo aluvión de casos de corrupción de la clase política –Gürtel, El Ejido, Mercasevilla, etc., etc.-, que no hacen sino aumentar la desconfianza en los partidos, en las elecciones, en los gobiernos.
Pero hay colchones para todo. Los conocidos como ‘agentes sociales’, los sindicatos UGT y CCOO y la patronal, que duda cabe que están ejerciendo su labor de contención. En Andalucía ya nos anuncian para las próximas semanas importantes avances en la VII Concertación Social, un engaño más, como las VI anteriores. Bolsas de dinero de las que un importante pellizco son subvenciones para los propios agentes.
El descontento está en la calle, pero es incapaz de articularse de una manera eficaz. Están surgiendo asambleas de parados de carácter puramente local, inconexas, vinculadas a sus inmediatas condiciones, pero no preocupan a más autoridad que al alcalde del municipio en cuestión. Nuestros compañeros de Lebrija se enzarzaron en una lucha honesta hace unos meses. En diversos pueblos de la campiña cordobesa hay conatos diversos que arrancan lentamente. En Jaén hay asambleas y manifestaciones en Úbeda, Bailén, Torreperogil. En Jerez de la Frontera, cuadrillas de albañiles exigen trabajo paralizando las obras en las viviendas del Polígono San Benito, que son acalladas con los antidisturbios. Protestas, al fin, que se disolverán como azucarillos si no encuentran una coordinación suficiente, unos objetivos comunes. Ante esta situación, como ante otras semejantes, la CNT siempre ha lanzado el mensaje de que lo que no quiere es el voto de los trabajadores, ni suplantarles en su fuerza y su decisión, porque siempre les ha dicho a los trabajadores que la resolución de sus problemas es cosa de ellos mismos, o no será. Éste es el espíritu de la Acción Directa, la que hace falta poner en práctica frente a la desilusión, frente al desengaño de políticos y agentes sociales, frente a los espejismos.
Que duda cabe que esta bajada correspondiente a los meses de julio, agosto y septiembre ha estado condicionada por la campaña turística y por las obras llevadas a cabo con los fondos estatales y autonómicos invertidos en obras públicas –FEIL y PROTEJA-. Pero el verano acabó y buena parte de estas obras públicas también tocaron a su fin. Lo que no ha cesado es la destrucción de empleo. Las cifras siguen siendo de vértigo y la situación de las familias no es muy esperanzadora.
Ante este panorama llama la atención la escasa movilización social que se está produciendo. Las encuestas de opinión nos dicen que el descontento social ha aumentado en los últimos meses; ya no se culpabiliza sólo a las entidades financieras, como al principio de la crisis, sino a los gobiernos, central y autonómicos. A la situación de la crisis acompaña, además, un nuevo aluvión de casos de corrupción de la clase política –Gürtel, El Ejido, Mercasevilla, etc., etc.-, que no hacen sino aumentar la desconfianza en los partidos, en las elecciones, en los gobiernos.
Pero hay colchones para todo. Los conocidos como ‘agentes sociales’, los sindicatos UGT y CCOO y la patronal, que duda cabe que están ejerciendo su labor de contención. En Andalucía ya nos anuncian para las próximas semanas importantes avances en la VII Concertación Social, un engaño más, como las VI anteriores. Bolsas de dinero de las que un importante pellizco son subvenciones para los propios agentes.
El descontento está en la calle, pero es incapaz de articularse de una manera eficaz. Están surgiendo asambleas de parados de carácter puramente local, inconexas, vinculadas a sus inmediatas condiciones, pero no preocupan a más autoridad que al alcalde del municipio en cuestión. Nuestros compañeros de Lebrija se enzarzaron en una lucha honesta hace unos meses. En diversos pueblos de la campiña cordobesa hay conatos diversos que arrancan lentamente. En Jaén hay asambleas y manifestaciones en Úbeda, Bailén, Torreperogil. En Jerez de la Frontera, cuadrillas de albañiles exigen trabajo paralizando las obras en las viviendas del Polígono San Benito, que son acalladas con los antidisturbios. Protestas, al fin, que se disolverán como azucarillos si no encuentran una coordinación suficiente, unos objetivos comunes. Ante esta situación, como ante otras semejantes, la CNT siempre ha lanzado el mensaje de que lo que no quiere es el voto de los trabajadores, ni suplantarles en su fuerza y su decisión, porque siempre les ha dicho a los trabajadores que la resolución de sus problemas es cosa de ellos mismos, o no será. Éste es el espíritu de la Acción Directa, la que hace falta poner en práctica frente a la desilusión, frente al desengaño de políticos y agentes sociales, frente a los espejismos.
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