Tercer día de la
Semana Trágica
El miércoles 28 de julio de 1909 en Barcelona (Cataluña) y
cercanías se intensifican los enfrentamientos entre sublevados y fuerzas del
orden público. De buena mañana algunos mercados y tiendas abrieron en una
especie de tregua hasta las 9 horas. A las 8 horas, Luis de Santiago Menescau,
capitán general de la región, publicó un segundo bando donde ordenaba que la
gente se retirara de las calles, los balcones y las azoteas o se le dispararía
sin previo aviso, es decir, que serían tratados como combatientes. Una hora
después, Antonio Fabra Ribas se reunió con los nacionalistas izquierdistas
Jaume Carner Romeu, Laureà Miró y Josep Llari, los cuales se negaron a hacerse
cargo del movimiento hasta que no hubiera levantamientos en otros lugares del
Estado español. Mientras tanto, durante toda la mañana, las luchas entre
revolucionarios, que oscilaban entre los veinte y treinta mil insurrectos, y
fuerzas del orden se multiplicaron, pero los bienes patrimoniales de la
burguesía no fueron atacados, como tampoco se lo hubo agresiones a los
particulares, ni asaltos y saqueos en las tiendas, ni allanamientos, ni empleos
o destrucción de fábricas o talleres, ni retención de rehenes. El intento de la
policía y de la Guardia Civil de desmantelar algunas barricadas fue replicado
por la fuerte resistencia de los rebeldes. A las 10 horas el cuartel de los
Veteranos de la Libertad - milicia formada por un grupo de viejos soldados del
general Prim y que se habían ofrecido al capitán general para reprimir la
revuelta -, en las Drassanes, fue asaltada y levantados obtuvieron muchas
armas, que fueron empleadas seguidamente para atacar la comisaría de la calle
Nou de la Rambla; de esta acción y de la defensa de las barricadas de la calle
de San Pablo en resultaron unos cuantos muertos y heridos de ambos bandos. Una
nueva ola de cremas de edificios religiosos (colegios, seminarios, escuelas y
orfanatos) estalló y, además, fueron saqueados algunos edificios antes
asaltados, con exhibición de las momias de algunas monjas. A las 11 horas el
cuerpo consular se reunió y exigió al general Luis de Santiago la protección de
los extranjeros y de sus bienes. También por la mañana comenzaron los ataques a
las fuerzas del orden público desde las azoteas. A las 16 horas tuvo lugar una
nueva reunión entre el lerrouxista Emiliano Iglesias y el Comité Central de
Huelga, que también resultó infructuosa y, una hora después, una nueva reunión
de diputados en casa del republicano Josep Maria Vallès Ribot tampoco tuvo
resultados. Por la tarde, un grupo mujeres desenterró una quincena de cadáveres
de monjas jerónimas y arrastra unos cuantos y ataúdes primero hasta el
Ayuntamiento y luego hasta el frente de las casas de Claudio López Bru, marqués
de Comillas - empresario y terrateniente que tenía intereses, entre muchos
otros, en las minas del Riff, en los buques de transporte y en las compañías de
seguros contra el servicio militar - y de Eusebi Güell Bacigalupi, conde de
Güell, casado con la hija del anterior y fundador de la Sociedad
Hispano-Africana con inversiones en las obras públicas de Marruecos. En el Clot
hubo combates a pie de barricada, con muertos y heridos en el tiroteo, y se
destruyeron un asilo de Les Paul y un patronato obrero de los jesuitas, y en
Sant Andreu del Palomar hubo espectaculares barricadas construidas por los
metalúrgicos y los ferroviarios, y con armas hurtadas al somatén, asaltaron el
cuartel de la Guardia Civil y controlaron toda la villa hasta la madrugada. Al
final del día Emiliano Iglesias se entrevistó con el anarcosindicalista José
Sánchez González (Miguel Villalobos Moreno), quien reconoció el descenso del
movimiento y ambos acordaron publicar un manifiesto pidiendo el retorno al
trabajo; Iglesias, por su parte, ordenó a los militantes radicales que
abandonaran las barricadas. Fuera de Barcelona, en Arbeca (las Garrigues), un
grupo de aldeanos, teniendo claro que el tren era el instrumento efectivo de
deportación de los reservistas, marcharon hacia la estación de Les Borges y,
tomando la dirección de La Floresta, fueron ir destrozando la vía, lo que
paralizó un tren que iba hacia Lleida y que acabó incendiado. En Madrid,
mientras tanto, el ministro de Gobernación, Juan de la Cierva Peñafiel,
suspendió las garantías constitucionales en todo el Estado, detuvo a los
líderes socialistas Pablo Iglesias Posse, Francisco Mora Méndez y Francisco
Largo Caballero, y clausuró los centros obreros.
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