La Iglesia Budista es la Escuela Filosófica de los Nazis
Aquí podemos ver en el lado izquierdo en el centro al
Regente del Tibet en los años 30 y 40, el Lama Jamphel Yeshe Gyaltsen. Gyaltsen
fue, curiosamente, el descubridor y adoctrinador del actual Dalai Lama, su
maestro. En esta imagen aparece disfrutando de una buena comida con sus
colegas, emisarios del régimen criminal nazi de Hitler, en plena Segunda Guerra
Mundial. Pero la historia nos quiere negar esto. A la mesa se sientan los
expedicionarios del Dr. Schaeffer, junto con miembros destacados de las SS, el
grupo responsable de coordinar las atroces actividades del exterminio nazi. Muy
poca gente sabe que la Iglesia Budista institucional está corrupta, y que es en
realidad un coladero de la antigua tradición Bön, del ocultismo negro,
paganismo iconódula tibetano, lo cual es perfectamente demostrable mediante la
filtración de sus enclaves crípticos en la tradición del Tantra y del canon oficial
Tipitaka. Pinturas y códices, schlokas y representaciones, así como enseñanzas
sincretizadas de manera deliberada con el Dharma, al igual que su simbología,
dan parte de esto. Las nobles enseñanzas del príncipe indio Siddharta Gautama,
también conocido como Buddha Shakyamuni, han sido meros pretextos de estos
usurpadores de la espiritualidad, auténticos brujos negros, para justificar su
poder podrido. Por supuesto esto sólo concierne a los más altos cargos, a los
Altos Iniciados, la cúpula dirigente. No se trata de demonizar el budismo en
sí, sino de denunciar su usurpación por estos corruptos farsantes. La
propaganda y la imaginería popular nos han pretendido presentar al gobierno del
Tibet como unos mártires sufridores e inocentes. Nada más lejos de la realidad.
Se trata de buenismo barato, pura ingeniería social, artimañas publicitarias
para poner de moda el budismo institucional y hacer un lavado de cara a estos
monstruos, alimentadores desde las sombras de gran parte de la perversa y
diabólica filosofía nazi. Estos son los mismos que hoy día dirigen la cúpula
“budista”. No es una exageración ni una falsedad.
Las visitas de los
Nazis al Himalaya buscaban indagar en el contacto con los legendarios miembros
de la Gran Hermandad que, según la leyenda, controlan los acontecimientos
sociales y políticos del mundo desde el principio de la historia de la
humanidad. Los Nazis, alimentados por la mitología ocultista junto con una
combinación interesada de principios de la antropología cripto-historicista esotérica
y aspectos filosóficos heredados de la caballería teutónica, de la teosofía, de
la antroposofía, de la Orden Templaria de Oriente, la Sociedad Vril, la
Sociedad Eldeweiss, la Orden del Alba Dorada, la Sociedad Thule, y demás
sociedades ocultistas secretas (como la Orden Negra de Himmler), más las
enseñanzas de Blavatsky, Böhme, Swedenborg, Von Liebenfelds, Von List, Von
Sebottendorf, Eckart, Steiner, Bulwer-Lytton, Butler Yeats, Mathers, Crowley,
(en algunos casos con una flagrante descontextualización y desvirtuación de las
enseñanzas originales) y una letal combinación de las concepciones de Hegel,
Nietzsche, Schopenhauer, Fichte, Heidegger, Russel, Levy-Strauss, Baudrillard,
Husserl, Feuerbach, Kierkegaard, etc, junto con el arte de algunos como Hesse o
Wagner, (todo esto muy curioso, puesto que bastantes de los mencionados se
declararon abiertamente en contra de los principios del nazismo, y algunos de
ellos tuvieron que verse exiliados), y también las doctrinas arcaicas del
orientalismo medo-persa, sumerio, indio y tibetano, decidieron así encaminarse
a las montañas de Asia Central, en el Hindu-Kush, para encontrar el legendario
reino intra-terrestre perdido de Agartha, y su capital Shamballa. Allí
esperaban dar con la original y auténtica Raza Aria. El gobierno tibetano, por
su parte, no se dedicó meramente a ser “diplomático” y “asépticamente cortés”,
como puedan sugerir algunos desinformados, ¡todo lo contrario! Fueron los
maestros ocultos y guías filosóficos de los Nazis a través de los jefes secretos
de la Hermandad comandados por el misterioso amo referido como “señor del
Miedo”, su líder en las sombras.
De esta manera, tras
la invasión alemana de la región de Renania y el establecimiento del campo de
concentración de Dachau, dieron comienzo las expediciones nazis al Himalaya, y
el reafianzamiento de los vínculos políticos entre Tibet y Alemania. Esto queda
probado a la vez que ejemplarizado en el hecho de que, en 1936, el Regente de
la región tibetana inició una inquietante correspondencia con el mismísimo
Führer Adolf Hitler. En su primera carta, el maestro del actual Dalai Lama le
dedicaba a Hitler las siguientes palabras:
“Para el Rey alemán,
el sublime Herr Hitler, del Regente del Tibet, el Virrey Hutuku, al decimoctavo
día del primer mes tibetano del ciclo terrestre. Al Rey alemán, Herr Hitler,
que ha adquirido poder en el mundo entero. Me complace que goce usted de buena
salud y de que sus buenas acciones sean coronadas con el éxito. [...] Albergo
grandemente el deseo de que la buena relación previa entre nuestras dos
regiones se intensificará. Creo que usted, sublime Rey, Herr Hitler, está de
acuerdo conmigo en este asunto y lo considera importante y no es indiferente a
ello. Le deseo buena salud y noticias de sus deseos.”
Posteriormente, el
año que tuvo lugar la expedición del Dr. Schaeffer a Lasa, el Virrey emitió una
nueva carta, aún más explícita, el 10 de Enero de 1939, donde expresaba su
común deseo de “un imperio duradero de paz fundado en bases raciales“,
añadiendo también que el Tibet “comparte ese objetivo”. Los detalles de esta
sórdida y alarmante correspondencia se encuentran en el Deutsche Dokumente des
Bundesarchivs, Koblenz, R135/30, y es mencionado por Reinhard Greve en
“Lebenslust und Fremdenfurcht” (ed. Th. Hauschild; Frankfurt, 1995), pp.
175-176. Este es el tipo que escogió y adoctrinó al Dalai Lama cuando apenas
era un niño, y el responsable de la mitad de lo que el Dalai Lama tiene en la
cabeza.
El responsable de la otra mitad de lo que el Dalai Lama
tiene en la cabeza, es este hombre, el célebre alpinista Heinrich Harrer. Los
medios de comunicación y divulgación convencionales han pasado las últimas
décadas vendiendo la romántica historia de Harrer y su místico viaje al Tibet,
tras el fracaso de su intento de coronar el Himalaya. Desde siempre se nos ha
presentado a este hombre como un joven arrogante que con el encuentro de esta
figura santa y las sencillas gentes de aquel reino perdido renació y descubrió
su lado más humanitario, llegando a convertirse en el mentor del Dalai Lama,
como algunos lo han llamado, su “Gurú occidental”. Juntos veían películas,
charlaban sobre la vida y la muerte, sobre el destino, y sobre sus experiencias
espirituales… o eso quieren que creamos. La historia oficial se hizo tan famosa
que hasta se llegó a rodar una película de Hollywood protagonizada por Brad
Pitt, “Siete Años en el Tibet”, que narraba toda esta aventura. Qué bonito… .
Sin embargo, la realidad es mucho más visceral y siniestra. Resulta que
recientes investigaciones han dado con material anteriormente clasificado como
secreto que ahora ha visto la luz por el cual sabemos que Harrer parece ser que
fue en su juventud, en realidad… ¡nada menos que un líder de las SS de Hitler!
¡Los dementes responsables de una de las mayores atrocidades del siglo XX y de
su justificación propagandística! Este es el buen instructor del Dalai Lama, un
vil Nazi… lo peor de todo es la flagrante manera en que él ha ocultado su
verdadera cara presentándose a sí mismo como un simple ciudadano suizo arrepentido
del vitoreo del régimen alemán por parte de su gobierno. Además de su más que
sospechosa relación con las SS, la cual todavía podría pasarse por alto si
hubiese declarado esto desde el principio junto con su arrepentimiento en la
parte de estas actividades (cosa que nunca hizo), ahora también sabemos, que
por encima de todo, es un mentiroso, lo cual incrementa aún más el aspecto
negativo del hallazgo.
“Heinrich Harrer … se
convirtió en el gurú occidental del joven decimocuarto Dalai Lama del Tibet … El
austriaco de 85 años ha tenido que enfrentarse a un terrible secreto de su
pasado: que él era un miembro de las SS de Hitler.”
Gerald Lehner, un
investigador independiente, ha indagado a fondo en el asunto en su documentado
libro, “Zwischen Hitler und Himalaya: die Gedächtnislücken des Heinrich
Harrer”, descubriendo que:
“En su currículo
vital para las SS, Harrer menciona su afiliación a las SA en dos ocasiones, de
su puño y letra. Además era amigo y cuñado del Gauleiter de Estiria, el asesino
en masa Siegfried Uiberreither. Ambos se casaron con las hijas del explorador
polar alemán Alfred Wegener que en ese momento había impartido clases en Graz.
Además, durante su
tiempo en el campo de internamiento de la India, Harrer se jactó de haber
estado allí cuando la sinagoga de Graz fue incendiada en la noche de los
Cristales Rotos. Su contacto con las tropas de las SA se produjo a través del
‘Club de Gimnasia Graz “, que encabezaba los en ese entonces ilegales Nazis en
Austria. Continuó siendo miembro de este club hasta su muerte.”
El Dalai Lama es tan
responsable de ocultar la verdadera historia de Harrer como él mismo, algo
inmediatamente confirmable en cualquier conferencia oficial en la que haya
aparecido y cualquier entrevista. Desde mi punto de vista, es absolutamente
impensable que el Dalai Lama, líder de un poder político en la diáspora tan
influyente como el tibetano, no conozca los verdaderos orígenes de alguien con
quien prácticamente ha compartido la cama.
Bruno Beger fue
condenado en 1970 por su participación en un asesinato en masa en el campo de
concentración de Natzweiler-Struthof. Esto fue parte del programa “Ahnenerbe”
(“Herencia Ancestral ‘) emprendido por August Hirt, que ha sido globalmente
reconocido como uno de los episodios más oscuros de la historia de los Nazis.
Beger fue responsable de instar a sus colegas a proporcionarle “material de
estudio” dado que “necesitaban cráneos judíos”. Tras esto, 86 de los internos
fueron asesinados, un grupo constituido por 29 mujeres y 57 hombres que fueron
trasladados desde Auschwitz y gaseados en agosto de 1943, en una cámara
especial de unos sesenta kilómetros al sudoeste de Estrasburgo, en las montañas
de los Vosgos, cerca de la sede de Hirt. Beger fue el responsable de la cruel y
despiadada matanza. Beger radiografió los 86 cráneos de sus víctimas y
determinó sus tipos de sangre, y después de su muerte, realizó experimentos con
sus esqueletos.
¡Resulta que Bruno
Beger es un amigo cercano del Dalai Lama! En esta fotografía se puede apreciar
al premio Nobel de la paz estrechando risueño su mano de manera efusiva con
este auténtico monstruo. En su libro “Zwischen Hitler und Himalaya: die
Gedächtnislücken des Heinrich Harrer”, Gerald Lehner realizó una entrevista a
Beger, donde le preguntó si conocía personalmente al Dalai Lama, a lo que él
respondió “sí, me he visto con él en varias ocasiones en años recientes. La
última vez fue en Londres junto con Heinrich Harrer, pues era una invitación
suya.”
El Regente Yeshe
Gyaltsen, o Virrey Hutuku. Obsérvese el manto bajo sus pies, con los símbolos
de las esvásticas. ¡La gente prefiere ignorar que estos símbolos no tienen nada
que ver con Buda! Son imágenes del Ciclo Solar, de los pueblos Arios antiguos
que poblaron Asia Central entre Mesopotamia, el Cáucaso, la región Uralia, y el
norte de la India, miles de años antes de que Buda supuestamente hubiese
nacido. Son símbolos paganos del Bön. En este caso, su sentido contrarrota el
de la llamada “Astika-Swastika”. Ésta es la “Nastika”, o “Heterodoxa”. Invoca
las pasiones, la fuerza, el calor, la sangre, el conflicto, la masculinidad, lo
intenso, y en última instancia, en su extrapolación más extralimitada
(dependiendo del contexto) la barbarie. Se puede usar de manera complementaria
dentro de la liturgia esotérica positiva. Pero de manera polarizada, termina
por ser un símbolo oscuro, tal como lo es en los rituales dogmáticos de las
corrientes más siniestras de determinadas escuelas tal como la rumoreada Gran
Hermandad oculta del Tibet. Su contacto con los Nazis parece demostrar
definitivamente la identificación de los tibetanos, en realidad, con eso, y no
con la “buena lectura” del tema.
Esto es algo
ejemplarizado en las evidencias que desde fuera se pueden apreciar por los
profanos exotéricos. Tal como asegura el periodista Tilman Muller, para la
revista Stern:
“La corte tibetana
solía tener estrechos vínculos con el régimen nazi. Las expediciones de las SS
fueron recibidas en Lhasa con muestras de profundo respeto. A día de hoy, Su
Santidad [el Dalai Lama] nunca se ha distanciado de estas relaciones
vergonzosas.”
Para rubricar todo
esto, huelga destacar que el Virrey llegó a condecorar oficialmente a los altos
cargos del nazismo, como Herrman Göering y Joseph Goebbels, con títulos de
elevación dentro de la Iglesia Budista. El propio Hitler recibió el título
oficial de “Virrey del Reino de Agharta, custodio de la Tercera Llave, Purgador
del Mundo, y Príncipe de todos los Arios.”
Miguel Serrano fue
líder del Partido Nazi en Chile y autor de varios libros donde expresa su
visión de Adolf Hitler como un Dios en la Tierra. Cuando trabajaba como
embajador de Chile en la India entre 1959 y 1962, Serrano, aunque abiertamente
partidario de los Nazis, mantuvo en silencio estas ideas de Hitler como un
mesías divino. Sin embargo, a partir de 1978, Serrano comenzó a publicar una
serie de libros donde realiza estas afirmaciones en un contexto de
ensalzamiento del nazismo. Serrano también ha afirmado estar totalmente imbuido
en el budismo tántrico. Lo de ”budismo tántrico” es un eufemismo, dado que en
su versión (desvirtuación) moderna, se trata de una nueva forma de magia negra
y de corrupción psicológica, basada en rituales carnales de fornicación y
contacto con entidades del plano astral… o sea, demonios (me baso en mi conocimiento
sobre ocultismo y rituales secretos).
Pero incluso después
de publicar libros que exponen semejantes ideas, el Dalai Lama mantuvo una
estrecha amistad personal con este individuo llegando a invitarlo a una serie
de reuniones privadas en 1984 y 1992. En una entrevista, Miguel Serrano, jefe
del Partizo Nazi chileno, declaró:
“[El Dalai Lama] me
invitó a ir a Dharmasala, donde vive ahora. Tuvimos una charla muy interesante.
Es bueno saber que antes de que se introdujera el budismo en el Tibet, los
tibetanos eran una raza guerrera y su religión, el Bön, utilizaba también el
mismo símbolo de la esvástica del hitlerismo. Hasta ahora los servicios de
inteligencia de Inglaterra y Estados Unidos han sido incapaces de descubrir los
verdaderos vínculos misteriosos que existían entre el Tibet y la Alemania
hitlerista.”
Con esta información,
para mí al menos, queda completamente devastada la imagen superficial y
pretenciosa tan venerada por las masas gregarias que tienen al Dalai Lama por
una especie de príncipe de la “pijo-progresía” andante mundial totalmente
carente de pensamiento crítico así como de ánimo alguno de revisar fuentes.
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