La 'cartilla de racionamiento' cubana cumple medio siglo
¿Qué incluye la libreta?
La actual cuota mensual por persona es de cinco huevos, una
libra (460 gramos) de frijoles, cuatro libras de azúcar, media libra de aceite,
una libra de pollo, siete libras de arroz, cuatro onzas (115 gramos) de café,
un paquete de pasta. Incluye otras 11 onzas (316 gramos) de "pollo por
pescado", pues ya no se entregan productos del mar, y media libra de
picadillo de soja. .
Los niños de hasta siete años reciben tres kilos de leche en
polvo al mes y los de entre 8 y 13 años tres bolsas de yogur de soja por
semana. Los enfermos reciben dietas médicas y las mujeres toallas sanitarias..
Hubo un tiempo en el que poseer una cartilla de
racionamiento en Cuba suponía la única garantía de supervivencia para miles de
personas en la isla. Eran épocas de escasez en las que el taquito de papel se
erigía en símbolo del socialismo y aseguraba al mes una cantidad fija de arroz,
frijoles, café, huevos, azúcar y aceite, una canasta básica que no alcanzaba
pero al menos aliviaba. El resto, quien pudiera permitírselo, había que
buscarlo en el mercado negro. 50 años después, aunque diezmada, sigue siendo la
tabla de salvación de miles de cubanos.
La 'Libreta de abastecimiento', su nombre oficial, cumple
medios siglo de vida en medio de los signos de apertura marcados por las
reformas del presidente cubano, Raúl Castro, que aboga por una economía liberal
y el impulso de la iniciativa privada. Símbolo de pobreza para unos y de
seguridad para otros, fue impuesta en julio del año 1963 por el expresidente
Fidel Castro y tenía como objetivo luchar contra la escasez de alimentos y la
especulación de los precios tras la imposición del bloqueo por parte de Estados
Unidos.
El subsidio alimentario, que incluye también leche en polvo
y yogur de soja para los niños y dietas médicas para los enfermos, le cuesta a
cada cubano menos de 50 pesos al mes (dos dólares). El resto de alimentos se
consigue a precios no subsidiado en tiendas liberadas, donde una barra de pan
cuesta 1,6 dólares, un litro de leche dos dólares, un kilo de arroz dos dólares
y un kilo de carne de vacuno 10 dólares, precios prohibitivos en un país cuyo
salario medio no alcanza los 19 dólares mensuales. "Con la libreta nadie
puede vivir, pero sin ella hay mucha gente que no puede vivir", señalan
los isleños.
La distribución alimenticia le cuesta al Estado alrededor de
25.000 millones de pesos al año (720 millones de euros), de los que la
población subraga alrededor del 12%. Es una pesada carga para las finanzas una
isla que compra en el exterior casi el 80% de los alimentos que consume, pero
hablar de su posible eliminación es prácticamente un tema tabú en Cuba. En
abril de 2011, de cara al VI Congreso del Partido Comunista (único), los cubanos
fueron convocados por Raúl Castro a exponer sus problemas en asambleas de
barrios, y la posible eliminación de la libreta fue el asunto que más polémica
suscitó. Tanta, que el propio Castro se vio obligado a declarar que "a
nadie en su sano juicio en la dirección de este país se le puede ocurrir
decretar de golpe la eliminación de ese sistema, sin previamente crear las
condiciones para ello", matizó el gobernante.
Más delgada que nunca
La cuota de la libreta comenzó a estrecharse con la crisis
que vivió la isla en los años 90 tras la desintegración de la Unión Soviética.
Durante esos años también desapareció una libreta gemela que existía para
comprar ropa y otros productos no comestibles. Después, desde que asumiera
oficialmente la presidencia de Cuba en 2008, el hermano de Fidel Castro ha ido
reduciendo los subsidios para liberalizar el mercado, adelgazando poco a poco
una libreta ya de por sí exigüa. Productos como la patata, los cigarrillos, el
jabón y la pasta de dientes fueron saliendo de la libreta y comenzaron a
venderse de manera libre, pero a precios mayores.
Algunos cubanos recuerdan con nostalgia los tiempos en los
que la cartilla daba para comer todo el mes e incluso incluía productos como
carne de res, pescado o leche fresca, así como embutidos y turrones en Navidad
y refrescos y cerveza para bodas y cumpleaños. "Ahora sólo da para unos 15
días", afirmaba ayer a la agencia Afp Ernesto Hutchenson, de 70 años, un
cubano que trabaja como "mensajero", persona contratada por otras
familias para retirar con su libreta los alimentos desde la bodega y
llevárselos a sus casas.
Muchos todavía recuerdan los dilemas que vivían cuando
debían decidir entre comprar un calzoncillo, un grifo de agua o una batería
para linternas, pues todos se vendían con un mismo cupón de la extinta 'Libreta
de productos industriales'. Para muchos supone un símbolo de pobreza, sin
embargo, la gran mayoría defiende su permanencia como algo vital. "La
libreta es necesaria porque asegura al mes un poco de arroz, huevos, azúcar,
leche a los enfermos. No alcanza, pero al menos garantiza lo elemental".
No hay comentarios:
Publicar un comentario