Más allá
de las encuestas
En el transcurso de los últimos años, los sondeos de opinión pública o
percepción ciudadana han sido categóricos respecto de la llamada clase o
sociedad política (partidos, liderazgos, etcétera.).
Sin embargo, las diferentes encuestas realizadas esconden algo más
profundo que el simple y masivo descontento por el desempeño de los actores
políticos, tanto de aquellos que se alinean en el campo del gobierno como de
quienes lo hacen en el terreno de la oposición.
El asunto es mucho más grave, pues en el fondo lo que está siendo
cuestionada es la legitimidad de un sistema que parece no representar a las
distintas sensibilidades del país.
La transición dejó sin realizar una de las tareas más democráticas por
excelencia: la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Y como ello no se
hizo, impidiéndose que se discutiera amplia y libremente las características
que tendría que asumir el nuevo proyecto de país, son muchos los que hoy no se
sienten identificados con un orden que no eligieron en ninguno de sus aspectos.
Entonces no es casual que se acumulen las críticas sobre el modelo económico vigente, y que
ellas alcancen también a la forma que asume el andamiaje político institucional.
¿Cómo se puede pretender que exista adhesión real a un sistema que se
instauró sin una efectiva participación ciudadana y sin la correspondiente
legitimación de los consensos democráticos asumidos por todos los sectores?
Los gobiernos de transición perdieron su oportunidad, y en el Año del
Bicentenario se desperdició otro momento de fuertes resonancias simbólicas.
Y ahora el país se encuentra frente a una situación de descontento social
que todo indica irá en aumento progresivo. Y algo tendrá que ocurrir.
Y lo mejor que podría suceder es que se entienda la falta de democracia
verdadera que existe en nuestra sociedad, y que se abra un gran proceso de
debate en torno al país que se sueña para el siglo XXI.
Los chilenos merecen ser partícipes de una reflexión nacional que fije
los marcos dentro de los cuales se desenvolverá su vida presente y futura.
Porque aquejados como se está de déficit de democracia, el único remedio para
tal dolencia no es otro que el de más democracia para todos los pueblos de
Chile.
José Miguel Casanueva Werlinger
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