La Semana Trágica de Barcelona
El lunes 26 de julio
de 1909 comienza en Barcelona (Cataluña) la llamada «Semana Trágica», también
conocida como «Revolución de Julio» o «Semana Sangrienta (Triste, de Luto, de
Pasión, Roja o Gloriosa) ». La decisión del ministro de la Guerra español del gobierno
de Antonio Maura, a través de un decreto del 11 de julio, de enviar cerca de
40.000 reservistas - muchos de ellos catalanes y, además, padres de familia -,
en la zona del Rif para controlar los insurgentes, provocó una reacción
antimilitarista de las clases populares catalanas, encabezadas por la
organización sindicalista Solidaridad Obrera y por militantes socialistas y del
Partido Radical de Alejandro Lerroux García, que comenzó con una huelga general
en todo el país y acabó derivando en una revuelta popular anticlerical y
antimilitarista. El 11 de julio comenzó el puerto de Barcelona el embarque de
tropas hacia Melilla, lo que se repitió el día 14 y continuó en los días
sucesivos. Durante el embarque del 18 de julio se produjo una importante manifestación
y protesta en el puerto con disparos al aire y algunas detenciones de
familiares de los jóvenes movilizados. En este marco Solidaridad Obrera recogió
la reivindicación anarcosindicalista de la huelga general contra el
reclutamiento injusto y contra la guerra misma, huelga que tuvo que preparar a
hurtadillas ya que la reciente Ley de Huelga exigía un anuncio previo de ocho
días y prohibía expresamente las movilizaciones políticas. La huelga general
había de iniciarse en lunes, después de que los obreros hubieran cobrado la
paga semanal y antes no comenzaran una nueva semana laboral. A última hora del
24 de julio se constituyó formalmente el Comité de Huelga, formado por el
socialista Antoni Fabra Ribas, el anarquista José Rodríguez Romero - o Francisco
Miranda Concha según altas versiones - y la anarcosindicalista José Sánchez
González (Miguel Villalobos Moreno), que convocó para el lunes 26 de julio la
huelga general antibelicista - desmarcándose de la convocatoria de huelga
promovida en todo el Estado por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y
por la Unión General de Trabajadores (UGT ) para el 2 de agosto - y que
finalmente no llevaría, para no comprometer las sociedades de resistencia ni el
organismo confederal, el aval oficial de Solidaridad Obrera. El 25 de julio se
produjo un goteo de unos 250 delegados procedentes de los diferentes subcomités
locales y de barrio hacia la sede del Comité Central de Huelga para preparar el
paro del día siguiente. A primeras horas del 26 de julio los piquetes
comenzaron a exhortar a los obreros a la huelga, realizándose mítines
espontáneos sobre todo de mujeres y produciéndose las primeras detenciones,
especialmente de militantes anarquistas (Mercedes Monje Alcázar, Trinidad de la
Torre Dehesa, María Llopis Bergés, Tomás Herreros Miguel, Francisco Cardenal
Ugarte, Mariano Castellote Targa, etc.). Unos 250 metalúrgicos de la
Hispano-Suiza se esparcieron por el barrio de las Atarazanas incitando la
huelga los trabajadores de las fábricas de la zona. Aunque la mayoría de los
trabajadores de antemano entraron en el trabajo, la huelga se extendió
rápidamente en el Poblenou, Sant Martí de Provençals, Gràcia, Sant Andreu, Les
Corts y Sants. Ángel Ossorio Gallardo, gobernador civil de Barcelona, ante la
magnitud de la huelga, sacó la Guardia Civil a caballo y mandó secuestrar los
periódicos. Durante toda la mañana se produjeron enfrentamientos entre
huelguistas y tranviarios, que continuaban trabajando azuzados por el marqués
Mariano de Foronda, director gerente de la compañía «Las Tramways de
Barcelone», de capital belgoalemany; también los piquetes cerraron las tiendas
y los almacenes. A media mañana, Ossorio reforzó la Guardia civil con pelotones
de guardias de Seguridad, armados con máusers en vez del arma blanca habitual.
A las 12 horas Ossorio se reunió con Luis de Santiago Menescau, capitán general
de la región, y con Elpidio Abril García, presidente de la Audiencia, y esta
Junta de Autoridades decidió proclamar la Ley Marcial - decisión que permitía
la disposición de las tropas del Ejército (1.500 soldados y oficiales, a más de
600 caballos y 12 piezas de artillería), además de la policía (700 guardias
civiles y 800 guardias de Seguridad, además de guardias municipales y de
guardias urbanos) , para restaurar el orden púbico, y que confería la máxima
autoridad de la provincia al capitán general -, al tiempo que Ossorio presentó
su dimisión; este Estado de guerra duraría hasta el 17 de agosto de ese año. A
mediodía la huelga se había generalizado completamente y de los enfrentamientos
resultan dos muertos y 11 heridos graves. A partir de las 15 horas se fijó en
todo Barcelona el bando del capitán general proclamando el Estado de guerra,
pero este no utiliza las fuerzas militares para reprimir la huelga, limitándose
a apostar hombres de vigilancia en los edificios oficiales y en el corazón de
la ciudad ya esperar que llegaran más contingentes de infantería y de
caballería, también obligó al marqués de Foronda a retirar los tranvías de la
circulación, algunos ya destruidos completamente, ya regresar los convoyes a
las cocheras, lo que permitió aún más colapsar toda actividad económica. A las
15.30 horas un pelotón de huelguistas dirigido por Carme Alauch y Jerid, «dama
roja» del Partido Radical, atacó la comisaría del Clot con la intención de
liberar los compañeros detenidos y en la acción resultaron muertos dos hombres
y una mujer entre los atacantes y nueve agentes heridos. Los anarquistas Jaume
Aragón García y Francisco Miranda Concha, hijastro de Anselmo Lorenzo y considerado
por algunos como el auténtico dirigente en la sombra de la revuelta, intentaron
organizar un grupo en la Rambla para asaltar la comisaría de policía. A las 16
horas se organiza una manifestación de protesta, encabezada por mujeres y niños
llevando un lazo blanco en el pecho, que marchó desde la Rambla hasta
Capitanía, las tropas, comandadas por el general de origen alemán Germán
Brandeis Gleichauf, se negaron a disparar, pero no los guardias de Seguridad y
habrá muchos de heridos y algún muerto. A las 17 horas la Guardia Civil cerró
la lerrouxista Casa del Pueblo. A las 19 horas los directores de los diarios
barceloneses en reunión decidieron no publicarlo al día siguiente, mientras
tanto, el Comité Central de Huelga se reunió y decidió proseguir la huelga -
que antaño debía ser de 24 horas -, cortar las comunicaciones, declinó el
ofrecimiento de obreros armados que hicieron unos delegados de Sabadell y pedir
nuevamente al lerrouxista Emiliano Iglesias su unión al Comité. Al final del
día el Patronato Obrero de San José, dirigido por los maristas, en el Poblenou
fue incendiado. Fuera de Barcelona, el lugar de máxima tensión de este primer
día fue la ciudad de Sabadell, donde el paro tomó un carácter de rebelión
general, así como la huelga tuvo éxito en otros centros textiles y villas
industrializadas (Terrassa, Mataró, Granollers, Badalona, Sant Feliu de
Llobregat, Sitges, Vilanova i la Geltrú, etc.), produciéndose incendios en las
casetas de los consumeros, cortes de líneas telefónicas y telegráficas,
levantamientos de raíles y otros estragos. No obstante todos estos altercados,
el capitán general Luis de Santiago consiguió este primer día de huelga
embarcar un barco de tropas y otro de armamento hacia Marruecos.
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