LAS PENSIONES VITALICIAS DE ZAPATERO
LT.- Uno de los rasgos distintivos de la España actual es
que la mediocridad triunfa siempre sobre el genio. En España impera la
mediocridad porque las élites lo son gracias a los privilegios y no a los
méritos ni el esfuerzo. Claude Chabrol dijo aquello de que “la mediocridad es
mucho más fascinante que la inteligencia, porque la inteligencia tiene límites
pero la mediocridad no”. Los mediocres se han apoderado de España y lo han
cambiado todo, desde la política a la religión, sin olvidar los valores, las costumbres
y las leyes. Todo está dominado por esa plaga, la peor y más dañina de todos
los tiempos. Los partidos políticos son la gran expresión del triunfo de la
mediocridad en la España actual.
El caso más representativo es el de José Luis Rodríguez Zapatero,
una nulidad integral que, sin embargo, alcanzó la Presidencia del Gobierno por
razones que siguen sin ser debidamente esclarecidas. Sus ocho años de gobierno
surtieron el efecto de convertirse en una maldición bíblica para millones de
familias españolas. Que un personaje tan fatídico no terminara dando con sus
huesos en la cárcel y siga gozando de la respetabilidad oficial que le confiere
su antiguo cargo, sin embargo sus efectos devastadores para el país, son la
prueba irrefutable de la perversión de un sistema político que es al buen
gobierno, a la eficacia y a la mejora de los ciudadanos lo que un tsunami al
turismo.
Ocioso es seguir aportando datos sobre la inutilidad de
Zapatero, cuestión sobradamente conocida. Lo sorprendente es que esta inutilidad,
que reside actualmente junto a su familia en un chalé situado en una de las
zonas más exclusivas de Madrid, vaya a percibir 150.000 euros anuales de forma
vitalicia. Es decir, 12.500 euros cada mes.
La citada cantidad correspondería a la suma de su pensión como expresidente
(70.000 euros) y su remuneración como miembro del Consejo General del Estado
(80.000 euros), tras haber solicitado su ingreso en este órgano consultivo.
Todos los expresidentes españoles pasan a ser consejeros natos del Consejo General
del Estado gracias a una ley aprobada en 2004 a instancias del propio Zapatero.
Los expresidentes Felipe González y José María Aznar renunciaron sin embargo a
ese privilegio por razones que distarían de cualquier ejemplaridad: ambos
obtienen más ingresos como consejeros de las multinacionales a las que
beneficiaron durante sus respectivos mandatos. El Consejo General del Estado,
cuya utilidad nadie conoce, se reúne en sesión plenaria una vez al mes.
Así se las gasta la castuza política española. Mientras
siete de cada diez familias pasan dificultades económicas, su principal
causante ve primada su incompetencia percibiendo un sueldo millonario. A los
privilegios económicos enumerados hay que añadir el disfrute por parte de
Zapatero de una oficina con dos secretarias, sendos funcionarios, uno de ellos
con rango de director general, escolta privada y coche oficial.
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