EL ENTIERRO DE ANSELMO LORENZO
Mucho antes de la hora señalada, millares
de personas estacionábanse frente al número 32 de la calle de Casanova. Es
incontable el número de los que subieron al segundo piso deseosos de ver por
última vez al que consagró su inteligencia poderosa, su actividad
inquebrantable, su vida entera a la causa de los desheredados del patrimonio
universal.La mayor parte bajaban llorando. La tristeza se reflejaba en todos
los semblantes.A las tres y media la comitiva se puso en marcha. Sobre el
ataud, que fue llevado en hombros por los compañeros, se destacaba, entre otros, un espléndido mazo de flores, en cuyas
cintas se leía: “A Anselmo Lorenzo: Tierra y Libertad”, ofrenda de la redacción
de Tierra y Libertad al que durante tantos años compartió con ella las
alegrías y los sinsabores que en sí lleva
el continuo batallar por la Anarquía.
Siguiendo por la calle de Cortes la
manifestación llegó a la plaza de España, donde el compañero Herreros, con voz temblorosa por la emoción, al despedirse el
duelo pronunció las siguientes palabras:“Compañeros:Si el homenaje que en estos
momentos se rinde a Anselmo Lorenzo significa —y lo es— la admiración a su bondad, a su honradez y a su espíritu de
justicia, hemos de elevarnos hasta él para hacernos dignos de tal homenaje.Y Lorenzo fue justo, fue bueno y fue
bondadoso, porque todos sus actos los realizaba inspirado en el noble ideal anarquista.Imitémosle, y a la vez que elevamos
el ideal nos elevaremos nosotros mismos.”Casi todos siguieron a pie hasta el
cementerio. Llegados a él anochecía ya. Los que se habían esforzado en contener antes las lágrimas, en aquella semi obscuridad
les dieron rienda suelta. No había quien no llorara. ¿Era por idolatría o espíritu fetichista? No. Era que todos
teníamos la noción exacta de lo que han perdido las ideas anarquistas con la muerte de Lorenzo. Es que por su bondad, por
su nobleza, por la generosidad de sus sentimientos era querido de amigos y
adversarios.En efecto; aquello fue un destello de la fraternidad universal que
siempre en vida acarició y una prueba evidente de las simpatías que gozaba
entre todas las clases sociales nutridamente representadas en el
acto.Descubierto el cadáver un momento, Miranda le besó en la frente y Loredso
pronunció breves palabras de despedida a los
asistentes y dee encomio a la memoria y la obra del gran Lorenzo.
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